Miércoles 5 de mayo. Primera reunión del Consejo de Coordinación de Podemos sin Pablo Iglesias. El cofundador del partido, líder y cabeza de cartel desde enero de 2014 ha dimitido menos de 24 horas antes y se ausenta de la cita del órgano que tiene que poner en marcha el proceso para su sucesión. La casualidad quiere que, por su cargo, Ione Belarra dirija la reunión, en ausencia de un secretario general. O una secretaria general, en realidad. La recién nombrada ministra de Derechos Sociales anunciará en los próximos días su intención de postularse para sustituir a Iglesias al frente de Podemos, el primer y único partido en el que ha militado esta navarra nacida en 1987 y que proviene del activismo social por los derechos de las personas migrantes.
En menos de dos meses Pablo Iglesias ha dejado la vicepresidencia segunda de Gobierno, el liderazgo de Unidas Podemos, primero, y de Podemos, después. Una despedida en dos actos que venía barruntando el primer secretario general pero que se precipitó por el adelanto electoral de Madrid. Los malos resultados de la izquierda, pese a que la candidatura encabezada por Iglesias subió tres escaños y logró un 40% más de voto que en 2019, allanaron el camino del exvicepresidente, quien anunció su dimisión en la misma noche electoral.
Iglesias cumple así con algo que dijo hace dos años y que generó una gran polvareda mediática. En marzo de 2019, tanto él como Irene Montero auguraron que la próxima persona al frente de Podemos sería “una mujer”. Muchos señalaron que preparaban el terreno para una sucesión dentro de la pareja. Pero no ha sido así. El liderazgo al frente de Unidas Podemos será, si así lo asume, para la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien de momento ya ha aceptado la Vicepresidencia del Gobierno de coalición que le corresponde a su espacio político y lo que la convierte en el principal referente dentro del Ejecutivo.
Y el liderazgo del partido lo disputará Ione Belarra, con el respaldo precisamente de Irene Montero y del pablismo al completo. Cierre de filas detrás de Belarra, quien obviamente no tiene el carisma ni la ascendencia de Pablo Iglesias. “Todos detrás de ella”, apunta un miembro de la actual dirección. El personalismo que se le achacó a Podemos desde sus orígenes dejará ahora paso a una dirección más plural y coral. El tiempo dirá si también más débil, como temen algunos.
La IV Asamblea Ciudadana de Podemos se celebrará así en las próximas semanas, con toda probabilidad antes del verano, para evitar un vacío de poder y una falta de legitimación de los órganos de dirección que hasta ahora ha nutrido de votos a Unidas Podemos. Yolanda Díaz nunca ha tenido la intención de afiliarse a Podemos ni menos aún de disputar su liderazgo. Ella mantiene su militancia en el PCE después de darse de baja en Izquierda Unida.
Belarra se convierte así en la primera persona que prepara su candidatura para liderar el Podemos posterior a Pablo Iglesias. No se sabe aún si habrá otras candidaturas con opciones de disputar la Secretaría General o parte del Consejo Ciudadano Estatal. Las escisiones de Íñigo Errejón, primero, y de Anticapitalistas, después, han reducido al máximo la tensión interna y las disputas por los cargos, pero esta será la primera vez que no está el fundador al frente de una lista, con el efecto arrastre que su presencia ha provocado siempre.
Belarra acumula ya trienios en Podemos, el primero partido en el que ha militado. Nacida en Pamplona en 1987, estudió Psicología en Madrid. En la universidad conoció a Irene Montero, pero no compartieron militancia. Si la ministra de Igualdad se bregó en las Juventudes Comunistas, la de Derechos Sociales prefirió el activismo social: SOS Racismo, Cruz Roja y las campañas contra los CIES. Fuentes cercanas a Belarra recuerdan a elDiario.es que dio el paso a Podemos por ser un espacio en el que “a diferencia de los existentes”, sí cabía una activista social.
No solo su condición de mujer en un partido acusado desde siempre de exceso de testosterona marca la diferencia. También su propio origen. Podemos ha sido un partido netamente madrileño. Tanto por ser donde se fundó como porque la mayoría de sus cargos originales vivían en la capital. Y lo más importante: aprendieron a hacer política en la capital desde muy, muy jóvenes. Ione Belarra viene de una comunidad distinta, con su propia foralidad. Y ella cree que podría representar la plurinacionalidad española que siempre ha defendido Podemos. “Nunca Madrid ha sido tan diferente de España y del resto de territorios”, dijo Pablo Iglesias en la noche electoral. Por eso, apuntan fuentes cercanas a Belarra, qué mejor que alguien de fuera de Madrid si quieres que tu partido se parezca a España.
Cohabitación con Yolanda Díaz
Las mismas fuentes aseguran que el principal objetivo de Belarra si logra la Secretaría General de Podemos será empujar para que Yolanda Díaz sea la próxima presidenta del Gobierno. “Se dejará la piel” en ello, apuntan desde su entorno. Para ello, intentará ampliar la base social del partido, que no ha parado de menguar desde 2016. Las primeras elecciones en las que el partido ha remontado han sido las de este 4M en la Comunidad de Madrid, pero con Pablo Iglesias inmolándose precisamente para salvarlo de un posible batacazo como el que ha sufrido Ciudadanos.
Si no hay sorpresas, Belarra y Díaz cohabitarán con dos liderazgos que se expresan de forma muy diferente. La dirigente de Podemos es de la escuela de su partido. Apuesta al todo o nada. Y es muy dura en las negociaciones. De hecho, ha sido una de las habituales en todos los procesos negociadores en los que ha intervenido el partido desde 2017: los presupuestos de 2019 que no salieron; el gobierno fallido de ese mismo año; el Gobierno de coalición y el consiguiente acuerdo de gobierno; los Presupuestos Generales de 2021; y las muchas medidas puestas en marcha durante la pandemia. Ahora, está implicada en las conversaciones para la ley estatal de vivienda, que acumula ya muchos meses de retraso.
Díaz también es negociadora, de hecho ha cerrado una decena de acuerdos con la patronal y los sindicatos. Pero tiene otra tradición. Viene de la concertación sindical. Es, además, abogada laboralista. Y es consciente de que los acuerdos exigen renuncias.
La relación personal de Díaz y Belarra dista mucho de los niveles de complicidad que la vicepresidenta tenía con Pablo Iglesias. Pero los equipos ya se han puesto en marcha para establecer los mecanismos de coordinación necesarios, siempre y cuando Díaz acepte un encargo que, con el paso de las semanas, se hace cada vez más inevitable. Durante toda la campaña de Madrid, en la que se volcó para apoyar a su amigo, fue recibida al grito de “presidenta, presidenta”.
Incluso Irene Montero se puso durante un acto de campaña “a los pies” de Díaz, en un gesto que pretendía dejar claro hacia afuera que ella no va a ser un impedimento para su liderazgo.
Uno de los elementos clave en la coordinación de los equipos será el secretario general del PCE, Enrique Santiago. De la máxima confianza de Yolanda Díaz, y en teoría su jefe político, fue recientemente nombrado secretario de Estado para la Agenda 2030, dentro del organigrama del Ministerio de Derechos Sociales que dirige Ione Belarra. Un puente de unión para el día a día que acompañará a otras unidades de coordinación, como la Mesa Confederal, que reúne a dirigentes de todos los espacios que integran Unidas Podemos y que adquirirá una gran relevancia ya que su primera figura no será, además, líder orgánico del principal partido, como hasta ahora. En ella se sientan, entre otros, el coordinador de IU, Alberto Garzón, o los comunes, con Jaume Asens a la cabeza.
Otro de esos elementos de unión será Juan Manuel del Olmo, el que fuera mano derecha de Pablo Iglesias en el Gobierno y principal interlocutor con el director de Gabinete de Pedro Sánchez, Iván Redondo. Del Olmo mantendrá ese papel temporalmente, mientras Díaz pone a punto su propio equipo, al que ha incorporado en las últimas semanas un perfil político: el exdiputado Josep Vendrell. El exdirigente de ICV, que ya tuvo presencia en segundos escalones en el tripartito catalán en la primera década del siglo XXI, irá asumiendo paulatinamente más tareas. Yolanda Díaz se reserva la última palabra con el presidente del Gobierno, como antes la tuvo Iglesias.
Díaz pretende hacer un Unidas Podemos más amable, donde el peso que Podemos ha tenido como principal reclamo electoral no implique un abuso del rodillo que, en ocasiones, han denunciado las diferentes confluencias. En su primera entrevista tras asumir la Vicepresidencia Tercera del Gobierno, en elDiario.es, ya dejó muchas pistas de cómo quiere conducirse al frente del grupo. “Yo no ordeno y mando, quiero un liderazgo no confrontativo y no jerárquico”. Un mensaje a propios, y ajenos, por si finalmente decide asumir el reto de ser candidata en las próximas elecciones generales.
Yolanda Díaz quiere también abrir Unidas Podemos. Incluso recuperar a alguna personas que se marcharon. En la presentación del libro del exdiputado y ex cabeza de lista de En Comú Podem, Xavier Domènech en Madrid, el pasado mes de abril, ya dio pistas en este sentido. Su relación personal con el político catalán fue excepcional durante el tiempo que coincidieron en el Congreso, y se ha mantenido después.
En este sentido, Belarra tiene una intención similar. Aunque en Podemos ponen una línea roja en una hipotética reincorporación de Más Madrid, la escisión de Íñigo Errejón. Preguntado expresamente en una entrevista esta jueves, el hoy diputado de Más País tampoco se ha mostrado muy favorable a ese escenario.