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Qué fue del clan Becerril: los cachorros de Aznar se reparten entre sumarios de corrupción y altos cargos políticos

El expresidente del Gobierno José María Aznar.

Marcos Pinheiro

Los encuentros solían celebrarse en un hotel de la Sierra de Madrid. Allí se reunía un grupo de veinteañeros -y alguno algo más mayor- que formaban parte del banquillo del PP durante los gobiernos de José María Aznar. La prensa denominó clan Becerril. Esos jóvenes compartían en los encuentros su visión del futuro de España unidos por la afinidad de su ideología. Todos pululaban por la esfera del PP, algunos con carnet.

Más allá del debate político, los seminarios servían para hacer contactos entre las jóvenes promesas del partido y empresarios que querían llevarse bien con quienes aspiraban a una larga carrera en política. Algunas de esas relaciones fraguaron 

Los encuentros, que se celebraban en un hotel y duraban varios días, solían terminar con una comida a la que acudía José María Aznar, que apadrinó muchas de las reuniones. De todo eso han pasado ya casi veinte años. Una eternidad en política. Los integrantes de aquella pandilla han desarrollado carreras muy dispares. Algunos han acabado en prisión por los negocios que surgieron de aquellas amistades. Otros están siendo investigados en casos de corrupción. Los hay también libres de toda sospecha, con una carrera política que les ha llevado a ocupar altos cargos de la vida pública.

Los implicados en casos de corrupción

Francisco Correa: Por las reuniones se pasaba solo de vez en cuando, como un empresario con ideas afines a los comensales. Correa acudía por su relación con Alejandro Agag -esa que quedó plasmada en un vídeo de sus vacaciones- y para afianzar sus contactos políticos con los cargos del PP que acudían a esos encuentros. Acabó compartiendo banquillo con algunos de ellos. Su estrecha relación con el partido le llevó, como contó durante el juicio, a tener una tarjeta que le permitía acceder a la sede del PP en Génova 13 por el párking sin que nadie preguntase por su presencia.

Las empresas de Correa llegaron a organizar algún encuentro del clan Becerril. Ahora, el empresario que cimentó su negocio en los contratos con el PP -como partido y desde la administración-, acumula condenas que cumple en la cárcel de Valdemoro: 13 años por la rama valenciana y 52 años por la pieza principal. Aún le quedan unos cuantos juicios pendientes.

Álvaro Pérez ‘El Bigotes’: Su presencia en los cónclaves de los jóvenes del PP era puntual. Iba de vez en cuando por su buena sintonía con algunos de los comensales. En aquella época, ‘El Bigotes’ era el encargado de modernizar los mítines del PP y de iluminar al mismo que presidía las comidas del clan.

Él mismo lo contó durante su declaración en la Audiencia Nacional durante el juicio de Gürtel: “Recuerdo que en alguna ocasión se dijo que Aznar se había hecho un lifting. Pero no era un lifting, era que lo iluminábamos de otra manera”. Cuando no se dedicaba a poner focos hacía negocios ilícitos que le han valido una condena a 13 años por la rama valenciana de la trama.

Jacobo Gordon: Se sentó ante el tribunal de Gürtel el primer día del juicio. No es que su papel en la trama fuese el más relevante, es que se había prestado a confesar. El empresario se definió como un economista que participaba en negocios inmobiliarios. Entre esos negocios detalló una promoción de pisos en Majadahonda. El alcalde de la localidad aportó 200.000 euros en negro para participar en ese proyecto del que luego se embolsaría parte de los beneficios.

Su presencia en aquellas reuniones del clan Becerril era fruto de su estrecha relación con Agag, al que trataba desde los tiempos del colegio. Gordon admitió durante su declaración que conocía a Correa de los mítines del PP y que de ahí nació la amistad que les llevó a colaborar en diversas aventuras empresariales. Gordon, por ejemplo, emitía facturas falsas para encubrir pagos de la trama. Su confesión le permitió rebajar la condena de dos años de cárcel a cinco meses. No llegó a entrar en prisión.

Alberto López Viejo: La primera “rana” de Esperanza Aguirre, el consejero del que la todopoderosa presidenta madrileña renegó en primer lugar. Luego vendrían Francisco Granados o Ignacio González, pero López Viejo fue la primera gran mancha de la política de fichajes de Aguirre: le rescató del Ayuntamiento para hacerle su hombre fuerte cuando ya había comenzado a enriquecerse con contratos amañados a favor de la Gürtel.

López Viejo usó sus contactos con Correa para que la Gürtel pudiera encargarse de la ingente cantidad de actos de propaganda que la presidenta exigía. El entonces consejero de Deportes se hizo con el control absoluto de la agenda de Aguirre: nada se organizaba sin pasar por él. Y él todo lo organizaba con Gürtel. Está en prisión condenado a 31 años y nueve meses de cárcel.

Lucía Figar: Aunque las comidas del clan Becerril reunían a admiradores de Aznar, el verdadero referente de Figar fue Esperanza Aguirre. La propia presidenta tuvo que calmarla porque el día que Aguirre anunció su dimisión, la que entonces era su consejera de Educación no podía contener las lágrimas.

A Figar no le roza la trama Gürtel, pero le salpica de lleno el caso Púnica, en el que está imputada. Su buena relación con el informático de esa trama, Alejandro de Pedro, le llevó a encargarle trabajos de reputación online que pagó con dinero público. Más de 120.000 euros, según los investigadores. La consejera de Educación no solo echó mano del informático de Púnica para mejorar su imagen, sino que le encargó que atacase en internet a la Marea Verde y al entonces ministro de Educación Ángel Gabilondo.

Los que prosperaron en política

Juan Manuel Moreno: Uno de los nombres más de actualidad entre quienes integraban los encuentros de jóvenes promesas del PP. El candidato del partido a la presidencia de Andalucía se pasaba de vez en cuando por esos encuentros en los que Aznar ejercía de líder del grupo. Eso no impidió que Moreno le reprochase años después sus salidas de tono en público contra el PP de Rajoy. Le pidió que las hiciese en privado o llamando al propio Rajoy.

Moreno pelea ahora por desbancar al PSOE andaluz aunque con pocas opciones de conseguirlo. Es el primer examen del PP de Casado, que ya admite que las encuestas no son buenas por el momento. El candidato ya ha fracasado en otros intentos de imponerse a Susana Díaz y una nueva derrota puede desalojarle de la presidencia del PP andaluz.

Jorge Moragas: El escudero de Mariano Rajoy durante casi toda su etapa al frente del Gobierno. Comenzó a trabajar para el Ejecutivo de Aznar como director del gabinete del Secretario General de la Presidencia. Con Rajoy se convirtió en su sombra. Cumbres europeas, visitas internacionales, viajes de Estado, en los pasillos del Congreso o en Moncloa. En casi cada foto del entonces presidente del Gobierno aparecía en segundo plano su jefe de Gabinete.

Moragas ha desarrollado su carrera política sin sombra alguna de corrupción, a diferencia de otros comensales del clan Becerril. Como agradecimiento a su trabajo, el Gobierno de Rajoy le nombró en diciembre de 2017 embajador de España ante la ONU, pero el puesto le duró poco. El Ejecutivo de Pedro Sánchez le destituyó pero le ha dado otro destino: ejerce como embajador en Filipinas.

Ignacio Echániz: Otro de los jóvenes asiduos a las reuniones en la Sierra de Madrid que ha tenido una larga carrera política que aún continúa. Ha sido diputado en la Asamblea de Madrid y todavía lo es en el Congreso. Ha ejercido como consejero de Sanidad en Madrid y en Castilla-La Mancha durante el gobierno de María Dolores de Cospedal. Sin embargo, en el proceso de primarias que abrió el PP el verano pasado dio su apoyo a Pablo Casado. Actualmente es el tesorero del Grupo del PP en el Congreso.

Tomás Burgos: Uno de los que ha desarrollado una carrera política más próspera. Entró como diputado en 1993 y allí se mantuvo hasta 2016. La vuelta al Gobierno del PP en 2011 le granjeó un ascenso a la Secretaría de Estado de Seguridad Social, cargo que ocupó hasta que el Ejecutivo de Mariano Rajoy cayó fruto de la moción de censura.

El currículum de Burgos le presentaba como uno de los jóvenes más brillantes de cuantos acudían a los encuentros del clan Becerril. Era licenciado en Medicina y tenían multitud de másteres en instituciones como el IESE o ESADE. No era cierto. Burgos no había terminado Medicina y nunca cursó esos posgrados. Su currículum en el Congreso quedó reducido al único título de “soltero”.

Sigfrido Herráez: Este concejal durante la alcaldía de José María Álvarez del Manzano lleva años retirado de la política. Renunció en 2005 a la concejalía de Vivienda para fichar por una inmobiliaria, pero mantuvo su puesto como secretario de Vivienda del PP de Madrid. Aguirre le obligó a dimitir poco después porque su inmobiliaria tenía negocios en varios barrios de la capital.

Herráez se fue discretamente de la política, pero su nombre volvió a los titulares años más tarde. En 2009 se publicó que la Concejalía que dirigía había amañado un concurso de 150.000 euros a favor de las empresas de Gürtel. Gallardón hizo limpia en el Ayuntamiento de los cargos salpicados por ese escándalo. Herráez nunca fue investigado.

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