Los hosteleros piden que los bares de Sevilla que se saltan las normas pierdan la licencia de veladores
La progresiva recuperación de la normalidad que destruyó la pandemia tiene ahora uno de sus frentes de batalla en los veladores de los bares. El Ayuntamiento de Sevilla ya ha anunciado que será a lo largo de 2022 cuando se vuelva a la situación que había antes de la llegada del coronavirus, lo que choca con las reclamaciones de unas asociaciones vecinales que exigen una actuación más fulminante. Y a todo esto, el sector ha levantado la voz para defenderse: asegura que no hay más mesas en el exterior por la pandemia, culpa a la botellona del ruido que molesta a los vecinos y pide un endurecimiento de las sanciones para los hosteleros que se saltan las normas, con multas más cuantiosas e incluso la pérdida de licencia para instalar veladores.
Lo de darle una vuelta de tuerca a la ordenanza que regula las terrazas en el exterior se está hablando con el Consistorio, conscientes de que ahora se ponen multas por exceso de veladores que rondan los 600 euros y “no son ni coercitivas ni suficientes”. Así que el presidente de la Asociación de Hosteleros, Antonio Luque, reclamaba este miércoles que se aumenten las cuantías y que incluso se llegue a la retirada definitiva del permiso para poner estos elementos en la calle.
“Son hosteleros que faltan al respeto al sector y dañan a la ciudad y a los vecinos”, apunta Luque, que admite que el principal problema son estos “negocios que incumplen”. Y aunque la pérdida de la licencia sí que sería una medida efectiva, admite que darle encaje legal a esta demanda “no es fácil”.
Una convivencia complicada
La cuestión, en definitiva, es alcanzar un equilibrio que permita “la convivencia entre vecinos y empresarios”, aunque el sector entiende que más grave es la cuestión de los ruidos que impiden el descanso, y que de eso no tienen la culpa las terrazas. “El centro es una zona con ruidos pero no por los veladores, sino por el vehículo de Lipasam, una procesión o un concierto, el vecino tiene que entender que es un ruido que tiene que soportar dentro de la legalidad”, señala Luque.
¿Dónde está el problema de verdad a su juicio? En la botellona, porque si un bar cumple con las normas no es su responsabilidad que se produzcan concentraciones en determinadas zonas del centro. “Si hay un montón de jóvenes de Erasmus pegando gritos en la calle qué hacemos, prohibimos el Erasmus y le decimos a las universidades que no traigan más estudiantes”, se pregunta de manera retórica.
“Nos merecemos un respeto”
Y como considera que lo que ocurre es fruto de una situación que les excede, el mensaje que se lanza es que “no vamos a permitir ataques a la hostelería porque nos merecemos un respeto”. “Basta ya de que nos traten como a un sector de segunda o como a delincuentes”, apostilla Luque, que anuncia futuras reuniones entre vecinos, hosteleros y Ayuntamiento. ¿La receta? “Diálogo, consenso y sentido común”, lo que está por ver si ayuda a calmar los ánimos.
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