Una de las principales obsesiones del presidente del Partido Popular, Pablo Casado, es que la convención nacional que celebra la formación este fin de semana en Madrid sirva para escenificar la “unidad” de los populares en torno a su liderazgo. En busca de esa imagen, el líder del PP buscaba escenificar la reconciliación con el expresidente Mariano Rajoy, su predecesor. Rajoy nunca quiso que quien fue su vicesecretario de Comunicación ganase las primarias y ha visto durante este tiempo cómo Casado renegó de su gestión nada más llegar a la presidencia del partido criticando algunas de sus medidas como la aplicación del 155 en Catalunya y reivindicando a José María Aznar, con quien Rajoy mantiene una indisimulada enemistad.
Durante estos larguísimos seis meses en el PP, el expresidente ha visto al joven portavoz que mandaba a algunas ruedas de prensa pronunciar frases como “el PP ha vuelto” y deslizar críticas sobre la gestión del anterior Gobierno en Catalunya.
Pese a todo, Casado invitó al cónclave a los dos expresidentes, pero no logró la foto de la unidad. Aznar y Rajoy no están ya para posar juntos ante las cámaras de la prensa y la televisión. Rajoy escogía asistir este viernes, justo después de viajar a Sevilla a la investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla como nuevo presidente de la Junta de Andalucía y Aznar, participará este sábado.
La primera jornada del congreso ideológico suponía, por tanto, el regreso de Rajoy al PP después de que hace siete meses se viera obligado a renunciar a la presidencia del partido tras perder en el Congreso de los Diputados la moción de censura que presentó contra él el hoy presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Para su reaparición se ha elegido un formato encorsetado –un diálogo con la presidenta del Congreso, Ana Pastor, amiga y una de las personas más cercanas al expresidente– tal y como había reclamado el propio Rajoy.
Lejos de querer dejar un mensaje que pudiera interpretarse como una injerencia en la actuación de la nueva dirección de su partido –cuando dimitió, insistió en que iba a ser “leal” a su sucesor y desde entonces no ha concedido entrevistas ni se prodiga en los medios de comunicación–, Rajoy optó por un perfil discreto. No dedicó a su sucesor los ataques que él mismo ha recibido de José María Aznar todos estos años, pero evitó también mojarse a favor de la dirección de Casado, a quien apenas dedicó un agradecimiento por la invitación a la convención. Ningún otro mensaje de apoyo o respaldo al que ahora es el líder del partido.
Incómodo ante las cámaras
El expresidente no quiso tampoco hablar con la prensa ni por la mañana en Sevilla, a donde se desplazó para arropar a Moreno, a quien él mismo situó como candidato a la Junta en 2014, ni por la tarde en IFEMA, el recinto ferial en el que se celebraba el cónclave del PP. A Rajoy se le veía especialmente incómodo a la entrada al edificio junto a Casado, cuando las cámaras y los micrófonos le pedían una valoración o una declaración sobre lo que esperaba de la convención que Casado ha planteado como de la renovación ideológica.
El semblante serio, en ocasiones con media sonrisa, acompañó a un canoso Rajoy durante apenas las dos horas que pasó en el plenario, sentado en primera fila, junto a Casado. Saludó a Soraya Sáenz de Santamaría, su vicepresidenta, que también hacía una excepción y volvía a un acto del PP tras perder las primarias en julio. Y también abrazó al presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, de forma algo más cariñosa que el frío saludo que le dedicó en el congreso que encumbró a Casado, donde quedó de manifiesto el descontento del expresidente después de que el máximo mandatario de la Xunta evitase respaldar a Santamaría, como Rajoy le había pedido.
En lugar de abrazar los nuevos postulados del PP “sin complejos”, el expresidente mantuvo su tono de siempre. “Conviene tener claridad en los principios y creo que nosotros lo tenemos muy claro, pero luego hay que estar en la realidad. No es bueno el sectarismo ni son buenos los doctrinarios en ninguna faceta de la vida. En política, tampoco”, aseguraba durante su conversación con Pastor en la única frase de contenido político que pronunciaba en el diálogo centrado en la vigencia de la Constitución y la historia del PP.
Su habitual ironía
Rajoy hizo una sola concesión para mostrar su perfil más personal. “La gente me trata muy bien y aquellos a los que no les gusto, que son muchos, pues tienen el buen gusto de no contármelo”, relataba el que fuera líder de los populares con su ironía habitual. En su reencuentro con la militancia tuvo una frase para reconocer que ha tenido “momentos” en los que lo ha pasado “francamente mal”, a pesar de que intente quedarse “con lo bueno” porque tiene la suerte de que olvida “todas las cosas malas” que le pasan en la vida. “Es muy importante, vives feliz”, insistía, provocando una nueva carcajada en el público.
“Ha sido muy Rajoy”, era una de las frases que más repetían los dirigentes del PP en los pasillos y alrededores del escenario de la convención. Uno de sus exministros apuntaba que con sus referencias personales el expresidente demostraba ser “muy humano”.
A las 19.30, apenas dos horas después de entrar en el plenario, Rajoy abandonaba el recinto ferial también de forma discreta, por una puerta lateral donde le esperaba su coche oficial. Se marchaba después de escuchar el discurso de Adolfo Suárez Illana, un alegato en favor de la Constitución con alusiones a la Guerra Civil y a discursos de Manuel Azaña. El expresidente no volverá a la convención en todo el fin de semana. El sábado es el turno de Aznar.