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Fiesta latina en la Plaza de San Pedro

El Papa Bergoglio en el balcón de San Pedro.

Lara Hermoso

ROMA —

“¿Ha dicho Bertone?”, preguntaba una turista inglesa. “No, ha dicho Bergoglio”, le aclaraba una italiana. Al arzobispo de Buenos Aires no le esperaba nadie en Roma. Instantes después de que el protodiácono Jean Louis Tauran anunciara al mundo que Jorge Mario Bergoglio era el Papa número 266, la plaza de San Pedro rompía en aplausos y en gritos de “¡Viva Francesco, viva el Papa!”.

Las cámaras comenzaron entonces a buscar las banderas argentinas, perdidas hasta ese momento entre las italianas, las brasileñas o las australianas. “Estábamos por aquí cerca, haciendo turismo, cuando nos dijeron que el Papa era argentino y vinimos corriendo”, explicaba Bárbara que, aunque no esperaba que ningún compatriota resultara elegido, llevaba puesta la camiseta de la selección albiceleste.

La alegría de Bárbara contrastaba con la tristeza de Alessandro, un italiano de Bari que no podía dejar de lamentarse: “Otra vez nos quedamos sin nuestro Papa. No quiero ni imaginar qué estará pensando Scola ahora mismo”.

Jorge Mario Bergoglio, el hombre que ha roto todas las quinielas, hizo su aparición en el balcón, convertido ya en Francisco I, pasadas las ocho y veinte de la tarde. Entre los aplausos de la plaza de San Pedro se coló entonces un sentido “¡viva Latinoamérica!. Comenzó el nuevo pontífice con un protocolario ”fratelle e sorelle, bona será“. Palabras más que suficientes para emocionar a Nora, una monja colombiana de los Misioneros de Santa Teresa del Niño Jesús que, con lágrimas en los ojos, afirmaba: ”Es un momento impresionante, y que salga elegido Papa un hombre que no estaba en las quinielas lo hace más impresionante aún“.

Francisco I, ataviado con túnica blanca papal y sin las estolas bordadas granates en un intento por transmitir austeridad, habló a la plaza de San Pedro primero como obispo de Roma y no como Papa. Pero no se olvidó de su predecesor en el cargo, dirigiendo una oración, un padrenuestro, por Benedicto XVI. Un gesto que terminó por convencer a la hermana Nora. “Tiene cara de buena persona, se nota que es jesuita. Es el primer Papa jesuita, el primer latinoamericano, el primer Francisco y va ser el primero en todo. El nombre de Francisco es el mejor nombre posible para reconstruir la Iglesia”, señalaba convencida la religiosa colombiana.

El nuevo Papa, visiblemente emocionado, prosiguió su discurso ante la entregada multitud: “Y ahora, comenzamos este camino, el obispo y el pueblo. El camino de la Iglesia de Roma. Este camino de la Iglesia de Roma que presido. Rezamos por todo el mundo, para que sea una gran hermandad”. Los gritos de “¡Viva Francesco I!” se hicieron más intensos y el Papa realizó la bendición urbi et orbi antes de despedirse con un “buenas noches y descansad bien”.

Cuando el pontífice desapareció del balcón mucha gente empezó a abandonar la plaza de San Pedro. No los latinoamericanos, para los que la fiesta acababa de comenzar. “Se me ha puesto la piel de gallina al escuchar a Bergoglio”, afirmaba Agustina, una bonaerense de 21 años afincada en Roma. Los colombianos se unían a la celebración de los argentinos para exclamar “¡viva Latinoamérica!”

Un grito de guerra que iba uniendo a los hispanos en un extremo de la plaza. También españoles, que señalaban estar “contentos” porque sea un Papa “que habla español”. Pero los auténticos protagonistas de la noche eran los argentinos, como María, que había viajado desde Buenos Aires a Italia con su marido y otro matrimonio amigo. Unas vacaciones que llevaban planificando desde noviembre, “pero nunca imaginamos que nuestra estancia en Roma nos iba a hacer un regalo así”, explicaba.

Los argentinos perdieron la esperanza de ver al arzobispo de Buenos Aires al frente de la Iglesia hace ocho años: “Lo que se contaba allá es que él había renunciado, se había retirado por un problema de salud. Por eso ya no lo esperaba nadie. Llevábamos en San Pedro desde las cinco de la tarde y el momento que dijeron su nombre nos miramos los unos a los otros con incredulidad, creíamos que habíamos entendido mal”. Para María la elección de Bergoglio como nuevo Papa es una buena noticia. “Para nuestro país es muy importante. Ahora que estamos pasando un momento político complicado es un nuevo comienzo, o al menos una forma de poner la primera piedra de algo”, señalaba antes de despedirse con un “ha sido una tarde muy intensa”.

A las 19.08 la fumata blanca ponía fin a día y medio de cónclave. En la quinta ronda de votaciones los 115 cardenales electores habían elegido al sucesor de Benedicto XVI. Comenzaron entonces las carreras por las calles adyacentes al Vaticano. Se pudo ver a sacerdotes saltando la valla que rodea la plaza de San Pedro. A la policía afanándose en los registros para que el acceso fuera lo más rápido posible. Y a muchos turistas que empujaban para obtener una visión mejor del balcón por el que iba a aparecer el nuevo Papa, que a las siete y media de la tarde se esperaba que fuera italiano o brasileño. Hasta que el Habemus Papam desveló la sorpresa a las 20.13h.

Francisco I acudirá este jueves a rezar a la Iglesia de Santa María la Mayor. La misa de entronización como nuevo pontífice se celebrará el martes 19 de marzo. El último guiño al Papa emérito, Joseph Ratzinger.

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