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Dentro del laboratorio de un hospital, la trastienda a la que nunca llegó la tranquilidad

Una técnica trabajando en el laboratorio del Hospital Universitario 12 de octubre de Madrid.

Sofía Pérez Mendoza

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El coronavirus ha puesto patas arriba los hospitales. Ha desmontado como un lego y vuelto a montar las plantas de hospitalización, las urgencias o las unidades de cuidados intensivos en las sucesivas olas. Mucho menos visible, hay un servicio en la trastienda, desconocido para la mayoría y, sin embargo, fundamental para que todo funcione. Algo así como la pieza inicial que permite que luego se encajen el resto. Son los profesionales que trabajan en los laboratorios hospitalarios, los lugares donde se dirime si un paciente tiene coronavirus, meningitis o cualquier otro virus con la premisa de que se haga lo más rápido posible.

Los servicios de microbiología han vivido una exigencia extrema a lo largo de los dos últimos años. Es la primera vez que muchos hospitales han puesto a funcionar sus enormes maquinarias diagnósticas las 24 horas al día y todos los días del año. “No hemos tenido ni un momento de calma, tenemos mucha fatiga pandémica”, constata la jefa del servicio del Hospital Universitario 12 de octubre de Madrid, Lola Folgueira, a cuyos laboratorios ha podido acceder elDiario.es.

En el pico de la sexta ola, este centro veía entrar unas 3.000 PCR diarias. Hoy son alrededor 500. Atrás han quedado, recuerda Folgueira, los días en los que cogía su coche para irse a buscar reactivos donde fuera. Aunque seis olas después siguen viviendo “con angustia cuando se estropea una máquina”. “Es un poco catástrofe si pasa”, admite.

Las muestras se acumulan por montones. El de Atención Primaria es el más voluminoso, con diferencia. Los tubos que llegan de los centros de salud copan un 70% de la actividad Covid; el otro 30% corresponde a pacientes que ingresan en el hospital. A todos se les hace una PCR, acudan o no con síntomas compatibles con coronavirus. Y todo ello se suma a lo que demanda el hospital en su normal funcionamiento, desde análisis de sangre y orina a punciones lumbares.

“Se ha notado algo el cambio de estrategia marcada por Sanidad para utilizar antígenos en lugar de PCR”, señala Federico García, jefe de servicio de microbiología del Hospital San Cecilio de Granada y vicepresidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), pero “aquí nos hemos vuelto locos doblando turnos y reforzando guardias para poder tener resultados a tiempo, no hay sistema que pueda con esto”.

Nos hemos vuelto locos doblando turnos, no hay sistema que pueda con esto

Federico García, microbiólogo y vicepresidente de SEIMC

La sexta ola ha desbordado los laboratorios a un nivel sin precedentes, con una positividad elevadísima, “en torno al 40%”, dice García. Los ha vuelto a inundar de pruebas Covid, aunque el número va en caída en las últimas semanas. Del 28 de enero al 3 de febrero se hicieron en España más de 550.000 pruebas de este tipo. La anterior fueron 684.000. Y una antes, 779.000. ¿Y qué pasa con el resto de procesos diagnósticos? “En momentos puntuales, sobre todo de mucho agobio en Atención Primaria, hemos notado una delimitación de las pruebas para otras patologías y eso ha ido engrosando las listas de espera”, asegura Juan Carlos Rodríguez Pérez, presidente de la Asociación Española de Técnicos de Laboratorio (Aetel), un gremio con 50.000 profesionales.

En España se han realizado 81,8 millones de pruebas diagnósticas entre PCR y antígenos desde el inicio de la pandemia. El último dato desagregado que dio el Ministerio de Sanidad es del mes de noviembre, cuando se habían hecho 44 millones de PCR. Aunque la técnica se ha usado desde los años 80 para detectar otros virus, el momento crítico ha forzado a la compra de nuevos equipos que procesan las muestras mucho más rápido y en los que pueden introducirse hasta 98 a la vez.

“En las primeras olas había hospitales que tardaban tres o cuatro días, pero ahora con los nuevos métodos técnicos y equipos estamos siendo capaces de dar los resultados a pacientes de hospitales que se necesitan con urgencia en 20 o 40 minutos y máximo en 4 horas”, explica el vicepresidente de Seimc.

El laboratorio del Hospital Universitario 12 de octubre ocupa varias plantas y tiene una variedad indescifrable de máquinas y utensilios. Folgueira muestra un artefacto donde introducen las PCR más urgentes. Son los casos de emergencia, como un ictus o un infarto, y los resultados aparecen en pantalla en menos de una hora. A través de una gráfica, los microbiólogos hacen el diagnóstico.

¿Cómo es posible tal rapidez? La prueba consiste en amplificar un fragmento del material genético de la muestra del paciente para saber si tiene o no genes del virus SARS-CoV-2. Se replica, mediante ciclos de cambio de temperatura, hasta que se logra la cantidad suficiente para analizarlo y para que el resultado sea fiable.

La velocidad se gana ahorrando algunos pasos en la duplicación y extracción y con una replicación más rápida, que se hace ya no en “termocicladores sino en equipos de sobremesa”, explica Juan Carlos Rodríguez Pérez, presidente de la Asociación Española de Técnicos de Laboratorio, un gremio con 50.000 profesionales en España.

“El diagnóstico parece que florece solo”

Técnicos y microbiólogos, todos parte de un mismo equipo, tiene sensaciones parecidas sobre su papel en la crisis. “Nadie sabe quién hace este trabajo, somos invisibles. Hacer una PCR no es meter un palito por la nariz”, reivindica Rodríguez. “El diagnóstico parece que florece solo, pero no”, añade la doctora Folgueira. “En esta guerra hemos sido los olvidados. Nos hemos dedicado a ir implementando cosas nuevas para dar respuesta al problema clínico en cada una de las olas”, sostiene también García.

La doctora Esther Viedma, del 12 de octubre, se dedica al trabajo más fino y de largo recorrido en el laboratorio: la secuenciación del virus. Su equipo, formado también por la farmacéutica Carmen Martín Higuera, detectó por primera vez en España la variante alfa. Era el día de Nochebuena del año 2020.

“Nos dieron la alerta por una persona que venía de Reino Unido y nos organizamos a toda prisa”, cuenta Viedma, que ha tenido que aparcar su línea de investigación sobre las bacterias multirresistentes ante la exigencia del coronavirus. Entre los profesionales cunde el cansancio. “Sentimos –prosigue la microbióloga– que no podemos desconectar de esto, nos ocupa la mayor parte de la actividad según suba o bajen las olas”.

No podemos desconectar de esto, nos sigue ocupando la mayor parte de nuestra actividad según suban o bajen las olas

Esther Viedma, microbióloga del Hospital Universitario 12 de octubre

Secuenciar una muestra lleva entre tres y cuatro días. No todos los casos pasan por este proceso, sino que se elige a perfiles concretos que puedan tener un especial interés o sobre los que haya alguna sospecha, como aquel caso de Reino Unido. También les llegan muestras de otros hospitales.

Igual que la técnica PCR requiere una maquinaria propia, también la secuenciación. Hay un proceso previo manual, que realizan los técnicos, y después las muestras se introducen en unos aparatos, inimaginablemente pequeños, que envían directamente los códigos genéticos –una suerte de filas con barras de colores y letras– a un ordenador, donde se revisa.

Todas las fuentes con las que ha hablado elDiario.es extraen algo positivo de la pandemia: la constatación de que los servicios de microbiología son imprescindibles a cualquier hora del día en un hospital. En la mayoría de los centros se han puesto en marcha guardias que probablemente llegaron para quedarse, piensan los profesionales. Para beneficio de los pacientes Covid, pero también para el diagnóstico en el menor tiempo posible de cualquier otra infección que entra por la puerta del hospital.

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