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Patinetes, carreras y algunas mascarillas: los niños ya pueden salir a la calle

Bruno y Elisa pasean por el barrio de Embajadores, en Madrid | Marta Maroto

Marta Maroto

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Bruno y Elisa, de cuatro y dos años, se han levantado hoy con la emoción del día de Reyes. Con un casco que a la más pequeña no se le termina de ajustar, los dos han salido escopetados de casa, Bruno con su bici y Elisa con su patinete. “Les hemos dado muchas instrucciones de que no se pueden acercar a otros niños, de que saludamos desde lejos”, explica su padre. Hace 48 días que cerraron los colegios, y muchos niños no han salido de casa hasta este domingo, cuando ha entrado en vigor el decreto del Gobierno que permite los paseos de los menores de 14 años, acompañados por un tutor y en un radio que no supere el kilómetro de distancia.

Para Miguel hoy es su primer paseo, apenas supera el año y terminó de arrancar a andar sin ayuda durante la cuarentena. “Está contento, viendo los perritos y las palomas”, cuenta su padre haciendo equilibrios para que no se le escape. Hoy también ha sido uno de los primeros paseos de Iria, que a sus tres meses lleva dos sin poder salir de una casa sin balcón. Marco empieza a hacer pucheros en su carrito, tiene cinco meses y su padre, que le pasea, dice estar encantado: tanto él como su mujer teletrabajan, y poder disfrutar de los descansos con su bebé ha sido “como un segundo permiso de paternidad”, sonríe.

El decreto del Gobierno indica que los niños deben ir con sus padres o con un cuidador autorizado y pueden pasear durante una hora entre las nueve de la mañana y las nueve de la noche. Con los parques y áreas verdes de gran parte del país cerradas, en Madrid los paseos se han dirigido a zonas peatonales como algunos rincones de Embajadores o la Plaza de Tirso de Molina, donde Roger, de siete años, y su padre han jugado al escondite entre las casetas cerradas de las flores. A pocos metros de él, Lucas, que se ha levantado a las ocho y media, hace carreras con su patinete de luces. Los casi dos meses de encierro se le han pasado volando: “Creo que hace que no salgo de casa unos seis o dos días”, comenta distraído.

Los niños que han podido contar con el tiempo de sus padres y un espacio agradable han vivido el confinamiento como un juego. Mateo, de cuatro años, dice que “no es pequeño, que es mayor” para contar que estos días se lo ha pasado genial haciendo “pues el circo”, aunque ya tenía ganas de salir y “correr por el carril bici”. Entre semana, sus padres se turnarán para acompañarle a la calle.

Sin embargo, algunos padres como Gema sí esperaban con alivio la llegada del domingo. Es mamá soltera con un niño de tres años y cuenta que “estaba a tope” entre el teletrabajo, las tareas domésticas, jugar con el pequeño y tratar de que siguiera los vídeos que le empezó a mandar la guardería. Esta mañana Hugo ha salido con su patinete –Gema ha tenido que correr detrás– y ambos han vuelto a casa satisfechos tras el ejercicio.

Hugo todavía es muy pequeño para dejarle solo en casa, así que estos días ha salido con ella a pasear al perro o a la compra. “La gente me regañaba cuando iba con él”, continúa Gema, y cuenta que al pasar por los parques vallados a veces se coge rabietas. “Echa de menos a los niños y cuando salimos a las ocho a aplaudir les dice a los niños del balcón de enfrente que si pueden jugar juntos”, señala.

Jade, de 21 meses, vive con su madre. “Guardaba sus juguetes, se ponía la mochilita y se iba a la puerta de casa”, cuenta María, que resopla al recordar que algunos días fueron muy duros, “aún así estos días hemos pasado mucho más tiempo juntas, me ha enseñado muchas cosas”. Ella teletrabaja, y ha acordado turnarse con el padre de su hija cuando ambos tengan que volver a la oficina.

El coronavirus: “un bicho” contra el que seguir luchando

Durante este domingo están circulando por redes sociales imágenes en diferentes puntos de España que muestran grandes avenidas y lugares públicos con aglomeraciones en las que dudosamente se respeta la distancia recomendada: el paseo marítimo de Barcelona, algunos puntos de Valencia o Donostia. En la ciudad de Madrid, donde el sol se ha mostrado tímido durante toda la jornada, este periódico no ha registrado incidentes similares.

“Me enteré de que podía salir porque veo a Pedro Sánchez todo el día, no para de salir en la tele”, cuenta Alejandra, que cumplió nueve años en pleno confinamiento y a quien todos sus vecinos salieron a felicitar a sus balcones con pancartas y juguetes. Su hermana Patricia, de once años, ha preferido quedarse en casa por “respeto al coronavirus”, pero Alejandra ya llevaba unos días poniendo a punto sus patines —que también utiliza en algunos pasillos de su casa— y ha acabado cansadísima de subir y bajar cuestas con su padre.

Lleva siguiendo las noticias desde que todo esto comenzó y dice que, “si al principio se olvidaron un poco de los niños, luego vieron que existimos”. Con niños más pequeños es complicado que entiendan lo que está pasando: “Le explicamos que había un bicho en la calle, que estábamos luchando contra él y que hasta que no lo consigamos no podemos salir”, señala Lucía, madre de Telma, de dos años y medio, y Gracia, que nació en los primeros días de abril en pleno confinamiento. Un día que Antonio, padre de Telma, se ponía las zapatillas para salir a la compra, la pequeña le dijo: “Papá, tú corre mucho, a ver si te va a pillar el bicho”.

De ahora en adelante, los paseos van a depender de los horarios de Gracia, la recién nacida, feliz con salir al balcón los días que hace buen tiempo a tomar el sol y el aire. En este primer paseo, con su mascarilla amarilla de estrellas, Telma se ha mostrado desconcertada por no poder ir al parque, pero ha llegado a casa contenta de haber visto a otros niños: “Hay niños, hay gente”, señalaba, “y yo iba por detrás diciendo que no se acercara, que no tocara”, explica su madre.

Lucía, ya recuperada del parto, va a aprovechar los paseos con su hija para caminar y despejarse después de casi dos meses encerrada en casa. Cuenta que para mujeres embarazadas es recomendable pasear y que, aunque afrontó con mucha incertidumbre dar a luz en mitad de la pandemia, todo fue muy bien y relativiza: “Hay mucha gente que está enterrando a los suyos, y nosotros hemos traído un bebé, cuando pase esto le presentaremos a los abuelos”.

Clara, que acaba de alcanzar el ecuador de su segundo embarazo, le ha pedido a su compañero ser ella quien acompañe a su hija, ya que solo puede ir una persona adulta responsable de los niños a los paseos. Laia, de cinco años y tímida al teléfono, en su primer paseo ha decidido que tome rumbo a su “ikastola”. No porque tenga ganas de volver, sino porque quiere ver su patio de juegos.

Aunque se ha recomendado evitar salir en hora punta para que haya menos gente en la calle, no se han preocupado mucho por el momento del paseo porque en las afueras de Donostia, cuenta Clara, no hay mucha gente en la calle. “Lo de los niños no se ha tenido en cuenta, pero también es muy difícil controlar lo que toquen o no toquen”, continúa, y dice estar pasando tranquila su embarazo en parte porque la pequeña se siente muy a gusto en casa.

Mucha higiene y miedo a los contagios

Para Lucía, salir con la bebé y con su hija mayor será complicado. Las madres de niños tan pequeños cuentan que es difícil controlar que se respeten el metro y medio o dos metros que el Ministerio de Sanidad aconseja mantener como distancia para evitar contagios, porque los niños muchas veces salen corriendo si se encuentran con otros o si ven algo que llama su atención. Por eso algunas se muestran reacias a que utilicen los patinetes o juegos como pelotas, que después hay que desinfectar cuando llegan a casa. Hay padres que incluso se muestran temerosos de salir con los niños y comentan que van a espaciar los paseos a lo largo de la semana y a tratar de que los más pequeños permanezcan en casa el máximo tiempo posible.

“Hugo seguramente se lleve algún coche a la calle”, señala Gema, madre soltera, porque lleva mucho tiempo pidiéndolo y no entiende por qué ya no puede hacerlo. De cualquier manera, antes de tocar nada en casa, se quitarán los zapatos y se lavarán concienzudamente las manos. Otra de las recomendaciones del Gobierno es el uso de mascarillas. Como a los niños suelen quedarles grandes, la abuela de Jorge, Alejandro y Miguel, de 9, 8 y 5 años, les ha hecho una a medida y la lucen contentos volviendo a casa después de haber ido a ver por fuera su colegio.

“Adiós, adiós”, decía Elisa, de dos años, colocándose el casco y corriendo a toda velocidad con su patinete.

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