El diputado canario Alberto Rodríguez (Santa Cruz de Tenerife, 1981) saltó de una refinería petrolífera al Congreso de los Diputados cuando Podemos irrumpió en la vida política institucional tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015. Tres años después, convencidos de que Pedro Sánchez adelantará las elecciones generales, la dirección del partido ha convocado unas primarias exprés en las que habrá solo un candidato a la Presidencia del Gobierno, Pablo Iglesias.
Rodríguez es uno de los integrantes de la lista de Iglesias, que considera plural y potente. El diputado defiende la urgencia del proceso y hace autocrítica ante las dificultades para convertir en leyes los anhelos de cambio de la ciudadanía. También advierte, a sabiendas de que le puede generar problemas: “Sin votar lógicamente no se cambia nada. Pero solo votando, tampoco”.
El diputado, que aspira a un segundo mandato, responde a eldiario.es el martes, en pleno proceso de votación de primarias.
¿Cómo valora su primera etapa en el Congreso?
Es la gran pregunta. Nos queda muchísimo trabajo por hacer. No hace falta que diga yo que el país cambió para siempre aquel 20 de diciembre de 2015. Podrían haber continuado las políticas de recortes, pero nuestra presencia, incluso de manera intangible, las ha frenado. Pero queda muchísimo trabajo por hacer y negro sobre blanco, en el BOE, ni mucho menos hemos hecho todo lo que nos gustaría. No porque no hayamos hecho bien las cosas, sino porque la aritmética parlamentaria y la situación del país, con la centralidad que tiene el conflicto territorial y la lucha de identidades, complica que en el BOE se puedan meter otros asuntos. Es es el principal motivo para seguir, porque tenemos muchísimo trabajo por hacer todavía pese a que pongamos en valor estos dos añitos largos, casi tres.
Plantea que la irrupción de Podemos logró frenar, pero no revertir las políticas del PP. Usted lo achaca a la aritmética parlamentaria, que es ciertamente complicada. ¿Esa justificación cala fuera de las paredes del Congreso? ¿Existe frustración en el grupo?
Para tener cambio hay que votar cambio. Tenemos 5 millones de votos y 67 diputados, pero en el Congreso hay 350. El margen de maniobra es el que es. Muchísimo más de lo que nunca se había tenido en fuerzas a la izquierda del PSOE y fuerzas de cambio, pero no es suficiente. Eso lo debato yo en la calle, cuando alguien me interpela. Para empezar a revertir las desgracias y sufrimientos de estos últimos 10 años, el primer 'clic' que hemos tenido ha sido el acuerdo presupuestario. Y ahí sí me tengo que ir a la aritmética parlamentaria, porque si tuviéramos 150 diputados ya habrían salido adelante, pero tenemos 67 y en un marco en el que el conflicto territorial del país tiene mucho peso y ha llevado al bloqueo de la situación.
¿Se pueden cambiar las cosas como quieren desde el Congreso?
Desde el Congreso solamente, no. No le quito importancia, pero aquí lo que se hace es poner negro sobre blanco en el BOE unos determinados avances o retrocesos. Pero este espacio político tiene claro que no se puede hacer sin un movimiento popular organizado. Pero no solo se trata de movilizaciones, sino de un tejido popular organizado en los centros de trabajo, a nivel vecinal, cultural, deportivo. Sin todo eso, es imposible.
Esto no es un discurso fabricado. Hemos tenido pruebas definitivas, como el ejemplo de las pensiones. Nos pegamos debates y debates en comisiones y nos decían que no había dinero... hasta que salieron millones de pensionistas a la calle y entonces ya había dinero. La movilización popular sin un reflejo electoral e institucional no sirve de nada, pero lo institucional sin el músculo social, tampoco. La combinación de las dos cosas puede hacer que la gente de este país pueda vivir mejor. Lo tengo clarísimo y por eso repito.
La situación cambia cada momento, pero ¿cree que estamos más cerca o más lejos de la aprobación de los Presupuestos?
Uno tiene que ser sincero en la vida, también cuando habla con los medios de comunicación. Estamos lejos.
¿Tanto como para verlo inviable?
No, inviable no. Pero sí para verlo lo suficientemente lejos como para que nos estemos preparando para unas virtuales elecciones generales que no nos cojan a contrapié. Vamos a seguir trabajando por los Presupuestos. No porque quede bien, sino porque creemos sinceramente que podrían mejorar la vida de millones de personas y sobre todo en los sitios donde se vive peor.
En Canarias, de donde yo vengo, significaría la mejora sustancial de cientos de miles de personas. Por eso no los damos por perdido, pero el juicio por el procés, la solución por la vía judicial y policial de un conflicto que es político, está complicando las cosas.
El centro del debate lo están dominando Catalunya y los asuntos identitarios, pero siguen enarbolando las banderas sociales. Parece que el acuerdo presupuestario ha llegado tarde.
Porque la moción ha llegado tarde. Nosotros estuvimos insistiendo desde el minuto uno en que había números para que la moción saliera adelante. Y pasó como con las pensiones. Hasta que no hubo la presión suficiente, hasta que no llegaron las movilizaciones y la sentencia sobre la Gürtel hizo el ambiente irrespirable, no salieron los números. No, no. Perdone. Los números estaban antes. Y si hubiéramos sacado la moción de censura antes habría habido margen para solucionar las cosas. No solo en lo social, también en lo territorial. Porque no es un conflicto dado, sino generado.
¿Cómo se plantean en la candidatura en la que se integra mantener esa bandera social sin quedar aislados en el debate que dominan lo nacional y lo identitario?
Yo sé que esto lo has oído muchas veces, pero lo voy a intentar repetir y voy a tratar de ponerle contenido. Hay que poner sobre la mesa un proyecto de país que ilusione. ¿Y en qué consiste? En un modelo que dé certezas y seguridades, que se logra con empleo y servicios públicos. Y con un proyecto de país que apunte al futuro.
Ese futuro se basa en tres vectores, que hay que exponer. Uno, la transición energética basada en energías renovables. Y no solo por dependencia del exterior, sino como vía de creación de empleo. Segundo, afrontar de verdad un debate sobre la robotización y la digitalización. Y perdona que te hable de lo mío, que es empleo y trabajo, pero creo que es el libro de la mayoría del país. Eso pasa por poner sobre la mesa el reparto de la riqueza, la reducción de la jornada sin disminución salarial y las rentas vitales, porque el empleo no garantiza expectativa de vida a toda la gente.
El tercer vector, la revolución pendiente de los cuidados. ¿Qué pasaría en el país si todos los millones de personas, que es un eufemismo porque son mujeres, que se encargan de los cuidados de nuestros mayores, de nuestras criaturas más pequeños y de los cuidados cotidianos? ¿Qué pasaría si tuvieran unas condiciones de vida digna? ¿Quién tendría que cubrir eso? El Estado. Es un debate de futuro que debemos tener.
Con esto podemos ir a cualquier parte del Estado y darle a la gente la oportunidad de decidir un camino en solitario, con un proyecto basado en el 50%, o seducir a gente de ambos lados con nuestro proyecto.
Pero con ese discurso se naufragó en Catalunya el 21 de diciembre de 2018. Y se ha naufragado hace 20 días en Andalucía. Con discursos, en ambos casos, netamente identitarios. ¿Qué vuelta se le da al discurso para entroncar ambas realidades?
El discurso necesita acompañamiento. Podemos tener a portavoces inteligentes y capaces, podemos manejar las redes. Pero si no hay un sustento popular, por debajo, democrático, de gente que no solo esté reclamando sino también construyendo ese nuevo país, nunca lo vamos a lograr.
Pero ese fue el mandato de Vistalegre 2. Ahí se disputó en buena parte la Asamblea Ciudadana. Dos años después, ese movimiento popular está por construir o es fragmentario.
Los procesos históricos tienen unos ritmos mucho más lentos. Yo recuerdo estar en las plazas durante el 15M y después. El día antes de las elecciones había una movilización que parecía que iba a arrasar con todo y el PP sacó mayoría absoluta. Pero de aquella marea, las olas llegaron a la playa y tenemos la situación que tenemos ahora mismo. Nuestra organización estaba diseñada para un asalto electoral rápido y la mutación organizativa no se puede hacer tampoco de la noche a la mañana. En ello andamos.
¿Hay un problema en el emisor del mensaje? ¿Hay problemas de credibilidad, de hartazgo en las portavocías?
Hay de todo. Hay que ser autocrítico siempre. Habremos cometido errores, tenemos mucha exposición mediática, a veces acertaremos y a veces, no. Pero lo que hay, y me voy a meter en un charco, es una sensación de frustración en parte de la población y del electorado porque ha visto que sus ansias de cambio no se han cumplido. Pero esas expectativas parten de un error de cálculo. Nunca se va a cambiar solo votando. Sin votar, en el marco actual, lógicamente no se cambia nada. Pero solo votando, tampoco.
Esa frustración tiene que ver con la actuación propia de la gente. Yo intento ser poco paternalista y a veces me dan por eso, pero si no hemos cambiado el país no es solo responsabilidad de los cargos públicos de Podemos y el resto de fuerzas del cambio. Habremos cometido errores, seguro. Un saco. Pero también es responsabilidad de muchas personas que pensaron que solo votando se podían cambiar las cosas. Y ojo. Ya sé que movilizarse y organizarse es cada vez más difícil. No es una bronca. Es un análisis. Como decimos en canarias, el que quiera lapas que se moje el culo.
Comentaba al principio que la convocatoria electoral parece inminente y es lo que ha empujado a convocar el proceso de primarias, pero ¿era necesario que fuera tan rápido? ¿Dejarlo todo zanjado en un mes y medio?
Como decías tú al principio, cada día pasa una cosa diferente. Cuando tuvimos el debate en el Consejo Ciudadano, los análisis eran que nos podíamos encontrar unas elecciones en marzo. En Podemos las primarias se viven de manera democráticamente muy intensa y parte de la estructura de la organización se paraliza porque se tiene que volcar en un proceso que absorbe muchas energías. No nos podíamos enfrentar a un escenario de elecciones en marzo y nosotros en Carnavales estar eligiendo las candidaturas mientras el resto de partido tiene a tope su maquinaria. Entre ellas, la mediática, de la cual nosotros carecemos. Con ese escenario no podíamos arriesgar.
Veremos si el tiempo nos da la razón. Ojalá se aprueben los Presupuestos y tengamos legislatura hasta 2020 y se mejora la vida de la gente con un SMI a 900 euros, el control de los precios de los alquileres, la atención de la Dependencia o el coto a las casas de apuestas. Ojalá. Pero teníamos que prepararnos para cualquier escenario.
Solo un candidato ha cumplido todos los requisitos para ser candidato a la Presidencia del Gobierno, Pablo Iglesias. Solo hay una lista completa y otra parcial en la Comunidad Valenciana. Fuera hay una sensación de ausencia de pluralidad o de que el proceso ha sido muy rápido, ¿lo comparten en Podemos?
Hay que adaptarse al escenario. Si esto fuera una legislatura estándar como era antes de la ruptura del bipartidismo, donde se sabía cuándo eran las elecciones, se podía hacer de otra manera. Aquí se ha hecho con la rapidez que había que hacerlo. Hasta donde a mí me consta, se ha contactado con las organizaciones territoriales y se ha intentado hacer una lista potente. Dadas las circunstancias, es una buena lista para un proceso electoral que se debatió democráticamente en los órganos elegidos por la gente en Podemos.
¿Temen una baja participación en las primarias?
Somos conscientes de que puede ocurrir. No creo que las deslegitime, pero yo sería el primer sorprendido si hay una participación de 200.000 personas. No vamos a batir los récord de participación, pero es normal por el contexto y por la rapidez con la que hemos tenido que tomar la decisión.
Hablábamos antes de Andalucía. Durante el proceso no se ha puesto en duda la alianza con IU, pero sí hay algunas voces que piden replantearse la confluencia, la apuesta por Unidos Podemos. ¿Está de acuerdo?
Uno en política tiene que hablar de todo, pero desde mi punto de vista creo que no. Hay que aspirar a confluencias más amplias y a eso aspiramos en las elecciones de mayo de 2019 y en las generales, cuando el señor Pedro Sánchez quiera convocarlas.
El que los diferentes actores del espacio del cambio vayan separados a las elecciones no me lo imagino como un vector de ilusión hacia los votantes progresistas del país, la verdad.