Urdangarin, Torres y la infanta convierten al asesor Miguel Tejeiro en el testigo a seguir del juicio Nóos
Cuando el próximo miércoles la jueza Samantha Romero pronuncie el nombre de Miguel Tejeiro, las cámaras que retransmiten en directo el juicio del caso Nóos comenzarán a enfocar al hombre al que Iñaki Urdangarin, Diego Torres y la infanta Cristina han decidido cargar con el muerto de la trama de delitos fiscales y blanqueo de dinero que les ha llevado al banquillo. Tejeiro es el “asesor fiscal” al que una y otra vez se han referido los antiguos socios durante el juicio como el responsable de llevar por mal camino la filantrópica tarea que habían puesto en marcha con su ONG.
Miguel Tejeiro fue el motivo del quiebro en el aséptico interrogatorio que Pau Molins, el letrado de Cristina de Borbón, había preparado para su defendida. En un momento del mismo, cambió las preguntas precisas para lanzar otra genérica: “¿En quién confía usted?”. Tan inconcreta fue que la propia infanta tuvo que corregir a su abogado: “¿Confío o confiaba?”. El letrado rectificó y ella enumeró un conjunto de personas tan heterogéneo que iban desde sus compañeros de trabajo de entonces a su familia, pasando por el asesor fiscal de su marido.
La siguiente pregunta ya se adivinaba. ¿Y en el asesor fiscal de su marido sigue confiando? “No, ahora no”, respondió la hermana del rey, terminando de dibujar la diana sobre Miguel Tejeiro que habían empezado a trazar en sesiones precedentes Diego Torres y Urdangarin.
El exduque de Palma, sin embargo, había señalado en 2012 a su exsocio Torres, lo que desató una guerra entre ambos, en la que el antiguo profesor de ESADE utilizó como artillería los correos electrónicos de Urdangarin que habían quedado alojados en el servidor del Instituto Nóos.
A pesar del daño que esos mensajes han hecho a la monarquía, pero sobre todo a Urdangarin, incluida su vida familiar, los exsocios se exhibieron dialogantes en las primeras sesiones del juicio. ¿Qué había ocurrido? La respuesta a esta pregunta no ha trascendido, pero hay un hecho durante sus declaraciones que permite adivinarlo: ambos han compartido una estrategia, que pasa por responsabilizar a sus asesores, con Miguel Tejeiro al frente, y por poner el énfasis en que la Casa del Rey fiscalizaba todos sus movimientos. La declaración de Cristina de Borbón remató la jugada. “Todo lo que hacíamos era controlado”, dijo en un momento. “Confío plenamente en mi marido, que siempre ha sido asesorado”, apostilló.
A diferencia de los tres mencionados, Tejeiro comparecerá como testigo. Y parte de la explicación de por qué los focos se dirigen ahora hacia él se explica en la condición que tiene desde hace poco en el proceso, después de haber sido absuelto al inicio de la vista. Justo antes de que comenzara la fase de juicio oral, la última acusación que sobre él pesaba, la de Manos Limpias, fue retirada. De 11 años como cooperador de todos los delitos de Urdangarin y Torres, la acusación popular pasó de un plumazo a eximirle de cualquier responsabilidad. Cuestión de “estrategia procesal”, alegó la abogada Virgina López Negrete.
El juez Castro afirmó de él en el auto de apertura de juicio oral que actuó como “una especie de eminencia gris que, de una manera u otra, siempre se encontraba presente en prácticamente todos los estadíos delictivos que rodearon a la Asociación Instituto Noos de Investigación Aplicada, a Iñaki Urdangarín y a Diego Torres”. Miguel Tejeiro es hermano de Ana María Tejeiro, mujer de Diego Torres y también en el banquillo de los acusados.
La Fiscalía Anticorrupción lo había hecho antes, en julio de 2014. Su hermano Marco Antonio, el contable de la trama, alcanzó un pacto con Pedro Horrach por el que se prestó a confesar todo lo que sabía de la ingeniería contable de Torres y Urdangarin, a cambio de rebajar sustancialmente su condena. Como mucho será condenado a dos años y no entrará en prisión.
Manos Limpias puede argumentar que, al comparecer como testigo, Miguel Tejeiro tendrá que decir toda la verdad, a riesgo de que el tribunal deduzca testimonio y se abra causa contra él por falso testimonio. Tejeiro confesará, previsiblemente, las irregularidades de los principales imputados. Las evidencias están en los correos incautados al excolaborador del CNI Matías Bevilacqua, a quien se incautaron mensajes en los que Tejeiro confesaba los detalles de la trama ilícita. Bevilacqua también declarará como testigo.
Los supuestos vigilantes de la Casa del Rey
Más adelante se sentarán en el banquillo para prestar testimonio Carlos García Revenga, José Manuel Romero y Federico Rubio. Ellos encarnan el supuesto conocimiento y control que la Casa del Rey ejercía sobre las actividades de Torres y Urdangarin, según han declarado ellos y la infanta.
García Revenga era la sombra de la infanta y llegó a estar imputado. Urdangarin le ha dicho al tribunal que “no daba un paso en la vida sin consultárselo antes” al secretario de las infantas.
Por su parte, José Manuel Romero, conde de Fontao, era el asesor jurídico del rey Juan Carlos, el encargado de advertir a Urdangarin en febrero de 2006 que tenía que abandonar el Instituto Nóos. A pesar de ello, el exduque ha asegurado que nunca recibió reproche alguno de la Casa del Rey por sus actividades.
Por último, Federico Rubio es el funcionario del Ministerio de Hacienda que se encargaba de las declaraciones de la infanta y, según ha dicho Urdangarin en el juicio, también de las suyas hasta que el matrimonio se marchó a vivir a Estados Unidos en 2009. Iñaki Urdangarin también puso en duda que sus asesores hubieran facilitado a Rubio la información adecuada para que realizara sus declaraciones a Hacienda.