Sonia (nombre ficticio) se quedó embarazada hace tres años y cuando el padre de la que hoy es su hija se enteró, abandonó el hogar. Ella decidió continuar porque quería ser madre a pesar de las dificultades que, para algunas personas, supone criar a un menor sin pareja. Las familias monoparentales han sido duramente golpeadas por la crisis y, según los datos publicados el pasado 26 de mayo por el INE, más de la mitad (53,3%) viven ya en riesgo de pobreza.
Sonia ha notado la crisis “al igual que otras muchas personas”, dice. Cobra 900 euros desempeñando el cargo de coordinadora en un call-center, un sueldo que no ha dejado de descender desde el inicio de la recesión. Sin embargo, se siente una privilegiada a pesar de que llega a duras penas a final de mes. “Necesito la ayuda de mi familia. De hecho, ahora estamos viviendo en León con mi madre, pero hay gente peor que yo”, comenta. Paga 100 euros por la guardería de su hija y 450 por la hipoteca de un piso “cuyos inquilinos no me pagan el alquiler”, sostiene.
A pesar de mantener el trabajo, a Sonia el miedo a quedarse desempleada no deja de perseguirla. “Cada vez que hay ajustes en la empresa te pones a temblar, es horrible esa inseguridad porque si yo dejo de trabajar mi hija no come”, sostiene. María García, fundadora y presidenta de la Fundación Isadora Duncan de familias monoparentales, opina que “cuando un hogar depende de un solo salario y, además, precario, la dificultad de llegar a fin de mes aumenta”.
García denuncia la falta de apoyo institucional de este tipo de familias. Antes de la crisis, podían acceder a las ayudas generales, para toda la población, como las becas destinadas a costear los libros de texto o el comedor, “sin embargo, se han recortado mucho y apenas hay medidas específicas”. Por eso, para la fundación es necesaria la puesta en marcha de una ley de familias monoparentales a nivel estatal, al igual que ocurre con las numerosas, que “garantice un mínimo de protección”.
Una medida “electoralista”
En la misma línea se expresa Carmen Flores, presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres Solteras, que insiste en que “la única ayuda específica es el pago único de 1.000 euros por cada nacimiento o adopción para hogares monoparentales que ganen menos de 11.000 euros”. Además, Sonia estuvo cobrando 100 euros mensuales destinados a todo tipo de familias con hijos menores de tres años, que su hija ya ha cumplido. Ella corrobora con su experiencia lo que Flores explica. “Me recorrí todas las instituciones y no había nada más”, reconoce.
La prestación que cobró Sonia ahora forma parte del Plan de Apoyo a la familia, aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 14 de mayo. Desde febrero puede solicitarse este cheque familiar, que el Gobierno ha hecho extensivo a contribuyentes con hijos con discapacidad, a familias numerosas o monoparentales con, al menos, dos hijos (y que consiste en la deducción en el IRPF de 1.200 euros anuales). Una ayuda que lleva paralizada varios meses. Para Flores es una medida “electoralista y muy discriminatoria para las que solo tienen un hijo o no están trabajando y va a alcanzar a muy pocas familias”. Sonia, por ejemplo, no podrá solicitarla.
María García sostiene que esto ocurre con otras medidas de protección como la moratoria del Gobierno contra los desahucios, de la que hogares monoparentales con un hijo a cargo no pueden beneficiarse. “Las personas que crían a un hijo solas no son familias para las instituciones”, opina. Muchas de las prestaciones dependen de las Comunidades Autónomas, sin embargo, “las pocas que había antes de la crisis, como el carnet de familia monoparental de Cataluña, han ido desapareciendo”, dice Flores.
Un 90% están encabezadas por mujeres
Los hogares monoparentales representan un amplio abanico de posibilidades (personas divorciadas, solteras, o viudas) que no han dejado de crecer en los últimos años (en 2013 la cifra era un 9,4% más alta que en 2011, según el INE). De ellas, un 90% están encabezadas por mujeres, lo que en palabras de García “aumenta el riesgo de pobreza y exclusión social”.
En palabras de Flores, “las mujeres tenemos trabajos más precarios y peor pagados”. De hecho, según un informe de UGT las mujeres cobran al año un 23,9% menos que los hombres por desempeñar trabajos de igual valor. La conciliación es otro de los aspectos que preocupa a las asociaciones de apoyo a este tipo de familias. Sonia ha tenido suerte y su empresa le ha permitido trabajar en jornada reducida para poder cuidar a su hija el tiempo que no está en la guardería. Sin embargo, con esto ha tenido más dificultades.
De hecho, se ha visto obligada a cambiarla a una guardería privada porque, en su opinión, “las públicas suelen ser para familias con dos padres porque apenas dan facilidades”. Según Flores, “si no tienen apoyos de otros familiares, muchas mujeres pierden el trabajo porque deben cuidar a sus hijos”, denuncia.
Para las asociaciones, la solución es que se pongan en marcha medidas urgentes de protección social y conciliación para que ser familia monoparental “no sea solo un privilegio para ciertas clases sociales”, y que las instituciones faciliten que este tipo de hogares tengan un trabajo que coincida con el horario escolar. Sus representantes hablan también de abandonar “el estigma social” que sufren. “Todo el mundo entiende que las familias numerosas necesitan más ayuda, pero no es así con las monoparentales”, afirma Flores. “No puede ser que se nos represente siempre como que vivimos del cuento”, concluye García.