Opinión y blogs

Sobre este blog

Las huellas del feminismo

Andrea Momoitio

En noviembre de 1977, en lo que es ahora mi barrio, San Francisco, se produjo la primera huelga de prostitutas. Protestaban, tras una pancarta firmada por la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, por la muerte de Isabel Gutiérrez Velasco. Su cuerpo apareció en una celda de la cárcel de Basauri donde cumplía condena acusada de robo. Era prostituta. Sus compañeras no se creyeron la versión oficial y pusieron el grito en el cielo para exigir responsabilidades y protestar por la Ley de Peligrosidad Social, que aún estaba en vigor. Si no lo supiéramos, creeríamos que las prostitutas se han dedicado a esperar pacientes a que otras reclamásemos sus derechos.

Las mujeres, las lesbianas, las prostitutas, las trans, las raritas tenemos nuestros propios relatos. En el margen y al margen de los grandes libros de historia están escritas nuestras estrategias de resistencia, nuestros métodos, nuestras paciencias, nuestras recetas de lentejas y las que aportan grandes claves para lograr recuperar el hueco que nos corresponde del mundo. Nos enfrentamos a reestructurar la cultura y pretendemos acabar con la colonización de nuestros cuerpos y de nuestras vidas. 

Un reto de tal magnitud requiere de organización y mucha fuerza, pero, sobre todo, necesita de memoria. La tarea parece inasumible si no somos conscientes de lo que ya han logrado nuestras antecesoras. Imaginad lo difícil que podría parecer hace tres siglos lo que vivimos ahora. La memoria feminista nos coloca en un camino común, en un paisaje compartido, en una historia propia en la que podemos coger impulso mirando hacia atrás orgullosas. Crear una genealogía propia, accesible y didáctica no es fácil. La cooperativa de comunicación feminista Pandora Mirabilia inauguró ayer en Madrid una exposición que pretende poner en valor la historia feminista. La exposición, impulsada por el Ayuntamiento de Madrid, se titula 'Feminismos:¿Te atreves a descubrirlos?' y busca acercarlos a los barrios de la ciudad. El feminismo es tan complejo que resultaría imposible incluir cada detalle, pero la exposición te pica la curiosidad.

Prueben a descubrir el feminismo, de verdad. No se asusten, que sólo pretende que seamos más felices. Entender qué pasa a nuestro alrededor y por qué ocurre nos libera de dolores que no son más que síntomas del sistema podrido en el que nos ha tocado sobrevivir. Pandora Mirabilia lo tenía difícil para sintetizar la memoria de un movimiento tan crítico consigo mismo y tan rico en matices. El diseño de la instalación y de los paneles han sido obra de Emma Gascó, ilustradora también de Pikara Magazine, que ha logrado contarnos con claridad los grandes hitos del feminismo a nivel mundial y en el ámbito del Estado español; nos acerca también a figuras claves del pensamiento feminista y desmonta los prejuicios más habituales sobre nuestras intenciones. La exposición es para ir con tiempo. No hace falta que dejen los prejuicios en casa porque ese es uno de los objetivos de esta actividad: desmontarlos uno a uno.

Para las feministas ésta exposición es un homenaje. Todas y cada una de nosotras formamos parte de ese camino común, que se ha construido con nuestras pequeñas resistencias cotidianas, pero también con las vidas de todas nuestras muertas, que forman parte no sólo de nuestra memoria sino de nuestro día a día.

Gracias a todas por vuestra entrega. Seguimos adelante.

La exposición podrá visitarse hasta el 14 de abril en el centro cultural Daoíz y Velarde en Madrid. 

En noviembre de 1977, en lo que es ahora mi barrio, San Francisco, se produjo la primera huelga de prostitutas. Protestaban, tras una pancarta firmada por la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, por la muerte de Isabel Gutiérrez Velasco. Su cuerpo apareció en una celda de la cárcel de Basauri donde cumplía condena acusada de robo. Era prostituta. Sus compañeras no se creyeron la versión oficial y pusieron el grito en el cielo para exigir responsabilidades y protestar por la Ley de Peligrosidad Social, que aún estaba en vigor. Si no lo supiéramos, creeríamos que las prostitutas se han dedicado a esperar pacientes a que otras reclamásemos sus derechos.

Las mujeres, las lesbianas, las prostitutas, las trans, las raritas tenemos nuestros propios relatos. En el margen y al margen de los grandes libros de historia están escritas nuestras estrategias de resistencia, nuestros métodos, nuestras paciencias, nuestras recetas de lentejas y las que aportan grandes claves para lograr recuperar el hueco que nos corresponde del mundo. Nos enfrentamos a reestructurar la cultura y pretendemos acabar con la colonización de nuestros cuerpos y de nuestras vidas.