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Sánchez se enfrenta a la votación definitiva de su investidura con solo dos votos de margen

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, se dirige a dar la réplica a la intervención del presidente del PP, durante la primera sesión de su debate de investidura en la XIV Legislatura.

Irene Castro

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Pedro Sánchez acaricia su primer éxito en un debate de investidura. El candidato socialista se enfrenta a la votación definitiva en la que recibirá la confianza del Congreso por mayoría simple. Eso sí, será con la diferencia más ajustada desde que se restableció la democracia: dos votos separan los apoyos recabados por el PSOE para la futura “coalición progresista” de los votos en contra. Si se cumple lo previsto, las abstenciones de ERC y EH Bildu permitirán que la legislatura eche a andar.

El candidato socialista espera recibir 167 votos favorables (PSOE, Unidas Podemos, PNV, Más País, Compromís, Nueva Canarias, Teruel Existe y BNG) tras los distintos acuerdos alcanzados, 18 abstenciones (ERC y EH Bildu). Enfrente tendrá 165 votos en contra (PP, Vox, Ciudadanos, JxCat, CUP, UPN, Foro, PRC y Coalición Canaria). Los dos últimos fueron las sorpresas: el partido de Miguel Ángel Revilla se desmarcó de la investidura tras leer el acuerdo de socialistas y republicanos, y la diputada Ana Oramas decidió saltarse la decisión de abstenerse acordada por unanimidad en los órganos directivos de su partido.

A partir de ahí, la derecha ha aireado el fantasma de un tamayazo para tumbar la investidura maximizado por el leve margen logrado por Sánchez en la anterior votación –faltaba por baja por enfermedad la diputada de Unidas Podemos Aina Vidal que, según fuentes de los comunes, sí estará este martes– así como por la ausencia de Íñigo Errejón durante el debate del sábado también por problemas de salud. A pesar de los llamamientos de la bancada de la derecha a cambios de posición y de la campaña de acoso a diputados socialistas a través de las redes sociales, la dirección asegura que está “todo controlado”.

El PSOE toca a rebato a sus diputados

No obstante, en la dirección socialista son conscientes de que nadie puede fallar y han enviado un mensaje a los 120 diputados en los que les emplazan a regresar a la capital el 6 de enero tras la celebración de reyes. “El martes día 7 votaremos a primera hora de la mañana. Por tanto, teniendo en cuenta las dificultades del tráfico madrileño en un día laborable, es preciso que todos y todas pasemos en Madrid la noche del día 6 al día 7. Saludos”, reza la consigna que ha llegado a través de la lista de distribución del Grupo.

En los últimos días, los llamamientos de PP, Vox y Ciudadanos a la ruptura de la disciplina de voto por parte de los diputados socialistas ha sido constante. “Los diputados de esta Cámara no son arribistas ni son tránsfugas”, reprochó Adriana Lastra a Inés Arrimadas, a la que afeó el “ridículo” por “alentar tamayazos”. “Me parece que es el síntoma preocupante de la colonización del discurso del espacio conservador por parte de la ultraderecha”, dijo el propio Sánchez en su intervención.

Además de las peticiones de los dirigentes de otros partidos, los parlamentarios socialistas han recibido por docenas correos electrónicos reclamándoles que frenen la investidura de su secretario general a través de una campaña orquestada a través de las redes sociales.

Un debate bronco para una legislatura hostil

La beligerancia de las formaciones de la derecha provoca malestar y preocupación en las filas del próximo ejecutivo. “A la derecha no le duele España, le duele no gobernar España y eso se le hace insoportable”, expresó Sánchez este domingo tras otra sesión muy bronca en el hemiciclo. Pero pidió a los suyos “templanza” y “moderación” frente al “insulto”. “Esta coalición progresista es el mejor antídoto contra esta coalición del apocalipsis”, expresó Sánchez. Su número dos, Adriana Lastra, fue un paso más allá al acusar a las derechas de “amenazar implícita y hasta explícitamente con un golpe de Estado”.

Pablo Iglesias también adelantó que “el próximo Gobierno tendrá muchos enemigos”. “Tendrá poderes económicos y financieros con sus brazos mediáticos preparados para combatir atacando al próximo Gobierno”, afirmó el líder de Unidas Podemos, que vaticinó “algaradas callejeras” y aludió a “algunos togados que pongan por delante su ideología reaccionaria respecto al derecho” para ir en contra de sus medidas.

Pero más allá de la hostilidad que encontrarán de la derecha, el PSOE también es consciente de que tendrá que sudar la camiseta en el día a día de la gobernabilidad. Así lo reconoció el secretario de Organización, José Luis Ábalos, tras admitir que todos los acuerdos, salvo el firmado con Unidas Podemos, se limitaban a la investidura: “Nos va a exigir mucha negociación, entendimiento, paciencia y a ser posible menos crispación y menos descalificación”.

El acuerdo con ERC incluye la creación de una comisión de seguimiento parlamentaria para las iniciativas que el Gobierno pretenda sacar adelante. Las tres formaciones tienen posiciones similares respecto a la política social (eutanasia, fin de la 'ley mordaza', etc), pero el principal test será la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado que Sánchez quiere tener listos en el primer trimestre. Tanto PSOE como Unidas Podemos tienen muy presentes que la enmienda a la totalidad de los republicanos frustró su acuerdo para las anteriores cuentas conduciendo a las elecciones del 28 de abril. A pesar de su mano tendida a la negociación, Gabriel Rufián fue claro con Sánchez. “Si no hay mesa [de gobiernos], no habrá investidura”. “Por nosotros, señor Rufián, no será”, respondió Sánchez.

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