Los centros que acogen a personas sin hogar tuvieron que atender a más de 16.400 usuarios cada día el año pasado. La necesidad ha crecido un 20% desde 2014 cuando los centros alojaron a 13.645, según los datos del Instituto Nacional de Estadística.
Además, la radiografía del Instituto indica que los centros, lejos de infrautilizarse, se llenan. El grado de ocupación estuvo en casi el 86% (en 2014 superaba por poco el 80%). Y eso que las plazas han aumentado entre estos dos cursos. Hace dos años los servicios de atención podía trabajar con 16.684 personas, para el curso pasado, esa capacidad había crecido hasta las 19.124 plazas. Ha habido más posibilidades y se han usado más.
Refugio más que comida
El alojamiento a personas vulnerables es un sector netamente externalizado. A pesar de que son los fondos públicos los que sostienen la red, la mayoría de los centros son de titularidad privada, especifica el informe del INE. Así, a pesar de que un cuarto de los centros pertenecen directamente a alguna administración, son los presupuestos de éstas los que hacen frente a los gastos: hasta el 76,8% del servicio se paga con dinero público.
Las personas sin hogar buscan, sobre todo, un lugar donde refugiarse. Más, incluso, que una comida. La actividad principal de los centros, según declaran las instituciones, es proporcionar “alojamiento en pisos o apartamentos”. Por contra, a la hora de dispensar servicios de restauración (desayunos, comidas y cenas), el INE ha registrado 43.800 servicios que supone un descenso del 20% respecto a 2014.