El Papa pide perdón por haber desconfiado de las víctimas de la pederastia en Chile
Histórica petición de perdón. En una rotunda carta enviada a los obispos chilenos, el Papa ha hecho autocrítica y ha reconocido “graves equivocaciones” frente a los abusos sexuales de la Iglesia en Chile. Lo ha hecho tras recibir el informe del obispo enviado al país para investigar al eclesiástico Juan Barros, acusado por las víctimas de encubrir al pederasta condenado Fernando Karadima.
Los resultados han llevado al Papa ha admitir que él mismo ha incurrido “en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada” y, en una decisión inédita, ha convocado a todos los obispos del país a un pleno en Roma con el objetivo de “reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia” de un caso que ha provocado en Bergoglio “dolor y vergüenza”.
La decisión papal viene después del escándalo surgido durante su reciente viaje a Chile, cuando desconfió de las víctimas del sacerdote Karadima, quienes acusaban al obispo de la diócesis de Osorno, Juan Barros, de haber conocido y ocultado las atrocidades. James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo consiguieron que se condenara a Karadima, pero no lograron que Francisco les hiciera caso respecto al obispo. Bergoglio, incluso, llegó a decir que las acusaciones contra él eran “calumnias”.
En un inédito giro de los acontecimientos, el Papa pidió disculpas a las víctimas en el vuelo de vuelta a Roma y, semanas después, ordenó la creación de una comisión de investigación para analizar la veracidad de las acusaciones. Para ello, envió al arzobispo de Malta, Charles J. Scicluna (quien estuvo acompañado por el español Jordi Bertomeu). Ambos se reunieron con todas las partes y elaboraron un informe de 2.300 páginas, con claras conclusiones: entre ellas, la necesidad de la dimisión de Juan Barros como obispo.
Tras leer detenidamente el informe, el Papa envía esta carta a la Iglesia chilena y, de paso, a las víctimas: “Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas”. Francisco ha invitado a Cruz, Hamilton y Murillo a Roma, para pedirles perdón pública y directamente.
El “dolor” de las víctimas
En la misiva, Francisco admite que la confianza en la Iglesia del país está “rota por nuestros errores y pecados”. Tras mostrar su agradecimiento a los investigadores “por su ingente labor de escucha serena y empática de los 64 testimonios que recogieron recientemente tanto en Nueva York como en Santiago de Chile”, el Papa confiesa cómo tanto Scicluna como Bertomeu “reconocieron ante mí haberse sentido abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro País contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia”.
Tras una lectura de las actas, afirma Bergoglio, “creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza”.
Por ello, reclama a los obispos chilenos “colaboración y asistencia en el discernimiento de las medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia”.
“Pienso convocarlos a Roma para dialogar sobre las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones”. Un encuentro que será “fraternal, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, con el solo objetivo de hacer resplandecer la verdad en nuestras vidas”, y que pretende que sea cuanto antes.