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Simon Garfield recupera la importancia de los mapas en su libro “En el mapa”
Aunque en la actualidad la palabra mapa sea, para la mayoría, sinónimo de herramienta para no perderse, el escritor Simon Garfield demuestra en su último libro “En el mapa” (Taurus) que ha servido como medio de grandes crónicas sobre el ser humano y la historia del mundo.
“Estoy interesado en el mundo de los mapas desde que, siendo un niño, tenía que mirar todos los días el mapa para coger el metro de Londres. Creo que cualquiera con un interés básico en la historia debería estar interesado en los mapas porque nos dicen mucho sobre cómo el ser humano ha evolucionado”, ha contado a Efe el escritor y periodista británico.
Sin querer ser una clase de historia, Garfield, hace de su libro un recorrido por la historia de los mapas que nace con Anaximandro, en el s.VI, quien dibujara la tierra como un disco plano rodeado de agua, hasta la visión que Google Maps, que ha facilitado conocer la Antártida desde el sofá de casa.
Pese a que el autor británico reconoce que “es imposible” resumir la historia del mundo en 10 mapas, sí que se ha atrevido a enumerar los que para él han significado más.
En este escalafón, “indudablemente”, se encuentra en el podio el que fue hecho por Ptolomeo (150 a.C) “por tener un enorme significado en nuestra historia”. Se trata de un documento a resaltar por tratarse del mapa con el que se marca el primer momento de esplendor de la cartografía, ya que traza paralelos y meridianos por primera vez.
En esta lista también incluye el “Mappa Mundi” de Mercator, quien en 1569 dibuja un mapa con la proyección que se usa en la actualidad para representar un mundo redondo en una superficie plana.
Y, además, Garfield ha destacado el mapa de Waldseemüller, donde por primera vez se encuentra la palabra América y se atribuye el descubrimiento de este continente a Américo Vespucio.
Pero para el periodista es importante también “no olvidarnos” de la importancia que en la actualidad tiene Google Maps, “por ser el mapa más usado, el más preciso y el más accesible”; así como de la importancia del mapa del metro de Londres, “por ser uno de los más copiados”.
En “En el mapa” no sólo se aborda la importancia del mapa según su relevancia histórica o utilidad, sino que resulta curioso leer cómo Garfield destaca también otros más curiosos cómo la Guía Michelin (1900), que marca el inicio de los mapas gastronómicos; o el mapa epidemológico de Londres hecho por Snow en 1853.
Este documento, según Garfield, es un “gran avance” en los mapas urbanos y abre una época de “saneamiento de las ciudades”.
El periodista ha confesado también que, de haber vivido en otra época, hubiera preferido ser creador de mapas antes que coleccionista.
En esta línea, para el autor de la obra, el “Atlas Maior de Bleau” (1672) es ésa obra ante la que se plantea: “¿por qué no la habré hecho yo?”.
“Incluso sería bonito -ha dicho- poder hacerme con uno de ellos algún día. Es el atlas de varios volúmenes más bello y lujoso que jamás se haya hecho”.
Precisamente es “un buen atlas mundial” la obra cartográfica que a Garfield le sigue resultando “más útil” en nuestros días.
“Especialmente para compararlo con otras ediciones y comprobar cómo ha cambiado el mundo. La cartografía digital en nuestros ordenadores y teléfonos puede ser muy útil, pero no hay nada como el despliegue de un gran libro de los mapas para obtener un verdadero sentido de donde uno está en el mundo”, ha especificado.
Y es que, para este autor de best sellers como “Es mi tipo. Un libro sobre fuentes tipográficas” (Taurus, 2011), es motivo de “gran vergüenza” pensar que las generaciones más jóvenes se vean siempre “como el centro de los mapas”, en vez de ver una visión más amplia de su “lugar en el mundo”.
“Creo que las personas que pasan mucho tiempo al aire libre se dan cuenta del valor de los mapas que se doblan, sobre todo cuando no hay cobertura GPS. Pero no hay duda de que la cartografía digital representa un emocionante futuro también”, ha concluido.
Por Pilar Martín