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Un sistema a base de enfriamiento del agua reducirá hasta seis grados la temperatura en una avenida de Sevilla

Recreación de cómo quedará la nueva plaza ubicada entre las calles Manuel Villalobos y Doctor Jiménez Díaz.

Antonio Morente

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Bajar del tirón hasta seis grados la temperatura. Eso en una ciudad como Sevilla y en verano no es que sea un alivio, es que es oro puro, y ese es precisamente el objetivo que se ha marcado el Ayuntamiento hispalense con el proyecto de reurbanización de la avenida de la Cruz Roja y su entorno, en el que se van a aplicar fórmulas ambientales en base al enfriamiento del agua. Si a eso le añadimos otras técnicas de adaptación climática, el resultado es que en un día en el que el termómetro marque 37 grados (que es la cifra que se ha tomado como referencia), en ciertos puntos de esta zona no pasará de 31.

No es precisamente nuevo que la combinación de agua y sombra rebaja el impacto del calor, eso los musulmanes ya lo dejaron bien arraigado en nuestra cultura. Ahora lo que se hace es aplicar nuevas tecnologías a este principio básico, con un primer paso que es la instalación de 300 metros cuadrados de paneles solares en la cubierta de uno de los edificios del colegio Arias Montano, que de día producirán luz y de noche enfriarán agua (de 25 a 19 grados) que se almacenará en dos depósitos subterráneos con una capacidad total de 50 metros cúbicos.

Ese agua refrigerada será la que se utilice para enfriar las superficies y el aire de cuatro puntos del entorno de la Cruz Roja: el patio del propio colegio, la nueva plaza que surgirá de la confluencia de las calles Manuel Villalobos y Doctor Jiménez Díaz, la zona de juegos infantiles de la plaza Manuel Garrido y las marquesinas de las paradas de autobús de la calle Manuel Villalobos. A la acción del agua hay que añadirle el efecto que también aportan una pavimentación que retenga menos el calor y la drástica limitación del tráfico, ya que en este enclave predominarán los espacios peatonales.

Vegetación y parasoles

El otro gran elemento que completa el proyecto es la vegetación, con 220 árboles frente a los 130 que ahora hay en la zona, aunque hasta que completen su desarrollo serán unos parasoles hexagonales los que se encarguen de aportar sombra. En el diseño de la iniciativa se han tenido en cuenta circunstancias como los puntos por los que entra un viento que siempre es cálido, al que se frenará con la instalación de mobiliario urbano y una gran fuente en la plaza, que usará el agua enfriada.

La semilla de la intervención está en la necesidad de renovar unas tuberías para el canalizar el agua que acumulan más de 60 años, así que ya que hay que abrir las calles se aprovecha para una reestructuración radical de la fisonomía de la zona cuyo pistoletazo de salida se dio hace dos años con un proceso en el que se invitó a los vecinos a elegir el diseño que querían entre varias opciones. “Queremos cambiar la forma de vida, la perspectiva y la estética de la zona”, resumía Jaime Palop, consejero delegado de Emasesa, la empresa metropolitana de aguas, que es la que asume el grueso de un proyecto que se prolongará durante un año (las obras arrancarán en un mes) y con un coste de nueve millones de euros.

De esta cantidad, 3,7 millones los pone la Unión Europea a través del programa Life. De hecho, el proyecto ha sido bautizado como Life Watercool y recibe financiación porque pone en marcha medidas para la adaptación al cambio climático. Un proceso, se recordó en la presentación de la iniciativa este martes, que en el año 2100 propiciará en Sevilla un aumento de 4,5 grados en la temperatura y una reducción de la lluvia del 20%.

La idea es habilitar espacios urbanos que puedan ser utilizados por la ciudadanía, que la gente retome la calle. Para ello hay que readaptar el entorno a las nuevas necesidades y exigencias sociales, porque “hay barrios con diseños para una sociedad que ya no existe”, ejemplificaba Palop. “Su funcionalidad era perfecta para su momento, pero la vida pasa para las personas y las ciudades y hoy son calles incómodas”, algo que en la Cruz Roja se intenta corregir con una reurbanización que apuesta por la peatonalización y en el que se utilizarán fórmulas que luego se quieren exportar a otros barrios. Esto, se insiste, permitirá conseguir “una ciudad más sana y saludable” con la reducción del tráfico, de las emisiones contaminantes y del ruido.

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