El artista italiano Alexsandro Palombo dio a conocer hace unas semanas una serie de dibujos en los que criticaba la actitud de Disney hacia la discapacidad. Representó a personajes femeninos como Blancanieves o Pocahontas y les añadió una pierna ortopédica, les quitó un brazo, las puso en una silla de ruedas... Algo similar a aquel escaparate de moda en la que los maniquíes eran retrones. El título de la colección era muy claro: ¿Te gustamos todavía?
Dice Palombo que “es un mensaje contra la discriminación, un mensaje para redefinir los estándares de belleza”. Que Disney “sugiere un mensaje falso, un ideal imposible de belleza”. Y se pregunta “¿vio usted alguna vez a una protagonista discapacitada en una película de Disney?”
Al leer la noticia me acordé de un artículo ya viejo en el que se criticaba que los protagonistas de Friends fueran blancos, sanos y heterosexuales. Con la de negros, hispanos, gays, gordos y retrones que hay en Nueva York, qué casualidad que los 6 fueran como de portada de revista. Pero ¿era casualidad? ¿Era premeditado? ¿O simple inercia?
Cuando un guionista se pone a escribir, no se plantea su historia como si fuera una televisión pública en elecciones: tengo que meter a un negro cada 3 capítulos, una lesbiana al final de la temporada y en algún momento debería aparecer un cascao que no dé mucha pena.
En ese artículo sobre Friends se planteaba la posibilidad de establecer ciertas cuotas para las series. Entonces pensé que era una exageración, que el arte no se puede pautar, que la discriminación positiva es necesaria en educación y trabajo pero no en la ficción. Ahora, no lo tengo tan claro. Llevo días pensando sobre el tema y no logro formar una opinión clara y fundamentada.
En varias ocasiones he dicho que la visibilidad de los retrones es muy necesaria. Que sería bueno que hubiera ciegos y sordos y síndromes de Down y paralíticos y tipos sin brazos en los medios de comunicación y en diferentes ámbitos de la vida pública. Estoy convencido de que esta visibilidad debería aplicarse a la ficción. Pero ¿cómo?
Quizá dependa del personaje y de la habilidad del guionista. No es lo mismo meter un ciego “porque toca” que darle un sentido. Recuerdo la película Notting Hill, en la que salía una chica en silla de ruedas y se aprovechaba de su situación para colarse en un hotel y que Hugh Grant se ligase a Julia Roberts. No quedaba forzado. Hace unos días, sin embargo, vi la última de David Trueba, Vivir es fácil con los ojos cerrados. En ella aparecía un adolescente en silla de ruedas y con parálisis cerebral; los 2 jóvenes protagonistas se acercan a él y le hablan y lo mueven por la arena… Me pareció muy artificial. (¿Alguien la ha visto? ¿qué opina sobre esas escenas?).
Mientras pensaba en el tema de las cuotas en pantalla, leí en Diario Turing un artículo sobre el sesgo de género en internet. Allí se hablaba del test de Bechdel, una prueba que mide la brecha entre hombres y mujeres en el cine. Para aprobar este test, deben darse estas condiciones:
- En la película salen al menos dos personajes femeninos
- Dichos personajes deben hablarse la una a la otra en algún momento
- Dicha conversación debe tratar sobre algo que no sea un hombre
Al parecer, no es tan fácil. Pulp Fiction, La guerra de las galaxias o Desayuno con diamantes no han pasado el test. Aquí, 50 películas que sí lo han hecho. Existe también una variedad de este test aplicado a las relaciones no heterosexuales: el test Russo.
Me pregunto si sería posible establecer un test retrón para películas. Para aprobar, se me ocurre que deberían darse estas condiciones (es una idea abierta):
- En la película sale al menos 1 personaje con discapacidad (¿por qué no 2? Porque las mujeres son la mitad de la población, y los retrones no)
- Este personaje debe hablar a otro en algún momento (y no sólo un mero intercambio de saludos)
- Esta conversación debe tratar sobre algo que no sea la discapacidad (pueden hablar del tema, pero no debe quedarse allí)
¿Alguien se anima a hacer un listado de pelis en las que aparezcan retrones y las sometemos a examen?