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La ardilla roja (Sciurus vulgaris) está resultando ser una expansionista de cuidado en Andalucía. Si los primeros registros la ubicaban sobre todo en la provincia de Jaén, aunque con alguna pequeña colonia también en Málaga, hace pocos años se constató que se había asentado en Córdoba y ahora le ha tocado el turno a Sevilla, donde se ha certificado por primera vez su presencia. En concreto, fue el pasado mes de marzo en el municipio sevillano de Badolatosa, con lo que ya está en la mitad de las provincias andaluzas.
La imagen fue captada mediante fototrampeo, y todo parece indicar que el ejemplar habría llegado desde Málaga hasta un pinar de este municipio de la Sierra Sur que hace frontera con las provincias malagueña y cordobesa. ¿Y por qué habría emigrado desde Málaga y no desde Córdoba, si está presente en los dos sitios? Pues porque los asentamientos del sur de la provincia cordobesa se formaron con ardillas llegadas desde Málaga y la conexión Córdoba-Sevilla no es tan propicia en estos parajes.
Así lo apunta José Manuel Guerrero, profesor de Zoología de la Universidad de Córdoba y uno de los firmantes del artículo en el que se da a conocer el hallazgo, publicado por la Sociedad Española para la Conservación y el Estudio de los Mamíferos, Secem. “La ardilla roja es una especie autóctona que lleva un tiempo en expansión y está cada vez más presente en sitios a los que nunca había llegado”, sostiene el investigador, que recuerda que hasta hace poco “parecía confinada a la provincia de Jaén y a algunos puntos de Málaga”.
En cambio, de un tiempo a esta parte se ha constatado que “ha colonizado la provincia de Córdoba”, ha llegado al norte de Málaga y ya ha puesto su particular pica en Sevilla. Por cierto, todo apunta a que en el caso de Badolatosa no se trata de una introducción por el hombre sino que “ha llegado allí por sus propios medios”.
La ardilla roja ha estado siempre en la Península Ibérica y está repartida por toda Europa, con una presencia siempre ligada a masas arbóreas. Vive en los árboles y sólo usa el suelo para desplazarse o buscar alimento, con predilección por las piñas y frutos como bellotas y nueces. Se reproduce una vez al año, con camadas de entre tres y cinco crías, aunque no hay un censo que indique el número aproximado de ejemplares.
¿Y a qué puede obedecer esa pulsión expansiva que parece tener en Andalucía de un tiempo a esta parte? Guerrero lo atribuye al “aumento de la masa forestal en España” propiciado, entre otros factores, por el abandono de algunas zonas agrícolas, algo que también está animando a los jabalíes. La captada en Sevilla estaba en un pinar aislado, pero para llegar hasta allí “ha tenido que atravesar zonas de olivar”.
De hecho, esa es una de las cuestiones que se apuntan en el estudio, la “capacidad de dispersión por paisajes alterados” de la especie, cuya presencia en Badolatosa supone una de las observaciones más occidentales hasta la fecha y “evidencia su reciente expansión en la región”. Las primeras pistas se tuvieron en febrero, cuando se encontraron numerosos restos de alimentación atribuibles a ardillas rojas: piñas roídas en el suelo con conos deshilachados y brácteas esparcidas al azar por el suelo.
Estos animales “han colonizado en Europa las áreas urbanas”, resalta el investigador, aunque en Andalucía se concentran básicamente en entornos rurales. Eso sí, ya han sido vistas en parques y zonas verdes de Jaén y Málaga.
Hasta la fecha no existían registros de la presencia de estos animales en Sevilla, pese a que autores como Machado y Núñez (1869) y Cabrera (1905) las citan en el municipio de Alanís, en la Sierra Morena sevillana. Sin embargo, Valverde (1967) lo puso en duda tras consultar a los propios habitantes de esta localidad.
Precisamente por Sierra Morena entraron desde Jaén al norte de la provincia de Córdoba, por lo que Guerrero no descarta que acaben también en lo que antes era la Sierra Norte de Sevilla, donde se asienta precisamente Alanís. De hecho, es previsible que sigan recorriendo Sierra Morena y peguen incluso el salto al norte de Huelva, y es que la dirección de esta peculiar colonización en Andalucía es de este a oeste por las zonas forestales septentrionales, “por la depresión del Guadalquivir no van a ir porque es un paisaje agrícola”.
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