El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado a primera hora de este viernes que las elecciones generales serán el 28 de abril. Fija así el final de un mandato de ocho meses y medio que comenzó el pasado 2 de junio tras ganar una moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy, la primera que triunfó en la historia de la democracia española. En su comparecencia para anunciar la disolución de las Cortes y el adelanto electoral tras una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros, Sánchez ha reivindicado la legitimidad de su Gobierno, cuestionado por la derecha en los últimos meses, así como la labor que ha realizado en el corto mandato.
La derrota en los Presupuestos ha sido clave para tomar la decisión del anticipo electoral. “Sin Presupuestos no se puede gobernar”, ha reconocido el presidente, para quien “España no tiene ni un minuto que perder” y lo haría, a su juicio, manteniendo las cuentas de Mariano Rajoy. Lo que no ha aclarado es por qué no disuelve las Cortes y convoca los comicios de manera inmediata. La idea de Sánchez es sacar algunas iniciativas adelante en el tiempo que le queda en Moncloa hasta las urnas: “El Gobierno va a trabajar hasta el último momento de la legislatura”.
Por el momento, el Consejo de Ministros, que se ha reunido de nuevo de forma ordinaria tras la comparecencia de Sánchez, aprobará la orden de exhumación de los restos de Francisco Franco y la reforma de la LOMCE. Lo primero, quedará en manos del Tribunal Supremo y, la segunda, decaerá el próximo 5 de marzo con la disolución de las Cortes, pero al Gobierno le queda la vía de los decretos ley.
“Hay derrotas parlamentarias que son victorias”
Sánchez ha evitado hablar de fracaso de su Gobierno después de que el Congreso tumbara las cuentas y precipitaran las elecciones inminentes. “Hay derrotas parlamentarias que son victorias sociales”, ha afirmado Sánchez, convencido de que la “ciudadanía ha visto” su proyecto. Así, ha defendido su proyecto presupuestario y ha vendido sus bondades: “Justicia social, libertades, progreso, dignidad laboral, crecimiento, abordar las grandes transformaciones...”, ha enumerado.
Desde que el pasado jueves 7 de febrero el presidente decidió lanzar un ultimátum a los partidos independentistas con los que el Gobierno negociaba las cuentas de 2019 la suerte estaba echada. El viernes 8 la número dos de Sánchez, Carmen Calvo, comunicó a los independentistas la última oferta y dio por rotas las negociaciones poco después porque Pere Aragonès y Elsa Artadi no aceptaron las condiciones en cuestión de minutos.
“España no merece quedar varada por intereses partidarios”
A partir de ahí, el Gobierno de Sánchez asumió que las cuentas no verían la luz y ni siquiera serían tramitadas en el Congreso y se empezó a preparar la estrategia electoral. El lunes Sánchez y su núcleo duro decidieron la fecha del 28 de abril para las generales, tal y como adelantó eldiario.es. Dos días después, los Presupuestos fueron tumbados y comenzó el relato de los socialistas: situar a los independentistas votando en contra de las cuentas “más sociales de la historia” junto a PP y Ciudadanos, y viceversa: “España no merece quedar varada por los intereses partidarios de unos y otros que solo encuentran en la crispación su forma de hacer oposición”.
Esa desmarque de los independentistas –que los socialistas están convencidos de que les beneficia electoralmente– lo ha defendido el presidente en su comparecencia. “Dentro de la Constitución y la legalidad estamos dispuestos a hablar y a dialogar. Dentro de la Constitución, todo; fuera, nada”, ha agregado Sánchez. El Gobierno justificó la ruptura con los independentistas en que el Govern mantenía la exigencia de negociar el derecho a la autodeterminación, que es una línea roja para los socialistas. No obstante, Sánchez se ha mantenido firme en que la solución para el conflicto en Catalunya pasa por el “diálogo”.
“El independentismo siempre ha sabido dónde está el Gobierno”, ha expresado Sánchez, que ha acusado a la “oposición” –en referencia a PP y Ciudadanos– de haber hecho “mucho ruido” y aumentado la “crispación” con “insultos” por el diálogo de Carmen Calvo con ERC y PDeCAT: “Llevamos los debates a lo absurdo, la oposición plantea debates que son absurdos por infantiles”, ha lamentado antes de preguntarse en “tono sarcástico” si la votación de Pablo Casado y Albert Rivera junto a los independentistas en contra de los Presupuestos ;responde a “pactos ocultos”.
El presidente ha reprochado a Casado esa actitud y ha reivindicado la “lealtad” que él tuvo con Mariano Rajoy cuando era jefe de la oposición al mantenerse a su lado ante el desafío secesionista en la aplicación del 155 para intervenir por primera vez en la democracia la autonomía de una comunidad: “La diferencia entre hoy y antes es que antes el Gobierno del PP contó con la lealtad institucional y el apoyo del PSOE. No hemos contado con la lealtad -no al Gobierno ;sino al Estado de la oposición conservadora”.
Sánchez no ha querido valorar si la coincidencia de la campaña con el juicio del procés tiene algún efecto: “La justicia hace su trabajo y va por un lado y la política va por el suyo”, ha señalado Sánchez, que ha reivindicado que la política “debe salir del bloqueo en la que la han sumido los extremos”, en referencia a la derecha y los independentistas.
A por PP y Cs: “Cada uno elige los amigos con los que ir”
En la convocatoria de elecciones anticipadas también ha pesado la presencia en todas las portadas de la manifestación de Colón con la foto Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal. En Moncloa están convencidos de que esa imagen moviliza al electorado de izquierdas y le permite recuperar voto de Ciudadanos.
Esa estrategia la ha utilizado el presidente al responder a preguntas de los periodistas que le sorprende que Rivera le ponga “un cordón sanitario y no se lo pongan a la ultraderecha”. “Cada cuál elige los amigos con los que ir”, ha expresado. En su caso, no ha querido anticipar si, tras unas elecciones, llegaría a acuerdos con los independentistas para seguir en Moncloa: “Dejemos que hablen primero los españoles –se ha limitado a decir–. Lo que digan los españoles bien decidido estará”.
El gabinete del presidente barajó varias fechas para la celebración de los comicios, entre ellas el 14 de abril, día de la república que tenía inconvenientes porque además coincidía con el principio de las vacaciones de Semana Santa y amenazaba la movilización del electorado, a la que los socialistas fían todas las opciones para repetir en La Moncloa.
Los barones socialistas ya habían dejado claro que no querían un superdomingo en el que se votase todo (autonómicas, municipales, europeas y también generales), así que el núcleo duro del presidente eligió el 28 de abril, el domingo a la vuelta de las elecciones de Semana Santa.
Sánchez ha apelado a la “movilización y a la máxima participación” del electorado “porque eso dará no solo legitimidad parlamentaria -ha advertido a quienes han cuestionado su Gobierno- sino social al resultado de las urnas”. “Nos estamos jugando el futuro de nuestro país”, ha avisado Sánchez, que se ha reivindicado en la defensa de “una España inclusiva en la que caben todos” frente a quienes tienen “añoranza” por el pasado. El presidente ha dado así el pistoletazo de salida a una campaña que se prolongará dos meses y medio.