El aumento del número de fumadoras en los años 80 dispara ahora la mortalidad de mujeres por cáncer de pulmón
A mediados de la década de 1940, apenas fumaban mujeres en España. El índice de tabaquismo entre ellas no llegaba al 1%, mientras el de ellos superaba el 40%. La incorporación de las mujeres al mundo laboral y los movimientos de emancipación fueron de la mano de un aumento paulatino del hábito tabáquico, que en los países desarrollados comenzó a notarse a partir de la Segunda Guerra Mundial, pero que aquí llegó con décadas de retraso. En 1970 ya fumaban el 5,8% y cinco años después, más de una de cada 10.
El tabaco es un veneno lento pero implacable y sus efectos en los índices de mortalidad por cáncer de pulmón son evidentes cuando se cruzan datos de tabaquismo y mortalidad. Ellos siguen fumando, y muriendo más, pero mientras su curva tiende a bajar, la de las mujeres va hacia arriba. Un estudio publicado en la revista Annals of Oncologyseñala que la mortalidad entre mujeres por estos tumores en España aumentará en 2023, mientras la del resto cae en toda Europa.
“Los hombres bajan de unas cifras brutales, porque en los años 70 y 80 fumaban prácticamente el 60%. Si miramos la tendencia de las mujeres en España, lo que se ve es un incremento (del cáncer de pulmón) desde hace uno 25 años, que corresponde al incremento del tabaquismo en los años 70 y 80. Siempre hay un gap entre ambos incrementos de unos 20 años y en eso estamos”, explica el coordinador científico de la estrategia de cáncer del Sistema Nacional de Salud, Josep María Borrás.
Como se aprecia en la siguiente gráfica, el gran salto en el consumo de tabaco entre mujeres de finales de los 70 tuvo su reflejo en las cifras de mortalidad por cáncer de pulmón, bronquios y tráquea al inicio de este siglo. Aunque fue en ese momento cuando el índice de tabaquismo comenzó a bajar, la curva de estos tumores ha seguido subiendo, porque limpiar el cuerpo por completo lleva lustros.
“El beneficio de dejar de fumar es muy inmediato en problemas respiratorios, porque empieza a notarse al cabo de unos seis meses; tardas unos años más en las afecciones cardiovasculares y hacen falta unos 15 años para tener un riesgo parecido a padecer cáncer de pulmón al que si no hubieras fumado”, indica Borrás.
La explicación tiene su reflejo en el gráfico de las mujeres, pero también en el de los hombres. En este caso, a la inversa. En la siguiente visualización se cruza evolución del tabaquismo en ellos y la mortalidad. El nivel máximo de consumo de tabaco lo marca 1980. ¿Cuál es el de mortalidad por cáncer de pulmón? Justo 20 años después, desde 2020, este parámetro ha marcado una tendencia descendente, aunque menos pronunciada que la del porcentaje de varones que fuman.
“Aunque los avances en diagnóstico precoz y mejores tratamientos puedan ayudar en la lucha contra el cáncer de pulmón, primera causa de muerte por cáncer en todo el mundo, requiere sobre todo reforzar los esfuerzos para eliminar el consumo de tabaco, una medida que ayudaría también a disminuir la incidencia de cáncer de páncreas y de otros tumores y otras enfermedades crónicas muy prevalentes. El incremento de mortalidad por cáncer de páncreas podría en parte reflejar mejoras en la capacidad diagnóstica. Se trata del tumor con mayor letalidad para el que, como los autores reconocen, todavía queda camino por recorrer para mejorar el diagnóstico precoz y el tratamiento”, indicaba al Science Media Center la directora del Centro Nacional de Epidemiología, Marina Pollán.
El número de muertes de mujeres por cáncer de pulmón, bronquios y tráquea en España, que agrupa el Instituto Nacional de Estadística, se ha triplicado en 20 años. En 2001 fallecieron por esta causa 9 de cada 100.000 mujeres. Dos décadas después, fueron 23. Sin embargo, entre 1980 y 1995, la incidencia se había mantenido estable, entre 6 y 7 casos.
Los datos que maneja la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) apuntan en la misma dirección. Según sus estimaciones, este año serán diagnosticadas por cáncer de pulmón 9.016 mujeres. Será el tercer tumor más prevalente, y su incidencia casi triplica la de 2001. “Este hecho está en relación con el aumento del consumo de tabaco a partir de los años 70. En general, se espera un aumento de la incidencia de los otros tumores relacionados con el tabaco, como los de la cavidad oral y faringe o la vejiga urinaria”, indicaba un informe publicado en febrero.
Pese a que la incidencia de otros tumores, como el de mama, es mucho mayor entre las mujeres, su tasa de supervivencia ha mejorado muchísimo en los últimos años. “En cáncer de mama diagnosticas más, pero la curación es del 90%, mientras en pulmón está en torno a un 15%”, explica el secretario de la junta directiva de la SEOM y oncólogo de pulmón del Hospital La Paz, Javier de Castro.
“Uno de los problemas que ocurren con las mujeres es que el habito tabáquico suele tener un impacto mayor que en el varón, porque metaboliza peor los más de 200 tóxicos del tabaco, por lo que fumando menos tiempo o menos cantidad puede tener un mayor riesgo”, señala el oncólogo. Otro es que la mayor tradición fumadora entre los hombres hace que haya una menor percepción de riesgo, lo que puede retrasar el diagnóstico en ellas, además de un estigma social. “La sociedad identifica cáncer de mama con mujer, pero no piensan en el peligro del cáncer de pulmón, y la fumadora se siente culpable, en la medida que es un enfermedad autoinflingida”, razona el oncólogo.
El cáncer de pulmón es la principal causa de muerte relacionada con tumores en todo el mundo, aunque los avances en tratamientos alcanzados en las últimas décadas han aumentado la supervivencia tras el diagnóstico. Sin embargo, el reto sigue siendo ser capaces de identificar la patología lo antes posible, porque suele ser muy agresivo, con un periodo corto de latencia y en más del 50% de los casos se detecta de forma muy avanzada, lo que empeora el pronóstico.
Uno de los problemas que ocurren con las mujeres es que el habito tabáquico suele tener un impacto mayor que en el varón, porque metaboliza peor los más de 200 tóxicos del tabaco, por lo que fumando menos tiempo o menos cantidad puede tener un mayor riesgo
La Comisión Europea incorporó en septiembre de 2022 el cribado de pulmón en su plan de lucha contra el cáncer. El objetivo es que para 2025 el 90% de la población que cumpla los requisitos esté controlada. Esto es, grandes fumadores y exfumadores de entre 50 y 75 años. “Estamos intentado incrementar la detección precoz mediante los TAC de baja radiación, pero a nivel de gestores todavía no lo ven y estamos negociando”, apunta De Castro, que hace hincapié en que un diagnóstico temprano “reduce la mortalidad en un 25%”, lo que en el caso de las mujeres fumadoras de más de 50 años tendría un impacto muy notable.
La evolución del tabaquismo tiene su propio patrón en cada sociedad. En España se acepta un modelo descriptivo de 1994 que establece varias fases de la pandemia y tiene en cuenta factores sociales y económicos. “Según este modelo, en la fase I el tabaquismo es raro y típico de las clases aventajadas. En la fase II, el consumo de tabaco se hace más prevalente, sobre todo en varones y con mayor nivel socioeconómico, mientras que en las mujeres, que llevan un retraso entre 20 y 30 años respecto a aquellos, alcanza la máxima prevalencia y se estabiliza”, indicaba un estudio publicado en 2003, del que es coautor Borrás.
“El incremento del tabaquismo se cruza con factores socioeconómicos”, explica el experto, que señala que mientras en el caso de los hombres se circunscribía más al ámbito laboral, en el de las mujeres era principalmente social. “Son factores que modulan el impacto, pero no lo eliminan”, aclara. Un trabajo publicado en 2020 en la Revista Española de Salud Pública, editada por el Ministerio de Sanidad, señala que en este momento la epidemia en el país se encuentra su fase IV, “con un largo descenso de la prevalencia en varones, que se inicia más tarde en las mujeres, y con una mortalidad atribuible al tabaquismo que baja en los varones mientras que aún sube en las mujeres”.
El estudio, 'El control del tabaquismo en España: situación actual y prioridades', explica que “la existencia del monopolio hasta la entrada en la Unión Europea, con la manufactura limitada a la empresa pública Tabacalera S.A. dificultó la regulación” y hasta su privatización “consideraciones ajenas a la salud influyeron de forma directa en la política del Gobierno”. Además, señala que “durante la dictadura franquista, el descubrimiento de los efectos del tabaco sobre la salud no tuvo ningún efecto práctico en España, al contrario de lo que sucedió en los países democráticos de su entorno”.
Vemos el riesgo a nivel poblacional y de forma individual piensas que no te va a tocar, pero este es un momento para pensar que también te puede tocar a ti
Como puede verse en el gráfico anterior, desde los años 50 y hasta principios de los 90, fumaban en España al menos uno de cada dos hombres. Aún con su descenso en el consumo de tabaco, no ha sido hasta 2017 cuando la diferencia entre unos y otras se redujo en menos de 10 puntos.
“Las primeras medidas de prevención se centraron en el varón”, explica De Castro, que apuesta por poner en marcha campañas de concienciación desde Atención Primaria entre la población pediátrica y contra el vapeo. “Aunque la percepción es que es menos tóxico, sabemos que no es cierto. Incluso entre los jóvenes puede ser más peligroso”, añade sobre estas nuevas formas de consumo.
“Si miramos las leyes que se han hecho en España en los últimos 15 años, el cambio ha sido notable”, añade Borrás, que recuerda que, pese al ruido, cuando se prohibió fumar en espacios cerrados “en realidad hubo poca resistencia”. En la misma línea, coincide en que es el momento de ir un paso más allá. Limitar el tabaco electrónico, impedir fumar en más espacios, homogeneizar las cajetillas de tabaco o incrementar el precio para evitar el inicio en el consumo de los grupos más jóvenes son algunas de sus propuestas.
El experto lanza una advertencia apoyado en los datos: “Vemos el riesgo a nivel poblacional y de forma individual piensas que no te va a tocar, pero este es un momento para pensar que también te puede tocar a ti”. Aunque los factores genéticos no se pueden evitar, el tabaco es un factor que sí se puede prevenir.
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