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El frente del no a Sánchez agota sus últimos cartuchos en Madrid y Barcelona

Inés Arrimadas, en la rueda de prensa posterior a la reunión de la dirección de Ciudadanos el 2 de enero.

Iñigo Sáenz de Ugarte

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Separadas por océanos de desconfianza, las derechas española y catalana tienen algo en común. La idea de cuanto peor, mejor. Asumir riesgos con vistas a normalizar la situación y reducir la crispación sería un error que no van a cometer. El PP prefirió llamar traidor a Pedro Sánchez –la misma medicina que aplicó a Zapatero– antes que explorar la vía de atar al líder del PSOE con un apoyo a su reelección que le alejara de los independentistas. Algo parecido ocurre con Ciudadanos con el agravante en su caso de que ha pagado un precio muy alto por ello. El partido de Rivera ya no tiene a Rivera, aunque mantiene la estrategia de Rivera por razones que sólo conocen sus dirigentes.

Lo mismo en Barcelona. Quim Torra y JxCat han preferido mantenerse al margen de las conversaciones entre el PSOE y ERC, lo que no quiere decir que estén a favor de aprovechar la situación para alcanzar algún tipo de acuerdo político con el Gobierno central que les pueda beneficiar sin ningún tipo de desgaste ante sus seguidores. Mantener la estrategia de la tensión es más rentable para el partido de Carles Puigdemont. La disposición de ERC a negociar les resulta muy molesta, mientras otros actores del movimiento independentista no tienen que mostrarse tan circunspectos en público y acusan a los republicanos de cobardía o traición.

A 48 horas del inicio del debate de investidura, Torra se reunió con el vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, para dejar patente lo mucho que le desagrada la idea de la negociación con Madrid. “No se puede negociar nada al margen del Govern”, dijo el jueves tras un encuentro que no duró mucho, menos de una hora. Esos acuerdos dicen lo que dicen –desde luego, no dicen nada de ceder un centímetro–, y no se pueden tocar, por lo tanto la negociación es anatema. JxCat cree tener derecho de veto sobre las iniciativas políticas de ERC como partido.

Aragonès proponía defender juntos la autodeterminación, pero eso es irrelevante. Da igual que sea la autodeterminación, la cultura catalana o los castellers. Para Torra y Puigdemont, cualquier negociación debe concluir con la convocatoria de un referéndum de independencia, como dejó claro el president en su visita a Madrid el año pasado. Para llegar a ese objetivo, la confrontación debe seguir al más alto nivel, y eso incluye rechazar la investidura de Sánchez. Y si unas terceras elecciones llevan a la derecha a La Moncloa con el apoyo de Vox, tanto mejor. Así será peor la imagen de España en Catalunya.

La confusión en que vive JxCat ha tocado techo con unas declaraciones de Laura Borràs, su portavoz en el Congreso, que ha amenazado con la convocatoria de elecciones anticipadas en Catalunya si ERC se abstiene en la investidura. ¿Está amagando JxCat con un paso que Esquerra estaba dispuesta a dar dentro de unos meses y que era rechazado por el partido de Puigdemont?

Es pronto para saber si la investidura va a cambiar tantas cosas en la política catalana como para hacer posible ese giro inesperado en la trama, pero a primera vista parece una versión un tanto extraña del 'chicken game': amenazas con chocar de frente cuando tú conduces un turismo y el otro, un todoterreno. La competición se equilibra un poco si convences a los vecinos de la calle que lancen sus macetas y muebles sobre el todoterreno con la esperanza de que se vaya contra una pared antes de impactar con tu vehículo. Igual es eso en lo que está pensando Puigdemont.

JxCat no es el único partido que emplea todos los recursos en su mano para bloquear la investidura. En su ardua tarea por continuar siendo relevante, Ciudadanos apuesta por lo que podríamos llamar la vía boliviana. Inés Arrimadas ha reclamado a los barones socialistas el derrocamiento de su líder: “Esperamos de los barones del PSOE la misma valentía que tuvieron hace unos años cuando le frenaron los pies a Sánchez”.

No es sólo retórica. Dijo que telefoneará a esos dirigentes para convencerles de las ventajas de la conspiración. Ella lo llama valentía. Los barones preferirían denominarlo suicidio ejecutado a plena luz del día y delante de todo el mundo.

Por eso, no tardaron mucho en responder a Arrimadas. “El teatro, el bueno, se hace en los teatros. No hagáis teatro, el malo, en la política”, le dijo Guillermo Fernández Vara. La dirigente de Cs ya ha conseguido algo con su llamamiento desesperado: reforzar la cohesión interna del PSOE poco antes de que se formalice el pacto con Podemos y el semipacto con ERC. Gran jugada en un homenaje involuntario a Ionesco.

En esta investidura a la carrera para que ninguno de los que están fuera de la pomada pueda tumbarla, el jueves fue testigo de dos hechos esenciales. La dirección de ERC confirmó su acuerdo con el PSOE para propiciar la reelección de Sánchez con su abstención. Y lo hizo de forma rotunda. 196 de los 203 integrantes del Consell Nacional votaron a favor. Si Torra y Puigdemont querían intimidar a los republicanos, está claro que no lo consiguieron.

El segundo paso imprescindible era dar a conocer el texto del acuerdo. No es un pacto con contenidos políticos concretos, sino un mecanismo para la negociación directa entre el Gobierno español y el Govern en el que el PSOE acepta debatir cualquier propuesta que llegue de Barcelona. El único límite estará en “los principios que rigen el ordenamiento jurídico democrático”. Unos dirán que es la Constitución y las leyes existentes. Quizá otros se refieran a su idea de lo que deben ser esos principios en una sociedad democrática.

El acuerdo tenía que ser genérico si se buscaba que saliera adelante en circunstancias políticas mucho más complicadas que las que podían haberse producido en julio, como ya advirtió entonces Gabriel Rufián. Veremos si en tres meses las condiciones para esta distensión entre PSOE y ERC siguen siendo propicias y los dos partidos interpretan el pacto en los mismos términos. En la política española, ya sólo se pueden hacer inversiones a corto plazo.

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