La tasa de mortalidad infantil en Ceuta y Melilla alcanza los niveles de China o Kazajstán
Ceuta y Melilla son habituales farolillos rojos del país en tasa de paro (sobre todo juvenil) o fracaso y abandono escolar. También son las autonomías donde más se casa su población, en las que las mujeres tienen hijos antes y en mayor número y en las que se registra la tasa de mortalidad infantil más alta, con mucha diferencia, de todo el país, según la última Estadística sobre el Movimiento Natural de la Población del INE, con datos cerrados de 2017.
La tasa de mortalidad infantil, que mide el número de defunciones antes de un año de vida por cada mil bebés nacidos vivos, se situó ese ejercicio en Ceuta en 7,66 y en Melilla en 8,94, muy por encima de la media nacional (2,7) y de la tasa de cualquier otra comunidad autónoma (la tercera más alta es la de Andalucía, 3,1).
Con esos números, las dos localidades norteafricanas, los únicos territorios en los que el Ministerio de Sanidad mantiene, a través del Instituto de Gestión Sanitaria (Ingesa), la gestión directa de sus competencias, se sitúan en los niveles de mortalidad infantil de países como Líbano o Malasia (7), China (8) y Kazajstán (9).
A ojos del Jefe del Servicio de Medicina Preventiva, Salud Pública y Prevención de Riesgos Laborales del Hospital Universitario de Ceuta, Julián Domínguez, solo el elevado porcentaje de parturientas marroquíes que “casi en su totalidad” han llevado embarazos “sin control alguno” por parte del sistema sanitario marroquí y acuden a dar a luz a la ciudad española puede explicar la divergencia que muestran los datos locales y los del resto del país.
En Ceuta aproximadamente uno de cada tres alumbramientos atendidos en el Hospital Universitario son de madres marroquíes sin cobertura sanitaria. En Melilla el porcentaje se eleva por encima del 50%. En números absolutos, de acuerdo con el último informe del Tribunal de Cuentas sobre la actividad asistencial en ambas ciudades, en la primera en 2016 se atendieron 1.479 partos (417 extranjeros) y en la segunda 2.946, 1.772 de madres foráneas.
Domínguez reconoce que “convendría” hacer estudios “más detallados” sobre la fría estadística de mortalidad infantil en la ciudad pero no cree que señale un déficit de la sanidad pública local en términos asistenciales o que pueda subsanarse “con más profesionales o mejores recursos”, algo sobre lo que el Tribunal de Cuentas precisamente alertó.
El organismo señala en su informe que los profesionales destinados en Ceuta y Melilla no solo enfrentan un índice de fecundidad (número medio de nacimientos por población femenina censada entre 15 y 49 años de edad) muy superior al del resto del Sistema Nacional de Salud (111,57 frente a 30,89). El número medio de partos atendidos por los facultativos y las matronas se eleva en las localidades norteafricanas a 236 por médico y 145 por matrona, respectivamente, un 218,05% y un 101,30% por encima de las ratios nacionales, respectivamente.
El director territorial del Ingesa, el socialista Jesús Lopera, que ocupa esta responsabilidad por segunda vez, considera que los números solo son el fruto de un efecto estadístico. “Los datos de mortalidad infantil pueden mostrar valores extremos con pequeñas variaciones que se produzcan porque con un solo caso pueden aparecer datos muy dispares”, ha explicado a eldiario.es.
Según ha remarcado Lopera, “si suceden cinco fallecimientos en 1.500 partos nos encontraremos con una tasa muy elevada para una población pequeña pero si el año siguiente hay un caso menos el mismo territorio puede estar ya por debajo de la media”. El alto cargo también apunta al país vecino, ya que “la estadística no incluye el lugar de nacimiento ni las circunstancias del embarazo y en Ceuta el 35% de los partos son de extranjeras que acuden en situación de parto inminente y no controlado previamente”.
“Hay que hacer estadísticas globales por comunidades autónomas pero habría que profundizarlas con tasas ajustadas a la población real de Ceuta, a los casos 'importados' que en otras regiones suponen un bajo porcentaje pero que aquí es alto”, opina Lopera, que ve “llamativo” el dato “tanto cuando es muy bueno como cuando es malo” pero no fiel reflejo de la realidad.
Si la comparativa se extiende a los últimos veinte años, la evolución de la tasa de mortalidad infantil en España ha sido continua a la baja, pasando de las cinco defunciones por cada mil bebés nacidos vivos de 1997 a los 2,7 de 2017. En dos décadas las dos ciudades autónomas han registrado, efectivamente, fortísimas oscilaciones que han llevado la ratio de Melilla de 0 en 2010 a más de 11 en 2013. En cualquier caso, las cifras de Ceuta solo han estado tres veces por debajo de la media nacional.
Para el líder del segundo grupo de la oposición en la Asamblea, Mohamed Ali (Caballas), que hace cuatro años recopiló casi 7.000 firmas en una ciudad con 80.000 habitantes para exigir al Ministerio una Unidad de Radioterapia en Ceuta que no obligue a sus pacientes oncológicos a cruzar cada día el Estrecho para recibir tratamiento, esta estadística es sin embargo “otra prueba” de que la sanidad pública no alcanza en las ciudades norteafricanas los niveles de calidad del resto de España.
El Gobierno central acaba de cifrar en respuesta al senador ceutí Guillermo Martínez (PP) en diez el número de especialistas de Ginecología y Obstetricia que trabajan en el Hospital Universitario, un centro sometido (según denuncia el Colegio de Médicos) a un permanente éxodo de profesionales por falta de “incentivos” salariales, laborales y formativos para quedarse en la ciudad, problemática que comparte Melilla.
“Nadie puede negar el deterioro de la sanidad pública en Ceuta, donde se extiende una más que justificada preocupación por el panorama que han dejado las políticas de recorte: en Atención Primaria solo disponemos de 37 facultativos y en la Especializada la situación es para rasgarse las vestiduras”, critica Ali, que considera que “la Administración no puede esgrimir de forma permanente la presión asistencial procedente de Marruecos sin poner los medios que hagan falta para responder a esa realidad sin que los ceutíes se vean perjudicados en sus derechos”.