Apuntar un láser rojo a la retina, la arriesgada terapia para frenar la ‘epidemia’ de miopía infantil en China
Cientos de miles de niños y niñas chinos se sientan cada día delante de un visor binocular y exponen sus ojos a un haz de láser rojo de baja intensidad para evitar la progresión de la miopía. Estas dos sesiones de tres minutos, una por la mañana y otra por la tarde, son un gesto tan cotidiano “como lavarse los dientes”, según la oftalmóloga china Kaikai Qiu. Se trata de la conocida como “terapia de luz roja” (RLRL), una de las estrategias con las que China lucha a la desesperada contra las elevadas cifras de miopía entre su población infantil, que en las zonas urbanas supera el 50% y se debe esencialmente a la falta de exposición a luz natural de los más pequeños.
“Estos aparatos se usan desde hace más de 10 años en colegios e institutos con miles de niños en China”, explica Qiu a elDiario.es. La terapia se basa en un principio llamado ‘fotobiomodulación’, según el cual la exposición de las células a determinadas frecuencias de luz láser repara las mitocondrias dañadas, disminuye la inflamación y detiene temporalmente el crecimiento del ojo que se produce en la miopía, aunque los mecanismos biológicos aún no se entienden del todo.
“Se trata de dispositivos médicos registrados por la NMPA [la agencia del medicamento china]”, defiende la investigadora del Fuzhou South East Eye Hospital en China, que ha participado en un estudio para certificar su eficacia y seguridad. “Iluminar el ojo a través de las pupilas durante tres minutos en dos sesiones al día con una longitud de onda de 650 nm (un láser muy débil, con solo entre 0,1 y 2 mW) sirve para controlar la miopía en niños y adultos”, sostiene. Y, aunque reconoce que los sujetos experimentan una postimagen durante varios minutos después de cada sesión —como cuando uno se deslumbra mirando al sol al amanecer o el atardecer—, asegura que solo han registrado un 0,001% de daño reversible a la retina y que no se conocen efectos adversos a largo plazo.
Preocupación entre los oftalmólogos
La comunidad internacional de oftalmólogos, sin embargo, tiene serios recelos sobre esta técnica y sus posibles riesgos para la salud ocular de los más pequeños. Ya se ha registrado el caso de una niña de 12 años que sufrió un daño en la retina después de usar uno de estos aparatos durante cinco meses y la revisión de algunos dispositivos que se usan para esta terapia ha revelado que exceden los límites de seguridad en cuanto a la intensidad del láser.
“Dado que el tratamiento se puede utilizar en niños de tan sólo cinco años de edad, y que se sabe que los efectos acumulativos del daño de la luz de longitud de onda corta en el tejido ocular se manifiestan sólo muchos años después de la exposición, es importante considerar el riesgo de efectos adversos retardados y a largo plazo sobre la función y la salud de la retina con la terapia RLRL prolongada”, advierte uno de los trabajos de revisión más recientes.
Nadie sabe qué va a pasar con un chiquillo de 10 años usando esto dos veces al día durante diez años, si la exposición continuada le va a producir daños irreversibles
Pablo Artal, especialista en óptica de prestigio internacional y catedrático de la Universidad de Murcia (UMU), está en el bando de los escépticos con esta terapia. “Es de locos, es como coger un puntero láser y enchufarlo en el ojo durante dos o tres minutos repetidas veces”, asegura. “Nadie sabe qué va a pasar con un chiquillo de 10 años usando esto dos veces al día durante diez años, si la exposición continuada le va a producir daños irreversibles: yo no lo haría con un hijo mío”.
Alberto Lozano, oftalmólogo de la clínica Barraquer, recuerda que todo lo que sea exponer a la retina a luz intensa produce escalofríos a los profesionales de la visión. “No sabemos hasta qué punto puede quemar los fotorreceptores, dado que, además, los daños en estas células no son reversibles”, asegura. “Por otro lado, durante el uso es verdad que retrasa la evolución de la miopía, pero cuando dejan de utilizarlo hay otro periodo en el que aceleran hasta regresar a la miopía que debían tener”.
“Las imágenes dan miedo”
Elena Salobrar-García, investigadora del Instituto de Investigaciones Oftalmológicas Ramón Castroviejo de la Universidad Complutense (UCM) estuvo en el último Congreso Mundial de Visión (ARVO) que se celebró en mayo, en el que se habló de estas terapias. “Se habló de la luz roja, porque se ve que parece que controla que la miopía aumente mucho más, es decir que si tiene que aumentar una dioptría, a lo mejor con su uso solo aumenta un 0,50”, explica. Los resultados parecen prometedores, admite, pero el problema es que se han visto casos en los que ha habido fototoxicidad de la retina. “Yo vi las imágenes del caso publicado de una niña de 12 años y la verdad es que dan un poquito de miedo, porque ese es un caso que se expone, pero ¿habrá más casos que no se hayan expuesto? No lo sabemos.
Yo vi las imágenes del caso publicado de una niña de 12 años y dan un poquito de miedo, ¿habrá más casos que no se hayan expuesto?
La neurobióloga y especialista en la visión de la Universidad de Salamanca (USAL) Conchi Lillo también considera relevante que al suspender este tratamiento con RLRL, la progresión de la miopía repunte rápidamente, lo que restaría su aparente ventaja. “Por ejemplo, en un estudio a pequeña escala se vio un aumento significativo de la miopía tan sólo tres meses después de finalizar el tratamiento con RLRL, y el grosor de la coroides volvía a su estado inicial”, apunta. Respecto al mecanismo de fotobiomodulación de fondo, admite que la literatura justifica que pueda usarse para mejorar la actividad metabólica de las mitocondrias en ojos envejecidos, “pero dudo de su eficacia en los jóvenes, porque su acción en estas mitocondrias (sanas y jóvenes) no es relevante”, señala.
Sobre estas líneas, un anuncio comercial de la terapia
Los expertos también cuestionan el empeño en usar luz coherente (láser) cuando se podría llegar al mismo resultado mediante luz LED, que es potencialmente mucho menos agresiva con los tejidos oculares. “Una pregunta importante es si se necesitan diodos láser rojos altamente enfocados (a diferencia de los LED rojos normales) para controlar la progresión de la miopía”, se cuestionan los especialistas Frank Schaeffel y Christine Wildsoet en un artículo en la revista Ophthalmic and Physiological Optics (OPO).
Va a llegar aquí, de eso estoy seguro. Porque al final hay alguien que lo pilla y quiere aprovechar la oportunidad comercial
Según los defensores de la terapia, se trata de controlar el problema visual hasta que el ojo alcance la madurez y estabilizarlo. “Pero no hay ningún estudio que mantenga este tratamiento hasta los 20 años, no sabemos si consolida el control de la miopía”, observa el doctor Lozano. Su preocupación es que la terapia está cobrando cada vez más fuerza en diferentes foros y no tardará en aparecer en Europa. “Va a llegar aquí, de eso estoy seguro. Porque al final hay alguien que lo pilla y quiere aprovechar la oportunidad comercial. Pero que se dé la autorización me extrañaría muchísimo, porque cualquier oftalmólogo te dirá que no hagas esto ni de broma, y menos en niños”.
“Es un modelo de negocio grande y hay una oportunidad en la preocupación de los padres”, opina Artal, que señala que a menudo hay un evidente conflicto de intereses. “La mitad de los papers son de gente que trabaja o ha trabajado en estas compañías”, sentencia.
Una guerra contra la miopía
Este tipo de terapias experimentales se producen en un contexto de preocupación creciente por el aumento de la miopía en los niños de las sociedades industrializadas, no solo en China. Un artículo reciente en Nature recopilaba las estrategias que se están empleando en diferentes lugares del mundo, desde el uso de fármacos como la atropina a intentos de aumentar la iluminación natural en las aulas e incluso pintar paisajes en las paredes que estimulen el ojo de los críos para que no pasen tantas horas mirando un libro o una pantalla.
Elena Salobrar, que en la actualidad investiga en el hospital Cedars-Sinaí de Los Ángeles, trabaja en un proyecto internacional sobre este candente asunto en el campo de la visión. “Queremos ver qué es lo que ocurre realmente, qué mecanismos son los que están haciendo que ese ojo siga creciendo y se produzca la miopía”, resume. “Actualmente es un tema que está totalmente desconocido y es por eso por lo que se están probando tantos medios de control de miopía, aunque nadie sabe realmente cómo funcionan”.
Además del tratamiento preventivo con luz roja y el uso de atropina, recuerda Salobrar, hay otras terapias con mayor respaldo científico para combatir la progresión de este problema visual, como las lentes para el control de miopía, que producen un desenfoque periférico y ayudan a que el ojo no crezca, o las llamadas lentes Orto-k. Estas lentes pijama, como también se las conoce, son unas lentillas indicadas solo para pacientes con unas condiciones y circunstancias muy concretas, que se ponen por la noche. “Cuando te levantas por la mañana, te quitas las lentes de contacto y tu córnea está lo suficientemente deformada para que no necesites gafas durante el día”, explica la experta.
Mientras se realizan todos estos experimentos, en lo único que hay consenso entre los científicos es en que el factor limitante de la miopía de los niños que pasen unas horas en espacios abiertos, expuestos a la luz solar, aunque hay una discusión sobre si el factor más relevante es la cantidad de luz que reciben sus retinas o el hecho de que enfoquen objetos a larga distancia y no estén todo el día pegados a una pantalla o un libro. “Lo que sí que se ha visto es que si los niños están al menos 120 minutos diarios en la calle con luz natural, se retrasa la progresión de la miopía”, indica Salobrar. “Lo único que ha demostrado reducir la miopía es estar al aire libre y eso es lo que se ha reducido en las últimas décadas en los niños de todo el mundo”, concluye Alberto Lozano. “Esa es la base del aumento de este problema tanto en China como en Europa, incluida España; y eso es lo que hay que solucionar en primer término”.
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