Así fue el máster de Casado para los alumnos “ordinarios”: cero convalidaciones y notas más bajas pese a ir a clase
En el máster de Pablo Casado había dos clases de alumnos: los “ordinarios” y los “escogidos”. Así se refiere a ellos la jueza del caso máster en su exposición de motivos para elevarlo al Tribunal Supremo. Los primeros iban a clase cuatro horas diarias de lunes a jueves, hacían los trabajos y compatibilizan como podían el posgrado con su trabajo. A los segundos, con “una posición relevante en el ámbito político” o una relación con el catedrático imputado Enrique Álvarez Conde, les convalidaron 18 asignaturas de 22 y obtuvieron sobresalientes en las cuatro restantes “sin realizar actividad académica alguna”, constata la magistrada.
A pesar de que el esfuerzo destinado al posgrado fue muy diferente, los dos grupos obtuvieron el mismo título. Las tres alumnas imputadas, con un expediente idéntico al del presidente del PP, pertenecen a este colectivo privilegiado. A partir de ahora, el Supremo será el tribunal responsable de decidir si Casado también perteneció al “grupo de escogidos” por el director del Instituto de Derecho Público.
El resto de estudiantes que obtuvieron el posgrado en derecho autonómico y local en la promoción 2008/09 “cursaron los estudios del máster de manera regular, sin reconocimiento de créditos a pesar de ser también algunos de ellos licenciados”, asistiendo regularmente a clase por la tarde y se examinaron. De hecho, sus nombres figuran en una lista informal que elaboró una de las alumnas “para mantener el contacto durante el máster” con los datos que facilitaron los asistentes a clase.
Ocho comparecientes
La semana pasada la jueza escuchó a ocho de estos alumnos que declararon como testigos. Concluye que el máster era presencial, que la participación en clase era “un elemento clave de la evaluación” y que los alumnos del “grupo ordinario desarrollaban una intensa actividad académica”. Para subrayar la exigencia del posgrado relata que uno de los comparecientes comía en el tren al salir del trabajo para llegar puntual a las clases, ya que había “interiorizado” que la asistencia era obligatoria. La magistrada incide en el “esfuerzo personal extraordinario [que realizó este alumno] para compatibilizarlas con su trabajo”.
Casado no tuvo que realizar este tipo de sacrificios diarios, obtuvo el beneplácito de Álvarez Conde para no asistir a la docencia impartida en el campus de Vicálvaro entre los meses de octubre y marzo. Aunque la magistrada no tiene constancia que ningún alumno solicitase ese curso “una dispensa académica” para no ir a clase.
El presidente del PP y sus tres compañeras imputadas también se beneficiaron del reconocimiento de créditos. Les convalidaron 18 de 22 asignaturas. Sin embargo, a pesar de que entre los estudiantes del “grupo ordinario” también había licenciados, ninguno solicitó convalidaciones porque, como expone la magistrada, “nadie les informa de esta posibilidad que tan ventajosa les resultaba para obtener el máster”. El perfil profesional de estos testigos es variado. Hay licenciados en Periodismo, Medicina, Derecho, Ciencias Política y Documentación.
“Importancia” de la asistencia
De las comparecencias de estos estudiantes, Rodríguez-Medel desprende “la importancia que le daban los profesores a la asistencia, que imponían tareas de clase en clase, que se exponían públicamente trabajos, que percibían la misma como obligatoria, que les generaba un esfuerzo notable ir y a pesar de ello lo hacían por entender que era lo requerido”. Y destaca que Alicia López de los Mozos, una de las docentes imputadas en este caso y que calificó con sobresaliente a las tres imputadas y a Casado, exigía la realización de prácticas en su clase.
Los alumnos que obtuvieron el máster sin privilegios cuentan con documentación abundante, incluso “abrumadora” para la magistrada: “Trabajos, a veces en sus sucesivas versiones de elaboración, lo que es más importante: correos electrónicos”. “La comparación es ciertamente significativa”, apunta en alusión a la falta de trabajos y mails de las alumnas imputadas.
A pesar de que hay constancia de los trabajos, de las notas tomadas en clase y la asistencia a clase del grupo ordinario, los estudiantes “escogidos” tienen mejores notas. Todo son sobresalientes, frente a una variedad de calificaciones de los “ordinarios”: de aprobados a alguna matrícula de honor, pasando por sobresalientes y notables.
Defensa pública de un trabajo
La jueza también constata que los privilegios se mantuvieron en la defensa de un trabajo ante un tribunal al terminar el posgrado. Convocaron solo a los alumnos ordinarios. Tal y como informó eldiario.es, Álvarez Conde alude esa defensa en un informe facilitado por el Ayuntamiento de Madrid para justificar la asistencia de dos trabajadores municipales. También aportaron un correo electrónico en el que les citaba para exponer su tesina, aunque los estudiantes convocados declararon que una vez allí los docentes les plantearon que era “innecesario” defenderla públicamente. En el documento del Consistorio madrileño también se plantea que “la participación en clase es un elemento clave en la evaluación”.
La magistrada reseña que los ocho alumnos “ordinarios” que acudieron como testigos “indiciariamente” cursaron el posgrado “con normalidad”. Sin embargo, concluye que a los “escogidos”, entre los que cree que se pudo encontrar el presidente del PP y las tres compañeras imputadas, se lo regalaron “a modo de prebenda o dádiva”.