La dirección del PP tiene claro que uno de los motivos del fiasco en las pasadas elecciones generales fue su proximidad a Vox. Así lo ha reconocido el propio Alberto Núñez Feijóo en recientes entrevistas. Pese a sus intentos discursivos por marcar distancias con la extrema derecha, la realidad fueron las decenas de pactos previos al 23J cerrados en comunidades autónomas y ayuntamientos. Ante el previsible fiasco de su investidura, la repetición electoral parece la única opción para evitar la reelección de Pedro Sánchez. El PP quiere volver a marcar distancias con Vox, que se revuelve por los desplantes tras entregar a Feijóo sus votos gratis. En Génova no quieren otra imagen de su jefe de filas con Santiago Abascal, al menos de aquí a la investidura de la semana que viene
El soterrado enfrentamiento ha salido a la luz ante la doble convocatoria de actos de protesta contra la amnistía que el PSOE y Sumar negocian con Junts y ERC. El intento de controlar los tiempos ante los medios de comunicación obligó la semana pasada a Feijóo a ir a remolque de José María Aznar, de Isabel Díaz Ayuso e incluso de Vox.
Sociedad Civil Catalana convocó el pasado martes una manifestación para el 8 de octubre en Barcelona. El PP anunció un día después su propio “gran acto abierto”, que ya se había comunicado a las direcciones autonómicas el lunes. La cita será el 24 de septiembre en Madrid y, pese a algunas expectativas iniciales, será un clásico mitin de partido.
Derecha y extrema derecha juegan desde hace una semana al gato y al ratón sobre quién estará y quién no en una y otra convocatoria. El PP intenta evitar a toda costa confirmar si su jefe de filas asistirá o no a Barcelona el 8 de octubre. Este fin de semana, en una entrevista en ‘La Voz de Galicia’, Feijóo dijo que irá. Pero añadió: “Si puedo y no hay ninguna agenda que lo impida”.
Este lunes, el vicesecretario de Cultura, Borja Sémper, ha insistido en no confirmar si su jefe de filas acudirá a la marcha. O quién lo hará en representación del PP, más allá de quienes ya han confirmado su asistencia, con Ayuso a la cabeza.
El PP quiere poner el foco en su propio acto, un intento de demostración de fuerza popular en Madrid, que se ha convertido en una suerte de reserva espiritual de las esencias del partido, pese a que Feijóo logró más votos en Andalucía que en la región controlada por Ayuso, quien sí ha demostrado gran capacidad de marcar el discurso de su jefe de filas.
¿Y a quién está dirigido dicho acto? Cuando se les pregunta expresamente si Vox está invitado, los portavoces insisten en que está “abierto” a todas las personas que se quieran acercar. Que no se va a pedir el carné a nadie. Pero que es un acto del PP, organizado por el PP.
Pero el PP sí ha invitado expresamente a otros. Por ejemplo, a UPN. Los foralistas navarros han declinado la invitación, que ni siquiera fue personal, sino a través de un comunicado de prensa. Pero existió, al menos formalmente y hacia los medios de comunicación.
Como también las palabras de Borja Sémper este mismo lunes ha hecho una “invitación expresa” a “socialistas de carné”, extensiva a “socialistas expulsados, socialdemócratas de corazón, conservadores, liberales, es decir, a todos los españoles que hoy están preocupados porque se va a romper la igualdad entre todos los españoles”.
La semana pasada, tal y como informó 'El Mundo', Aznar invitó personalmente a Nicolás Redondo Terreros durante una comida entre ambos que desveló elDiario.es y durante la que se enteró de su expulsión del PSOE. El que fuera líder de los socialistas vascos declinó la invitación.
Vox, de apoyar a mostrar su rechazo
En Vox han pasado de apoyar el acto del PP a mostrar su rechazo. “Nos sorprende que un acto que inicialmente se planteó como una gran manifestación haya acabado siendo un acto de partido, un mitin convocado por el señor Feijóo”, señaló este lunes el secretario general, Ignacio Garriga, durante su comparecencia ante los periodistas después de la reunión de la ejecutiva del partido. Garriga obvia que el PP nunca dijo que el acto del día 24 fuera a ser una manifestación.
El secretario general dijo que ellos solo estarán “al lado de la sociedad civil el 8 de octubre en Barcelona” y aprovechó para hacer un llamamiento a los “españoles de bien” para que esa concentración “sea un éxito” y “se llene de banderas nacionales”.
“Hay que evitar o perder un poco de vista los actos donde se miran tanto el ombligo, actos circunscritos a los que tengan un carné de cierto partido político”, dijo. “Hay que estar al lado de los verdaderos valientes que están en Cataluña sufriendo en muchos casos situaciones de falta de libertad, de no poder educar a sus hijos en la lengua común de todos los españoles y están sometidos al acoso y derribo de los separatistas”, concluyó.
El distanciamiento de Vox con el PP se produce después de la supuesta pacificación de las relaciones que los respectivos líderes pactaron a finales de agosto, cuando el rey encargó a Feijóo la investidura. Tras semanas de roces, que alcanzaron su punto máximo cuando la derecha dejó fuera de la Mesa del Congreso a la extrema derecha, Abascal anunció su voto sin contraprestaciones para una votación que ambos saben que está abocada al fracaso.
A medida que se acerca el debate de investidura la tensión entre los dos partidos aumenta, aunque sea de cara a los medios. La presidenta de Extremadura, María Guardiola, quien negó que fuera a pactar con Vox para luego ser reconducida por la dirección nacional de Feijóo, volvía a enfadar a sus socios de gobierno al decir en una entrevista que su relación con Vox era “escasa o ninguna”.
“Tendrá que rectificar o tendrá un gobierno muy débil o puede ser que no tenga gobierno”, contestó la portavoz parlamentaria Pepa Millán, algo que a día de hoy no ha ocurrido aunque se ha rebajado la tensión.
El enfado en el PP a su vez tampoco se disimulaba tras ver cómo su socio les había dejado solos en la decisión de no ofrecer el servicio de comedor de manera gratuita y universal a todos los estudiantes de Extremadura. Dicha medida no se aplicará en la comunidad porque la Asamblea regional aprobó el jueves de la semana pasada una iniciativa de Unidas por Extremadura en la que se insta a la Junta a garantizar ese servicio. La sorpresa fue que Vox votó a favor de dicha propuesta junto con el PSOE.
La formación de extrema derecha también se ha desmarcado del PP en el Ayuntamiento de Murcia, donde acaba de votar en contra de los presupuestos municipales, a pesar de que gobiernan conjuntamente en la Región. A nivel municipal los de Feijóo tienen mayoría absoluta.
En Vox no descartan la posibilidad de que fracase también el intento de investidura de Pedro Sánchez y se tengan que repetir las elecciones y sabe que ese escenario no les favorece nada. La extrema derecha atraviesa una crisis interna tras la salida de algunos de sus principales referentes, con el exportavoz Iván Espinosa de los Monteros a la cabeza.
Las encuestas les dan una nueva bajada de intención de voto. Votos que podrían ir a parar al PP.
Ante este hipotético escenario, Vox quiere marcar perfil propio y recuperar su posición de máximos defensores de la unidad de España y de la lucha contra los independentistas, mientras Feijóo intenta un día ofrecer una imagen de hombre de Estado autonomista, defensor de las lenguas cooficiales, y al otro abre la puerta a reeditar en las calles de Barcelona la foto de Colón que marcó el mandato de Pablo Casado al frente del PP.