Un compuesto comúnmente utilizado en los disolvente industriales podría retrasar la recuperación del agujero de la capa de ozono, según los resultados de un reciente estudio. Los autores de la investigación aseguran que “el crecimiento continuo” de las emisiones de un compuesto llamado cloruro de metileno “podría contrarrestar algunos de los beneficios del Protocolo de Montreal y provocar un retraso sustancial de más de una década en la recuperación del ozono estratosférico sobre la Antártida”.
En la década de 1970 la comunidad científica observó que el cloro y el bromo liberados por algunos compuestos de origen humano, como los clorofluorocarbonos (conocidos popularmente como CFC) y los halones, podrían destruir el ozono en la estratosfera. Este hecho, junto con la detección de un gran agujero en la capa de ozono sobre la Antártida, llevó a la implementación del Protocolo de Montreal en 1987.
El acuerdo internacional pretendía restringir el uso de aquellos compuestos que pudieran afectar a la capa de ozono y permitir que ésta se fuera regenerando. La norma ha sido efectiva e incluso un estudio publicado el pasado año mostró que el Agujero de Ozono Antártico habría sido un 40% más grande en 2013 si el protocolo no hubiera entrado en vigor. Actualmente se prevé que el ozono vuelva a los niveles observados antes de 1980 a mediados de este siglo.
Sin embargo, en los últimos años varios estudios han mostrado que la concentración atmosférica de cloruro de metileno, un gas ampliamente utilizado como disolvente industrial, está aumentando rápidamente y aunque los investigadores aseguran que este compuesto también produce una reducción del ozono, su uso no está restringido por el Protocolo de Montreal.
El protocolo solo incluía compuestos de larga duración
El cloruro de metileno es uno de los muchos gases organoclorados que no están incluidos en el Protocolo de Montreal, pero que están presentes en la atmósfera terrestre. El motivo, según explican los investigadores, es que “históricamente se ha pensado que estos productos desempeñan un papel menor en el agotamiento del ozono estratosférico debido a su vida relativamente corta (típicamente menos de 6 meses)”.
Hasta ahora solo se había puesto el foco en aquellos compuestos que podían mantenerse en la atmósfera durante décadas o incluso siglos, como los CFC. Sin embargo, los científicos alertan de que “se han detectado niveles sustanciales [de cloruro de metileno] en la estratosfera inferior” y que sus cálculos “sugieren una contribución significativa de estos compuestos a la pérdida de ozono”.
El nuevo estudio, que ha sido publicado en la revista Nature Communications, ha mostrado que “aunque en la actualidad el impacto del cloruro de metileno sobre el ozono es modesto, ha aumentado notablemente en los últimos años” y advierten de que “si este aumento continúa en el futuro, el retorno del ozono antártico a los niveles anteriores a 1980 podría demorarse sustancialmente”.
Los científicos aseguran que, de mantenerse el nivel actual de cloruro de metileno en la atmósfera, la recuperación del agujero de la capa de ozono tan solo se retrasaría unos cinco años. Sin embargo, en el peor de los escenarios analizados, que correspondería a aquel en el que la tasa de crecimiento de las emisiones de este gas se mantiene a los niveles más altos detectados en los últimos años, el retraso en la recuperación podría ser indefinido.
Emisiones de origen antropogénico
Estudios anteriores muestran como, entre 2000 y 2012, las concentraciones superficiales de cloruro de metileno aumentaron a una tasa media global de casi un 8% al año. Aunque el origen del aumento de estas emisiones no ha sido aclarado, los científicos aseguran que “dado que las emisiones naturales de este gas son pequeñas, este crecimiento reciente probablemente refleja un aumento de las emisiones industriales”.
Además, los investigadores insisten en que aunque este estudio se ha centrado en cloruro de metileno, dado que existen abundantes datos de control sobre este compuesto, “también se han detectado otros compuestos de vida corta de origen antropogénico en la atmósfera terrestre”, de los que no hay suficientes datos.
Según los científicos, este hecho obliga a replantear la forma en la que se analizan las tendencias atmosféricas, ya que habría que incluir “aquellos compuestos de que no están contenidos en el Protocolo de Montreal, con el objetivo de mejorar las predicciones futuras sobre la capa de ozono”.