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Este es un espacio donde opinar sobre Sevilla y su provincia. Sus problemas, sus virtudes, sus carencias, su gente. Con voces que animen el debate y la conversación. Porque Sevilla nos importa.

La recuperación del canal de la Expo

La consejera de Economía, Hacienda y Fondos Europeos, Carolina España, acompañada por el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, el pasado jueves

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“No tiene sentido que, tres décadas después, esté absolutamente abandonado”. Desde esta modesta tribuna, suscribo, palabra por palabra, las declaraciones del pasado jueves de la consejera de Economía, Hacienda y Fondos Europeos de la Junta de Andalucía, Carolina España, sobre el canal de la Expo 92 y sus terrenos aledaños en la Isla de La Cartuja. En lo que quizás no estemos tan de acuerdo es en qué hacer para recuperar ese espacio de la dejadez y ruina que sufre desde que la exposición universal cerró sus puertas, en octubre de 1992.

La situación del canal de la Expo es uno de los ejemplos paradigmáticos del deterioro provocado por décadas de abandono de una parte del legado del certamen. Donde antaño surcaba las aguas Curro en moto acuática, bajo las vías del monorraíl elevado, ahora crece la hierba y sirve, o ha servido, de refugio a varias familias en un ilegal e insólito asentamiento chabolista. Sufrió una suerte parecida a la de toda la bancada de la Cartuja a la orilla del cauce vivo del río Guadalquivir, cuatro kilómetros de la nada asfaltada, donde también hay infraviviendas y se anima sólo las mañanas del fin de semana con raves clandestinas; o a la de los jardines Americano o del Guadalquivir que, pese a los diversos intentos de rehabilitación y puesta en uso, sufren severos desperfectos y notable falta de cuidados. O el propio paseo de Torneo, a la orilla del Guadalquivir (Rey Juan Carlos I), y frente al recinto, que sufre día a día la ausencia de mantenimiento.

Es cierto que toda la zona alrededor del lago está ocupada y en uso por Isla Mágica, el parque temático que ha encontrado un frágil equilibrio económico en los últimos años tras décadas de doping financiero público a través del ICO o las extintas cajas de ahorro El Monte, Caja San Fernando y luego Cajasol; y que el corazón de la isla está casi colmatado por un nutrido grupo de empresas, en origen de base tecnológica e innovadora, y varias facultades y escuelas de la Universidad de Sevilla, que dan vida y pujanza a la zona en horario laborable y diurno. Por no hablar del mal llamado Estadio Olímpico, al que cuesta trabajo llegar y del que resulta imposible regresar tras un evento deportivo o musical.

La sensación generalizada en la ciudadanía, al menos la mía y la de muchos con los que me relaciono, es que la ciudad vive de espaldas a La Cartuja, una enorme bolsa de terreno urbano que sigue sin terminar de integrarse en el día a día de la capital sevillana

La sensación generalizada en la ciudadanía, al menos la mía y la de muchos con los que me relaciono, es que la ciudad vive de espaldas a La Cartuja, una enorme bolsa de terreno urbano que sigue sin terminar de integrarse en el día a día de la capital sevillana.

Comercios y, cómo no, hoteles

Ahora, la propuesta que han pactado la Junta, propietaria de los terrenos del canal y alrededores, y el Ayuntamiento de Sevilla es la cesión del espacio para su incorporación al PGOU previa recalificación como espacio destinado a servicios (suelo terciario). El convenio incluirá también a los Jardines del Guadalquivir, que deberían recibir en el futuro mayor atención y cuidados que hasta ahora. La intención del consistorio del PP es, si logra aprobación en el pleno (para lo que necesita apoyo de PSOE o Vox, dada la escueta mayoría relativa con la que gobierna), autorizar allí la construcción de edificios para empresas no necesariamente tecnológicas, comercios y, cómo no, hoteles.

Así, una vez expuesto mi acuerdo con las autoridades regional y local en cuanto a la necesidad de hacer algo para rehabilitar este espacio abandonado y devolverle un uso de interés para la ciudad y sus vecinos, toca mostrar mi sorpresa sólo relativa ante la alternativa escogida. Y lo haré en forma de preguntas, la mayoría con respuesta. ¿Acaso no hay otra opción en esta bendita ciudad que construir hoteles y locales para bares, restaurante y terrazas? ¿Ésa es nuestra única alternativa económica? ¿La misma que en la fábrica de tabacos de la glorieta de las Cigarreras, que en el solar del Mercantil en la avenida Adolfo Suárez, que en el edificio anexo a la Maestranza en el Paseo Colón? ¿No hay más? ¿No era posible en La Cartuja apostar por prolongar la iniciativa de atraer a empresas de elevado valor añadido en el campo de las nuevas tecnologías, como en el resto de la isla, o la industria aeroespacial, tras la instalación apenas tres kilómetros más allá de la Agencia Espacial Española?

Alguien debería plantearse que igual Ayuntamiento y Junta deberían preocuparse por ofrecer a los sevillanos la mejor ciudad posible, y no la más barata o fácil de gestionar

Y la recuperación del canal con un aspecto semejante al original, como lámina de agua, que podría estar conectado a la dársena del Guadalquivir y, por supuesto, a los jardines de su mismo nombre, como una gran zona verde, ¿no era una opción? Entiendo que estas alternativas son más costosas y dan más trabajo que ceder los terrenos a la industria más pujante e inversora de la ciudad, la del turismo; que generan menos beneficio e ingresos inmediatos, tan necesarios para las arcas públicas, pero alguien debería plantearse que igual Ayuntamiento y Junta deberían preocuparse por ofrecer a los sevillanos la mejor ciudad posible, y no la más barata o fácil de gestionar.

Pero claro, para eso, probablemente, haría falta cobrar más impuestos y hacerlo en un formato tributario progresivo, recaudando más de los que más tienen, para proceder a su redistribución entre toda la población, también en términos de calidad de vida urbanística y de apuesta económica sostenible y de generación de valor añadido. Y esa idea, me temo, no está en la agenda política del PP que gobierna Junta y Ayuntamiento, cuya única política fiscal es la reducción o eliminación de tributos. Lástima.

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