Tras el éxito de su primera novela, “Bajo el hielo”, el escritor francés Bernard Minier vuelve en la segunda, “El círculo”, con su personaje protagonista, el investigador Martin Servaz, y repite en su mismo ámbito geográfico, insólito para la novela negra gala, el suroeste francés.
“El círculo” (Roca Editorial) era, ha confesado hoy el autor en Barcelona, un desafío por el éxito del precedente, pero tenía la idea de escribir esta novela incluso antes de “Bajo el hielo”.
En esta ocasión, no sólo ha repetido con los personajes principales investigadores, Servaz, el joven teniente Vicent Espérandieu o la excéntrica agente Samira Cheung, sino que también lo hace con su adversario, el asesino en serie Julian Alois Hirtmann, que ya apareció en su ópera prima.
En “El círculo” sitúa la acción en una ciudad imaginaria cercana a Toulouse, Marsac: “Una especie de Oxford del suroeste francés que me proporcionaba un pequeño microcosmos universitario, en el que presentar conflictos y relaciones intergeneracionales, a partir del cual puedo hablar de la sociedad contemporánea”.
En opinión de Minier, el período actual de revolución tecnológica es muy interesante como observador y como escritor, pero añade una serie de incertidumbres para las que no tiene respuesta: “Me siento incapaz de aventurar qué futuro tendremos, mientras que hace 50 años sí podíamos predecir qué iba a pasar en el futuro inmediato”.
Y añade: “Vivimos una revolución y las cosas van muy deprisa y esta novela, lamentablemente, estará caduca dentro de diez años, por las técnicas de investigación policial que se utilizarán”.
Al recuperar al asesino Hirtmann, el autor galo está lanzando el mensaje de que “Hirtmann y Servaz se necesitan y que el primero tiene algún punto de humanidad, que es difícil distinguir entre Servaz y Hirtmann, porque toda buena historia necesita un enemigo fuerte”, y no esconde Minier cierto afecto por este asesino, “como creador, no por lo que representa”.
Piensa Minier que “en las buenas novelas, las cosas no son tan claras, ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos, y, de hecho, la novela negra tiene éxito hoy porque encarna los excesos, las locuras y los peligros más que otro género”.
En “El círculo”, el lector encontrará los temas de la primera obra de Minier: la juventud, las relaciones intergeneracionales y toda una serie de cuestiones que interpelan al autor, quien continúa con su especial atención a “la construcción de atmósferas, universos y ambientes”, además de una imagen inicial muy potente.
En este caso, esa imagen visual que abre la novela presenta a un aspirante a escritor de 17 años en estado de shock apostado en el borde de una piscina en la que flota un puñado de muñecas.
“Con estas escenas impactantes me siento más fuerte para seguir escribiendo”, señala Minier, quien prefiere invitar al lector a entrar en una casa en la que la puerta está entreabierta.
Cuando Minier era un niño le encantaba leer historias que empezaban con referencias geográficas o con mapas, “porque al abrirlos era una promesa de evasión” y algo quedó en él de aquel joven lector, confiesa.
En relación a su primera novela, “el lector descubre que Servaz tiene una personalidad, es ahora más real, y además tiene una vida privada”.
En “El círculo” se revela que Servaz es un escritor frustrado, pero eso no quiere decir que Minier se sienta un investigador frustrado. “Fui un escritor frustrado durante muchos años, y eso me acerca a Servaz, pero al contrario del 'yo soy Madame Bovary' que decía Flaubert, 'yo no soy Martin Servaz'”.
Mientras acaba de decidirse por las diversas ofertas que ha recibido de productoras para llevar al cine o la televisión “Bajo el hielo”, Minier ya escribe la tercera entrega y ya sabe de qué ira la cuarta, pero no tiene claro cuántas novelas habrá en la serie.
Al igual que sucede en las novelas de su admirado Michael Connelly, en las de Minier la música tiene una importancia vital, “porque cada personaje tiene su tipo de música y porque la música tiene un protagonismo en nuestras vidas”, comenta antes de recordar que “nuestra civilización es la de después de la palabra, como decía George Steiner, es la civilización de la imagen y del sonido”.
Por Jose Oliva