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Honor y memoria en Montellano para los abogados asesinados en la matanza de Atocha

Alejandro Ruiz (segundo por la derecha) junto a otros protagonistas del acto.

Inmaculada Calahorro

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Un monolito en memoria de los abogados laboralistas de Atocha que fueron asesinados en Madrid el 24 de enero de 1977. De esta manera ha querido homenajear la Asociación de Víctimas del Franquismo de Montellano, presidida por Auxiliadora Fuentes, a estos letrados de lo que se conoció como la matanza de Atocha, y lo ha hecho con un acto de inauguración que ha tenido lugar este domingo en el municipio sevillano. En la ceremonia –que ha estado presidida por Alejandro Ruiz, el único de los abogados que sufrió el atentado y actualmente sigue con vida– han resonado las palabras de Javier Giráldez, ex director general de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, que ha apelado al deber de recordar el pasado ausente, “aquel que muchas veces no aparece en los libros de historia pero que nos ayuda a replantearnos el futuro que queremos en base al sufrimiento y los errores pasado”.

La Transición, lejos de ser un periodo pacífico y modélico, fue una etapa compleja y violenta en la que los ultraderechistas se aferraban a los últimos escollos de un franquismo oficialmente ya liquidado pero que todavía seguía dando coletazos. En este contexto, los pistoleros que ejecutaron el asesinato colectivo de tres abogados laboralistas, un estudiante de Derecho y un administrativo se “equivocaron” creyendo que aquel golpe iba a hacer retroceder a la democracia.

Así lo ha recordado José Esteban Garrido, presidente de la Federación Andaluza de Memoria Democrática, que subraya que la movilización durante el entierro, con más de 150.000 personas, provocó un movimiento imparable. De esta manera, el por entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, “no tuvo más remedio que mirar hacia delante, legalizando al poco tiempo el PCE y posteriormente a CCOO. Quisieron recoger un fruto y recogieron lo contrario”.

La noche del 24 de enero

Con este monolito, de esta manera, se pretende grabar en la memoria colectiva democrática lo que ocurrió aquel 24 de enero de 1977. Tres pistoleros fascistas, entre los que figuraban García Juliá de Fuerza Nueva y el falangista José Fernández Cerrá, irrumpieron en un despacho de abogados laboralistas ubicado en el número 55 de la calle Atocha acabando con las vidas de los abogados Francisco Javier Sauquillo, Enrique Valdevira y Luis Javier Benavides, del estudiante de Derecho Serafín Holgado y del administrativo Ángel Rodríguez Leal. Fernando Lerdo de Tejada, el tercero de los implicados, no llegó a entrar en el despacho. El objetivo de dicho atentado era Joaquín Navarro, dirigente del Sindicato de Transportes de CCOO en Madrid, que en ese momento ya se había marchado del despacho.

Otras cuatro personas resultaron gravemente heridas, entre ellas Alejandro Ruiz y Lola González. El propio Ruiz y José Esteban Garrido tuvieron un recuerdo especial para esta abogada, la “compañera Lola” y “sus tres muertes”. “En 1969 le mataron al que era su compañero, Enrique Ruano, y en el 1977 asesinaron a su posterior pareja, Javier Sauquillo, a quien ella misma vio morir en el atentado. Ella salvó la vida, pero el dolor y la desgracia acabaron con la suya”.

La importancia de preservar la memoria

Garrido ha recalcado la importancia de preservar la memoria para no repetir los errores del pasado y para que la lucha de los demócratas no fuese en vano. “Yo trabajaba en una fábrica de lejía, al día siguiente del atentado se paró y se convocó una asamblea, en la que el padre Gonzalo Mateo, subido en lo alto de un montón de palés, dijo que no podíamos permitir que matasen a los mejores y acabasen con la democracia”. Pasado el tiempo, reflexiona, “se ha visto que realmente ese era el camino: fijaos en todas las vidas, huelgas, despidos y destierros que costó que aquí llegara la democracia”.

“La democracia se consiguió en la calle, no fue un regalo, la consiguió el movimiento obrero, estudiantes, profesionales y demócratas”. De esta forma, ha reivindicado la importancia de inculcar estos valores a los más jóvenes, porque “el futuro pasa por los institutos, los colegios y la juventud”.

El movimiento obrero como objetivo

Los abogados laboralistas estaban en el punto de mira de los grupos ultraderechistas no solo por su vinculación con CCOO y el PCE, sino también por su compromiso con la democracia y su trabajo incansable para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. “La tensión fue muy grande durante aquel enero de 1977, entre otras cosas porque se organizó la huelga de transporte”, rememora Alejandro Ruiz. “Entre nosotros teníamos la costumbre de llevar a los compañeros en coche a su casa y esperábamos hasta que entraran”, relata.

En representación de CCOO y de todas las víctimas, el histórico militante y exdirigente del sindicato Jaime Baena, quien también sufrió en carne propia la represión franquista, ha agradecido a todos los que han puesto en marcha esta iniciativa. “Para nosotros este tipo de actos y memoriales dejan ver un recuerdo tangible de aquellas personas que dieron su vida en la Transición”.

Ruiz, por su parte, ha recalcado la importancia de abogar por los actos de memoria y las exhumaciones “ahora que aún estamos a tiempo”. “Cada vez va a ser más difícil conseguir que esos olvidados sean identificados, cada día es más complicado insistir en nuestro deber de memoria para que haya posibilidades de encontrar a esos familiares”. El encargado de poner el colofón ha sido Alejandro Ruiz, que ha vuelto a recordar a sus compañeros fallecidos y el dolor que le provoca oír hablar de represión, “en Gaza o en cualquier otro lugar”.

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