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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La crisis de la representación en España

Durante mucho tiempo, una de las intrigas sobre la situación por la que ha pasado nuestro país es por qué no se produjo un estallido social antes. Cada vez que las crisis económica y social mostraban sus peores rostros, numerosos analistas se preguntaban por el motivo de que la gente no se lanzara a la calle a hacer la revolución. Dado el aumento de la desigualdad, el incremento de la pobreza o el alto número de parados, muchos presagiaban que se incendiarían nuestras plazas y nuestras avenidas. La primavera árabe que comenzó a finales de 2010 parecía inspirar muchas de estas reflexiones, esperando que los españoles salieran de sus casas para, emulando las grandes revoluciones, tomar en sus ciudades el Palacio de Invierno, la Bastilla o la plaza Tahrir.

Quizás por ello, el 15 de mayo de 2011 significó para muchos el estallido social que estaban esperando. Una multitud de ciudadanos tomó las plazas de sus pueblos y ciudades, siendo la Puerta del Sol el mejor icono de esta movilización. Este fenómeno fue bautizado como el movimiento de los indignados o 15-M. Su recorrido no fue muy largo. Los primeros días de agosto de 2011, aprovechando el periodo estival, la policía desalojó la céntrica plaza de Madrid. Sí que hubo cierta resistencia: el día 3 de agosto, unas 5.000 personas mantuvieron en jaque a las fuerzas de seguridad por unas horas, pero no fue más allá. Un año después, aprovechando que se cumplía el aniversario de la acampada en Sol, muchos ciudadanos volvieron a la Puerta del Sol para conmemorar el cumpleaños de una movilización que asombró no solo a los españoles, sino también al mundo. Este movimiento siguió funcionando en barrios, asambleas vecinales y en algunos movimientos sociales. Pero una movilización similar a la que se originó el 15 de mayo de 2011 no se ha vuelto a producir.

Como veremos en este libro, el 15-M es relevante por numerosas cuestiones. No obstante, nos centraremos en dos. Por un lado, los indignados nos indicaban que algo había cambiado en España. Como sucede en muchas ocasiones, las transformaciones silenciosas son las más efectivas. Y eso es lo que ha pasado en nuestro país en los últimos años. La sociedad española ha cambiado profundamente. Como pretendo demostrar, estamos ante una ciudadanía distinta a la que había antes de la crisis económica. Es cierto que el caldo de cultivo de esta transformación se ha ido produciendo en los más de 38 años de democracia. Es innegable que el aumento del bienestar, la extensión de la educación y la mejora de las comunicaciones han influido en los cambios sociales más recientes. Pero no es menos cierto que muchos de estos cambios han cristalizado una vez comenzada la Gran Recesión.

Por otro lado, el 15-M ha sido el precursor de un movimiento político que en 2014 y en 2015 ha transformado el tablero electoral de nuestro país. En su versión municipal está adoptando distintos nombres como Ganemos o en Común. El nexo de unión entre el 15-M y Podemos/Ganemos 13 lo han reconocido los propios protagonistas. Elvira Villa, antropóloga social y profesora universitaria, es una de las portavoces de Ganemos Madrid. En una entrevista concedida al diario 20 minutos decía: “El 15-M está en nuestra genética, pero somos mucho más que el 15-M”.

Este libro pretende abordar estas cuestiones adentrándonos en la crisis política desde una perspectiva algo distinta a la de muchos de los libros que se vienen publicando en los últimos años en España. El texto que tiene entre sus manos es una mirada desde la ciudadanía. Utilizando los datos de las encuestas de distintos institutos de opinión (CIS, Encuesta Social Europea, Eurobarómetro…) y especialmente de Metroscopia, muchos de ellos no publicados hasta la fecha, realizaré un retrato social de la España de la crisis.

Por lo tanto, el lector no está ante un texto que pretenda analizar los fundamentos de la democracia. A lo largo de mi formación académica me he nutrido de textos tan excelentes como La democracia en América, de Alexis de Tocqueville; An Economic Theory of Democracy, de Anthony Downs; Capitalism, Socialism and Democracy, de Joseph Schumpeter; Los principios del gobierno representativo, de Bernard Manin, o Qué esperar de la democracia, de Adam Przeworski. Son obras clásicas que todo aquel que tenga curiosidad por entender mejor nuestros sistemas políticos y nuestras sociedades está obligado a leer. Pero este libro huye de semejantes pretensiones.

Tampoco pretendo analizar qué factores están detrás del mal funcionamiento de nuestra democracia o elaborar un recetario de medidas que podrían sacarnos de la situación por la que pasa nuestro país. Todo ese trabajo está hecho de forma excelente por otros científicos sociales. No hay más que leer los trabajos de Ignacio Sánchez-Cuenca (La impotencia democrática, Los Libros de la Catarata, 2014), de José Fernández-Albertos (Democracia intervenida, Los Libros de la Catarata, 2012), del colectivo Politikon (La urna rota, Debate, 2014) o el reciente libro publicado por Miguel Ángel Fernández Ordóñez (Economistas, políticos y otros animales, Península, 2016).

En todos ellos se abordan los problemas institucionales que están detrás de nuestra crisis política. Cada trabajo pone el foco en factores distintos. Mientras que el colectivo Politikon hace un mayor énfasis en cuestiones como el funcionamiento interno de los partidos o nuestro sistema electoral, Sánchez-Cuenca y Fernández-Albertos se centran mucho más en los límites que supone la unión monetaria y las instituciones europeas, las cuales han aislado a las instituciones representativas de los ciudadanos forzando la adopción de medidas impopulares.

En cambio, Miguel Ángel Fernández Ordóñez acuña un término que también invita a algunas reformas institucionales: la democracia ilustrada. Para el exgobernador del Banco de España, el funcionamiento de nuestras instituciones, en especial del Parlamento, está muy lejos de un ideal ilustrado. No es un problema de la formación de nuestros políticos, sino más bien de la ausencia de un debate y una deliberación sobre las mejores políticas públicas para nuestro país.

No es menos cierto que hay trabajos de menor fortuna explicativa. Nuestras elites, muy tendentes a aquella frase de Ortega y Gasset: “España como problema y Europa como solución”, también han construido argumentos culturalistas e historicistas donde existe una especie de cultura política española refractaria al cambio y la modernidad. Sería nuestro pasado y nuestra cultura la que nos condenaría a la crisis política por la que estamos pasando. Un ejemplo de este tipo de reflexión es el trabajo de César Molinas y su libro Qué hacer con España (Destino, 2013), donde nuestro capitalismo castizo y nuestras elites extractivas estarían detrás de muchos de nuestros problemas.

Pero no es el único. A las antípodas de su pensamiento político se encuentra Juan Carlos Monedero, uno de los promotores de Podemos. En su libro La transición contada a nuestros padres (Los Libros de la Catarata, 2013), el origen de todos nuestros problemas estaría en una transición a la democracia donde una parte de la izquierda sacrificaría la ciudadanía con el único objetivo de acceder al poder. De nuevo, nuestra historia y nuestra cultura serían los factores explicativos.

Afortunadamente, trabajos como los de Bonifacio de la Cuadra (Democracia de papel. Críticas al poder, desde la transición hasta la corrupción, Los Libros de la Catarata, 2015) han desmontado muchos de estos argumentos. Como sostiene este autor, los problemas de nuestro sistema político no tienen nada que ver con el pacto de origen que se produjo durante la transición, sino con el mal uso que se ha hecho de muchas de nuestras instituciones, pervirtiéndolas y politizándolas hasta límites insospechados. Para Bonifacio de la Cuadra, cronista político del diario El País durante muchos años, no sería tanto un problema de diseño institucional como del comportamiento de los principales actores, especialmente los partidos. Y para demostrarlo se apoya en muchos de sus análisis que ha ido publicando en los últimos 40 años.

No obstante, este trabajo pretende huir de estos enfoques. No es que sea escéptico sobre la viabilidad de nuestro sistema político. Creo que nuestra crisis política tiene solución. Pero en muchas ocasiones se realizan sesudos análisis sin tener en cuenta a la ciudadanía. Por ello, este libro pretende cambiar el enfoque en nuestra crisis política al detenerse en la percepción que tienen de ella los ciudadanos. ¿Cómo vivieron el 15-M los españoles? ¿Qué piensan de nuestra democracia? ¿Cómo son los ciudadanos en sus opiniones políticas? Estas son algunas de las cuestiones que pretendo abordar y que están detrás del surgimiento de fenómenos como Podemos y Ciudadanos.

Como señala José Andrés Torres Mora, “nuestro país padece una crisis peor que la económica: sufre una crisis de diagnóstico”. Sí que conocemos algunos de los problemas que están detrás de nuestra enfermedad. Como acabo de señalar más arriba, hay trabajos que analizan los factores que han generado la crisis política. Pero no es menos cierto que es difícil hacer un diagnóstico de una enfermedad sin preguntar al paciente. Eso es lo que pretendo con el libro que el lector tiene entre sus manos: preguntar a los españoles por qué muchos de ellos tienen fiebre y sudores cada vez que ven a los partidos tradicionales.