¿Qué es el turismo accesible?
Podría decir que es disfrutar del ocio y del tiempo libre con autonomía, de una forma normalizada. Es decir, sin tener que montar el número de la cabra para irse de escapada un fin de semana al, se me ocurre, valle del Jerte a ver los cerezos en flor. Placer sencillo.
Me atrevo a decir que ese turismo aún no existe en España. Al menos no de forma generalizada. Sí, se promueven jornadas de sensibilización, dirigidas a los profesionales del sector y a las administraciones públicas para que sean conscientes de la necesidad de la accesibilidad del turismo, como las llevadas a cabo por PREDIF (Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física), y cuya página web recomiendo, que viene promoviendo un turismo autónomo y accesible desde hace años y que no deja pasar una edición de FITUR sin poner el acento en la accesibilidad del sector. Y recuerdo que FITUR es la feria líder sobre turismo, el punto de encuentro global de los profesionales del sector turístico, el escaparate internacional de mayor relevancia. Sin embargo, las personas con discapacidad seguimos teniéndolo bastante más complicado para salir de casa y disfrutar, según el tipo de discapacidad, por ejemplo, de un baño en el mar, o de una ruta de senderismo. Vaya, que no estoy mencionando escalar el Himalaya o dar la vuelta al mundo pernoctando en hoteles de lujo. Si algo nos sobra en España son playas, y rutas por las que hacer senderismo tampoco escasean. Turismo low cost, asequible a todo el mundo, pero vedado a muchas personas con discapacidad física o sensorial.
Y es que no vale improvisar. Un retrón no puede levantarse un sábado con la ventolera de querer irse a la playa. Así sin más. Como mínimo necesita un transporte adaptado, en el que quepa su silla de ruedas, una playa provista de rampas y lo necesario para conducirle sobre la arena hasta el agua y, vital, baños accesibles. No me gusta decir baños adaptados, porque las personas con movilidad reducida no necesitan baños adaptados, sino que cuando se planifiquen las infraestructuras éstas prevean baños que todos podamos usar con la misma autonomía, desde nuestra diversidad, en todos los lugares públicos. Y si eres ciego, al mar podrás meterte, pero lo de encontrar la sombrilla tras el chapuzón, esa ya es otra historia para no dormir.
¿Cuántos de vosotros conocéis, así sin pensarlo mucho, una playa que reúna estas tres características? Las banderas azules ondean con orgullo en muchas de ellas, pero habría que preguntar a los afectados por la falta de infraestructuras accesibles si las merecen o apenas son un trofeo con el que aparecer en los titulares de la prensa local como distintivo de buenas prácticas.
Mientras tanto… mientras la realidad cambia… mientras las jornadas de sensibilización van modificando el ideario del sector turístico, mientras encuentro la sombrilla tras el baño, nos quedaremos consultando –y soñando- con las aplicaciones para smartphones, como Tur4All, que recogen toda la información sobre las condiciones de accesibilidad de los establecimientos turísticos de toda España y las docenas de guías y APPS que no dejan de lanzarse con similares fines, que, por cierto, bien podrían coordinarse y unificarse. Así que de ventolera e improvisación nada. Los placeres más asequibles a veces son los menos accesibles.