“Me siento orgulloso de haber cumplido con mi deber aunque haya gente de los servicios secretos que me odie”
Sobre Mikel Lejarza se ha hecho una película y se han escrito muchos libros, pero esta es la primera vez que 'Lobo' cuenta su historia en primera persona. Lo hace con la ayuda del periodista Fernando Rueda y repasa no solo la infiltración en ETA que lo hizo famoso, sino todas las operaciones de espionaje posteriores en las que ha participado.
En Yo confieso. 45 años de espía (Roca Editorial), Lejarza y Rueda cuentan todo lo que le ha pasado al agente de los servicios secretos españoles desde aquella primera misión que supuso un enorme golpe para la banda terrorista. ETA aún mantiene la amenaza de muerte y él defiende en el libro que el momento más peligroso de su vida es ahora.
El libro incorpora además la visión de la mujer de Lejarza, que aporta su experiencia en algunos de los capítulos que se narran. 'Lobo' cuenta además su relación con el CNI y avisa de que no sabe cómo va a sentar allí lo que cuenta en estas memorias.
¿Cómo surge la idea de escribir este libro? ¿Cuál es el propósito?
Rueda: Si hay una historia que falte por contar en España es la de Mikel. Se infiltra en ETA en 1974, ahora se cumplen 45 años, y esa infiltración dura un año. Hay más de 300 detenidos, dos tercios de la infraestructura de ETA se acaba. Después de eso, Mikel sigue trabajando. Durante 15 años hace lo que yo llamo la etapa del oeste: con un grupo de agentes se dedica a ir persiguiendo etarras para poderlos detener.
Luego él se infiltra en medios de comunicación en Catalunya en la época más dura del espionaje de todo tipo: en la época de Mario Conde, de Catalunya, de Javier de la Rosa... Él está ahí trabajando para un empresario y trabajando para el servicio secreto. Cada cinta que él grababa con cualquier objeto, que le pagaba el empresario, iba luego al servicio secreto. Yo sé que después de eso él sigue trabajando. Esa es la historia que yo quiero contar.
Hay mucha gente joven que ha escuchado hablar del Mikel infiltrado en ETA y quiere conocer esa parte de la historia. Es la primera vez que se cuenta en primera persona. Ese es el reto, contar esa historia.
¿Cómo contactó usted la primera vez con Mikel Lejarza?
R: Hace 26 años escribo mi primer libro, que se llama La Casa, cuando no se había publicado nada en este país sobre los servicios secretos. De repente, yo empiezo a ir a muchos sitios de promoción. Y en algunas de las entrevistas en radio entró un par de veces Mikel, ese es mi primer contacto. Pero nunca le conocí.
Pero hace 12 años yo era subdirector de Interviú y el director era Manuel Cerdán. Una vez, tuve la oportunidad de que Cerdán me presentara a Mikel. Luego establecimos una relación personal. Una de las grandes novedades de este libro es que interviene Mamen, su mujer, lo que añade una versión absolutamente novedosa. Yo tuve la oportunidad de conocer a Mamen mucho tiempo después y me echó una bronca enorme, porque decía que yo había criticado a Mikel, y es verdad.
¿Y ahora qué relación tienen Mikel y usted?
R: Hay una relación de amigos, llevamos muchos años compartiendo comidas, puros, buen vino...
La iniciativa de contar esta historia surge de él.
R: Esta es una historia que hace ya mucho tiempo que Mikel me comenta. Él quiere contar su historia, no quiere que los demás la cuenten. Este es el mensaje importante de este libro. Se hicieron libros, una película, pero en esta se muestra que Mikel está en ETA y es un traidor, y eso él dice que “es mentira”. La diferencia entre traidor e infiltrado es que el traidor está dentro de la organización y lo sacan, y el infiltrado es alguien de los servicios secretos que entra ahí.
Es verdad que yo le he dicho que había que hacerlo en primera persona, pero es él quien quiere contar la historia. Él quiere contar su historia conmigo, que soy posiblemente el periodista que peor relación mantiene con los servicios secretos, porque quizá él dio prioridad a que conmigo iba a poder contar lo que quisiera. A lo mejor con otro periodista no.
En el prólogo comenta que muchos españoles creen que Mikel Lejarza, después de la infiltración en ETA, se dedicó a una vida de comodidad y riqueza. ¿Por qué cree que hay esa percepción?
R: En el libro queda claro que cuando él sale de ETA se produce una campaña intencionada de imagen del servicio secreto para hacerle desaparecer, y por eso se filtra que se ha ido a las Bahamas a vivir la buena vida y que le han hecho rico. En parte se busca decirle a ETA “no le persigáis porque no le vais a encontrar”. Pero también se asienta eso porque Mikel sigue actuando bajo la figura del agente oscuro. Es alguien que trabaja para el servicio secreto, cobra todos los meses del servicio secreto, pero no está en la nómina del servicio secreto.
Cuando a Mikel le detienen en Catalunya, el juez pide que el servicio secreto identifique a Mikel Lejarza como uno de sus agentes y el servicio secreto contesta que no trabaja para ellos, porque no está en nómina. En nómina hay ahora mismo 3.500 agentes, pero hay mucha más gente trabajando para el CNI. El CNI ha negado muchas veces que Mikel esté a sueldo de los servicios secretos. En aquella ocasión el propio Mikel lo negó, pero ahora lo cuenta, cuenta que estaba en nómina y no ha parado de cobrar. ¿Eso es un agente? Obviamente, sí.
Ha mencionado usted varias veces a los servicios secretos, que ahora han salido en varios titulares de prensa –como a raíz del caso Villarejo–. ¿Cómo cree que está ahora la imagen de los servicios secretos españoles?¿Está dañada o goza de prestigio?
R: Yo empecé a hacer periodismo sobre los servicios secretos en los años 80. He vivido una etapa en la que el servicio secreto estuvo vinculado con los GAL, otra etapa en la que el servicio secreto espiaba al rey, al Gobierno y a todos en los años 90. Aquella era un desmadre.
Frente a todas esas cosas, la etapa actual creo que es mucho mejor que esa. El servicio secreto ahora está mucho más tecnificado. En mi primer libro cuento que el final de ETA se produce porque el servicio secreto llega a descubrir el sistema de espionaje masivo y consiguen localizar a los etarras, incluso en el sur de Francia. Técnicamente son muy buenos, consiguen mucha información muy buena.
Otra cosa es que el servicio secreto haya estado metido en el GAL, en el espionaje masivo y ahora en el tema de Villarejo. De esto trata el libro de Mikel, de las alcantarillas. Y el servicio secreto siempre está en las alcantarillas.
[En este momento de la entrevista, Fernando Rueda llama por teléfono a Mikel Lejarza y pone el altavoz para poder hablar con él.]
Señor, Lejarza lo primero que quería preguntarle es por qué decidió escribir este libro.
Lejarza: No había pensado escribir este libro nunca, no tenía intención de hacerlo. Pero en nuestros múltiples contactos, en los que hemos podido hablar mucho, siempre le decía a Fernando “posiblemente algún día se escribirá este libro”. Hubo un momento, hace año y medio o dos años, en un momento en el que yo salía del edificio central del servicio secreto de una reunión con el director general [Félix Sanz Roldán], él me comentó un tema de ETA, en el que algo había hecho la policía, pero el CNI no había hecho nada. Unos días más tarde, me encontré con Fernando y le dije “ha llegado el momento de escribir el libro”. Felix me decía que escribiese un libro de sentimientos, de momentos difíciles, pero no sé hasta qué punto tenía la idea de cómo lo iba a hacer. Cómo vas a contar tus sentimientos y tus momentos malos sin que ese libro moleste a muchos. Llegó ese día y se lo dije a Fernando, ha llegado el momento de escribir el libro.
En el libro hay un repaso a todas sus operaciones, la más conocida es la infiltración en ETA. ¿De cuál se siente más orgulloso?
L: Los agentes como yo no tenemos ese sentimiento de sentirnos orgullosos por un trabajo o por otro. Han sido muchos trabajos, algunos que no se pueden plasmar. Orgulloso no te puedes sentir de nada, porque si haces el primero y sale bien, para ellos perfecto, pero para mí no. Si haces otro y algo no sale bien, lógicamente el muerto eres tú. En Barcelona hicimos un trabajo con un pequeño grupo de personas y resulta que caemos a un pozo de mierda. No tenemos esa ventaja de sentirnos orgullosos por un trabajo, por una cosa bien hecha.
La vida pasa, haces tu trabajo y punto. Me siento orgulloso de haber hecho mi labor, de haber cumplido con mi deber, de haber sido leal y legal al máximo, aunque haya mucha gente incluso de los servicios secretos que me odie.
En el libro hay una parte en la que se cuenta que los servicios secretos españoles le dejan en el ostracismo, luego lo recuperan y acaba siendo incluso galardonado en un acto con el director del CNI Sanz Roldán. ¿Cuál es su actual relación con el CNI?
L: El tiempo que ha estado Félix ha sido un tiempo bastante bueno para mí. Ha habido también años anteriores con buenas relaciones.
R: Ha sido con Javier Calderón cuando lo pasas fatal.
L: Esa época fue nefasta para mí. Fui arropado por mi oficial del caso y alguien más, pero era el momento más duro para mí. Calderón dijo “Mikel es un muñeco roto”, y le contesto en el libro porque en ese momento no pude. Justo con el cambio de Gobierno, las mentalidades de muchos cambiaron.
En este momento actual no sé como estoy, no lo sé ni yo. Este libro, en el que yo me desnudo, cuento cosas de las que yo no me siento orgulloso. Era otra forma de trabajar, otros momentos. Sé que este libro no va a gustar a mucha gente y ahora mismo mi situación con el CNI no sé cual es, no sé qué va a pasar.
ETA ha dejado de matar, ha escenificado una entrega de armas, y sin embargo en el libro comenta que es el momento más peligroso para usted, ¿por qué?
L: Ha terminado su lucha armada porque ya no podían avanzar más, crucemos los dedos pero tampoco digamos que ha terminado del todo. Lo que no ha terminado es el odio. Hay lugares donde no se puede ir. Falta mucho para que termine todo.
Para mí es mucho más complicado porque la amenaza contra mí sigue hasta que yo deje de existir. Ahora es mucho más fácil, cualquier loco que quiera buscar cinco minutos de gloria, en cualquier momento si lograra saber dónde estoy, intentaría liquidarme. Además, con una ventaja, antes yo sería una víctima del terrorismo pero ahora sería un delincuente el que me ha pegado dos tiros.
R: El IRA, en el acuerdo de Viernes Santo donde pone fin a la lucha armada se firma el 10 de mayo de 1998. En abril de 2006, Denis Donaldson, que era un topo del servicio secreto inglés en el IRA, fue asesinado en su casa de campo de un tiro con una escopeta de caza. El IRA y el Sinn Fein negaron tener ninguna relación con ese asesinato.
L: A eso es a lo que voy.
Quería hacerle un par de preguntas no tan pegadas al libro, sobre temas de actualidad. En los últimos meses hemos asistido a revelaciones sobre casos de espionaje, como la Operación Kitchen, en la que el Ministerio del Interior usó fondos reservados y puso a agentes de policía a requisar pruebas que incriminaban al PP en el caso Gürtel. ¿Qué opinión le merece este caso?
L: Cuando nosotros hicimos todo el trabajo de Catalunya, en muy poco tiempo conseguimos sacar una información exquisita. Eso abrió una puerta y parece ser que se pone de moda que múltiples detectives y grupitos se pusieran al servicio de ciertos políticos para sacar informes, y empezó la era de la venta de informes. Empezó esa guerra de dosieres, vemos ahora un caso claro.
R: Por aportar background, en Catalunya había una intención del Gobierno de espiar al presidente de Banesto, a Mario Conde y evitar que se quedara con el grupo de comunicación de La Vanguardia, de Antena 3 Radio, etc.
L: Eso fue un tema súper importante, trascendental. PP y PSOE estaban acojonados porque veían que este llegaba a presidente y estaba todo el mundo asustado, había que frenar aquello como fuera.
R: De alguna forma, a ti cuando os detienen a todos niegan completamente que tengáis algo que ver con el poder constituido, que es un poco lo mismo que ha ocurrido con la Operación Kitchen.
L: Es el pan nuestro de cada día del agente negro, el agente se come la mierda, tienes que engañar y aguantar. Este mundo es así, es un mundo sórdido.
Si hablamos de espionaje estos días hay un nombre que nos viene a la mente de todos, que es el del comisario Villarejo, ¿durante estos años de trabajo ha tenido alguna vez contacto con él?
L: Hace algunos años , a través de un amigo mío, que parece ser que le conocía, me dice: “Oye, me ha dicho Villarejo que te está ahí esperando ahí en sus oficinas”. Yo me reí y contesté: “¿Tú te has creído que me he caído de un guindo?”. Yo sabía perfectamente a qué se dedicaban este hombre y los que tenía a su lado desde hace muchísimo tiempo. Ya sabemos todos quién lo protegió y quién le puso ahí.
Esa es la diferencia entre un agente negro y un policía al que le das poder y le dejas ir por su cuenta.
¿A qué se dedica hoy Mikel Lejarza?
L: Mikel Lejarza hoy sigue haciendo las mismas cosas pero de otra manera. Ahora mismo estoy en temas internacionales, y cuando te metes en ese mundo, en el que llevo yo unos cuantos años, es mucho más duro que todo lo anterior. Pero ahí sigo, y si Dios me da fuerzas, ahí seguiré.