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Familia real belga recuerda al rey Balduino en el XX aniversario de su muerte
La familia real belga se ha reunido hoy, por primera vez desde la abdicación de Alberto II en favor de su hijo Felipe el pasado 21 de julio, para rendir homenaje al rey Balduino en el veinte aniversario de su muerte.
Los nuevos reyes de los belgas, Felipe y Matilde, acompañados de Alberto II y Paola y de la reina Fabiola, asistieron a una misa cantada en la catedral de Bruselas, oficiada por el cardenal Danneels.
Además, con motivo del homenaje, la cripta real de la iglesia de Notre-Dame en Laeken, donde reposan los restos de Balduino, permanecerá abierta durante todo el día.
Hoy se cumplen veinte años desde la desaparición del rey Balduino, fallecido de un ataque cardiaco en la noche del 31 de julio al 1 de agosto de 1993 en su residencia de la localidad española de Motril (Granada, sur), donde pasaba sus vacaciones de verano.
Su muerte causó consternación en el pueblo belga, que profesaba una auténtica veneración por el soberano, considerado como el símbolo de unidad del país durante sus 43 años de reinado.
El rey Felipe fue el protegido de Balduino, que desempeñó un papel clave en la formación de su sobrino, supervisando la elección de las escuelas en las que este estudió y velando por su formación militar, política y económica.
Según hipótesis que se hicieron públicas a la muerte de Balduino, este llegó a barajar la posibilidad de que su sobrino se convirtiera en el rey de los belgas cuando el falleciera, conociendo la supuesta falta de ambición para sucederle en la corona de su hermano Alberto.
No obstante, Balduino decidió que si su muerte se producía de manera prematura, era preferible que fuese su hermano Alberto quien ocupara el trono, como finalmente ocurrió, al considerar arriesgado cederle la jefatura del Estado al príncipe Felipe, por entonces muy joven (en la treintena), soltero y con escasa experiencia política.
Muchos en Bélgica se preguntan ahora si el nuevo rey se encargará de perpetuar el legado político y moral heredado de su tío y mentor, conocido por su profunda religiosidad, su europeísmo y su función integradora en un país dividido en dos comunidades.
Balduino profesaba fuertes convicciones morales, que le llevaron en 1990 a renunciar durante 24 horas a sus poderes para no tener que firmar el proyecto de ley de despenalización del aborto, un hecho sin precedentes en la historia de Bélgica.
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