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El espionaje a Bárcenas revela cómo el PP utilizó el Gobierno para reventar la causa judicial sobre su caja B

El primer gabinete de Mariano Rajoy, con Fernández Díaz y Soraya Sáenz de Santamaría

Pedro Águeda

8 de septiembre de 2020 02:18 h

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Por sorpresa, y con el país conteniendo la respiración ante el previsible estado de alarma que se declararía al día siguiente, los fiscales Anticorrupción Ignacio Stampa y Miguel Serrano se presentaron del 14 de marzo pasado, a media mañana, en el domicilio madrileño de quien había sido secretario de Estado de Seguridad entre 2013 y 2016, Francisco Martínez. Al revisar días después el clonado de su teléfono móvil, los agentes de Asuntos Internos encontraron la confesión que vincula al núcleo del Gobierno de Mariano Rajoy en la operación para reventar el caso más grave de corrupción que ha afectado al Partido Popular en su historia, el que hizo aflorar dos décadas de financiación con dinero negro procedente de grandes empresarios que recibían contratos de la Administración.

“Es el asunto más importante que tenemos entre manos”. Así reproducía Martínez en las notas de su teléfono la instrucción que según él recibía constantemente de su inmediato superior, el ministro Jorge Fernández Díaz, sobre el espionaje a Bárcenas, según aparece en un informe de Anticorrupción. La frase podría no pasar de ser una apreciación discutible si se tratara de un verdadero dispositivo policial y no de la “operación parapolicial” por la que está imputado el número dos de Interior, el máximo responsable operativo del Cuerpo y una larga nómina de mandos a la que previsiblemente se sumarán en los próximos días el exministro del Interior y amigo íntimo de Mariano Rajoy. El jefe de Martínez consideraba esos seguimientos a Bárcenas más importantes que cualquier operación antiterrorista. Y también la entonces secretaria general del Partido Popular y antigua ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. 

El informe que Anticorrupción ha mandado a la Audiencia Nacional para que se impute a ambos está plagado de referencias que hacen los mandos policiales al supuesto conocimiento que de la operación tiene Mariano Rajoy, al que llaman “el asturiano” o “el barbas”. En los mensajes del exsecretario de Estado de Seguridad hay uno que condensa las sospechas hacia el antiguo presidente del Gobierno. Martínez escribió el 19 de septiembre de 2019: “Si tengo que declarar porque me impliquen, también irán Fernández Díaz y probablemente Rajoy”. La declaración como investigado del exministro del Interior está pendiente de la firma del juez instructor, Manuel García-Castellón.

El documento remitido por la Fiscalía está plagado de maniobras para tratar de entorpecer la investigación sobre el caso. En uno de los pinchazos telefónicos, Martínez recurre al presidente de la Audiencia Nacional, José Ramón Navarro, y en la charla alude directamente a Rajoy, Fernández Díaz y Cospedal. “Esta será la primera declaración de un político, a la que seguirán varias más, pues como sabes muy bien mi grandísimo error en el ministerio fue ser leal a miserables como Jorge, Rajoy o Cospedal”. “De eso, afortunadamente, tengo todo muy claro y muy fácil de probar. Y te aseguro que es lo último que quería hacer”, añade el exnúmero dos de Interior, que todavía no ha declarado en la Audiencia Nacional.

El juez también debe decidir sobre la petición de la Fiscalía sobre la número dos del PP en esa época, María Dolores de Cospedal. Del audio que grabó Villarejo con ella y su marido en la planta noble de Génova, la sede nacional del partido, los fiscales concluyen que la secretaria general estaba interesada en que triunfara la operación de espionaje en “una doble perspectiva”: “Directa, como afectada por documentación supuestamente comprometedora para ella misma e indirecta, como secretaria general del partido, de existir material comprometedor respecto de otros altos dirigentes del mismo”.

El verdadero resultado de la operación sigue siendo un misterio. En la causa consta que los policías robaron una serie de documentos de Rosalía Iglesias, la mujer del extesorero del PP, sin pruebas concluyentes contra el partido. Sin embargo, Villarejo alude insistentemente en las conversaciones grabadas que mantiene con Enrique García Castaño a que éste debe utilizar un supuesto audio que Bárcenas grabó a Mariano Rajoy y que nunca ha trascendido. Tanto Rajoy como Cospedal aparecían en los papeles de Bárcenas como perceptores de sobresueldos, una línea de investigación del caso de la caja B que nunca prosperó en los tribunales por falta de pruebas.

El exsecretario de Estado de Seguridad, quien a lo largo de las conversaciones que mantiene con distintos interlocutores se retrata a sí mismo como el chivo expiatorio de unas maniobras en las que estaban involucrados algunos de sus jefes en el Gobierno y el PP, se guardó cuatro mensajes que probaban que la Operación Kitchen, el espionaje al extesorero del PP, era una instrucción del ministro del Interior Fernández Díaz. Los fiscales sabían antes del registro que encontrarían los documentos que había depositado Francisco Martínez en un notario con los mensajes en julio de 2019, para que diese fe de ellos cuando Martínez ya se rumiaba su imputación. Pero los fiscales no esperaban que el actual teléfono de Martínez, distinto del que utilizaba en su etapa como alto cargo de Interior, contuviera tantos datos relevantes. 

“Recibía instrucciones muy concretas”

Francisco Martínez tomó la decisión de ir al notario para defenderse de lo que se le podía venir encima -ahora está imputado en la causa por el pago con fondos reservados-, pero también indignado con una entrevista de Fernández Díaz en la que el exministro aseguraba desconocer por completo el espionaje a Bárcenas y hacía una defensa de su número dos que este consideró muy tibia. “En todo este tiempo nadie del partido (del equipo anterior o del actual) ha mostrado el más mínimo interés en ayudarme. Por el contrario, solo ha habido filtraciones dando a entender que era un problema mío”, escribe el 13 de octubre de 2019 Francisco Martínez en su teléfono móvil sobre sí mismo. 

“No fue iniciativa mía, sino todo lo contrario. Recibía instrucciones MUY CONCRETAS (las primeras el 13/07/2013) y tuve una presión diaria para obtener y transmitir la información”, continúa Martínez su relato, que hace referencia al mensaje depositado ante notario en el que Fernández Díaz le informaría de la identidad del chófer que la brigada política había infiltrado en el entorno de los Bárcenas cuando el extesorero entró en prisión y empezó a tirar de la manta. 

En su móvil, Martínez continúa confesándose: “A mí este asunto ni me importaba, ni me preocupaba, ni me interesa, pero escuché muchas veces de mi superior que era el asunto más importante que teníamos entre manos. Y todo eso lo puedo demostrar”. Todas estas reflexiones las escribe el político que ocupó uno de los despachos fundamentales en el mantenimiento de la seguridad del Estado bajo el epígrafe: “Mensajes para trasladar”.

La confesión del teléfono de Martínez se agrava cuando comienza a referirse a otros miembros del Gobierno. El antiguo número dos de Interior califica la detención del comisario José Manuel Villarejo, al que se refiere como “El Yeti”, de “desastre”. El policía está encarcelado desde 2017 por liderar una organización criminal. Una de la treintena de piezas en las que está imputado es el espionaje a Bárcenas y en una de las conversaciones grabadas que aparecen en el informe presume de que el PP le encargó la destrucción de sus ordenadores. Su arresto se produjo en la segunda legislatura de Rajoy, con Martínez fuera ya del Gobierno. Aquel “desastre”, añade, lo provocó “FSR”, siglas del director del CNI entonces, Félix Sanz Roldán, “con pleno conocimiento de SSS (Soraya Sáenz de Santamaría) y bajo la pasividad total de Zoido, que no se enteraba de nada”.

No es la única referencia a la participación de los servicios secretos en los seguimientos a Bárcenas. Uno de los mensajes que depositó ante notario apunta a la presunta implicación del Centro Nacional de Inteligencia en la operación para recuperar información comprometedora para el PP, una función que supone una perversión de las funciones reguladas por Ley del servicio de Inteligencia y que, de haberse producido, agravaría la utilización de las instituciones por parte de la formación entonces en el Gobierno. 

En ese mensaje que ahora figura en la investigación, Martínez pide a Fernández Díaz el “contacto cecilio” —nombre utilizado en la Policía para referirse a los integrantes del CNI“— en la Operación Kitchen y el ministro se compromete a facilitárselo más tarde, cuando finalice la reunión del gabinete de Rajoy. La confesión guardada en su teléfono revela otra acusación hacia el servicio de Inteligencia. ”Tengo muy claro que en el asunto que nos ocupa hubo otros servicios que intervinieron“, escribe Martínez en su teléfono.

El texto del móvil reaviva las sospechas sobre el funcionamiento de otras instituciones del Estado y su relación con el Partido Popular. En su intento desesperado por defenderse de una operación que según Martínez no iba con él, el exsecretario de Estado cree que se puede utilizar las conexiones del partido, supuestamente una del entonces ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, “muy estrecha”, con el juez instructor; y otra del abogado que suele defender al PP, Jesús Santos, antiguo preparador de las oposiciones del fiscal Stampa, uno de los miembros de Anticorrupción que investiga el caso, según dice. En otra comunicación intervenida, Martínez llama a los dos fiscales del caso “alimañas”.

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