La revista 'Science' denuncia el acoso sexual en la ciencia: “Hemos sufrido la cultura de mirar para otro lado”
“Hemos visto a amigas, empleadas y colegas sufrir en una cultura que mira para otro lado, etiquetando el acoso como como una mera travesura”. Con estas contundentes palabras se han expresado las investigadoras Robin Bell y Lara Koenig en un editorial de la revista Science publicado este jueves. Ambas investigadoras han alzado la voz, cansadas de ver cómo algunos de sus colegas “nos han tocado de manera inapropiada y han invadido repetidamente nuestro espacio personal”.
Desde que el pasado mes de octubre surgieran las primeras denuncias contra el productor de Hollywood, Harvey Weinstein, cientos de mujeres han empezado a compartir historias de acoso que llevaban décadas ocultas. El movimiento, que ha sido bautizado como 'Me too' y que ha sido nombrado como personaje del año por la revista Time, no ha tardado en llegar al mundo de la ciencia.
Bell, presidenta de la Unión Americana de Geofísica, y Koenig, investigadora de la Universidad de Colorado, denuncian que hasta ahora habían permanecido en silencio, “temerosas de las consecuencias” y que cuando se habían quejado “en voz baja”, sus quejas no habían tenido ningún efecto.
“Muchos de nuestros colegas masculinos creen que el acoso es algo del pasado” o anecdótico, denuncian las investigadoras, a pesar de que “los estudios indican que más de la mitad de las mujeres del mundo académico han sufrido algún tipo de acoso”.
No les falta razón. Según los resultados de un estudio publicado en 2014 en la revista PLoS ONE, el 64% de los científicos asegura haber sufrido algún tipo de acoso y más de un 20% consideraba haber sido víctima de acoso sexual, siendo la mayor parte de las víctimas mujeres de bajo rango en la escala científica.
También un estudio publicado el pasado verano en el Journal of Geophyscial Research: Planets, mostró que cerca del 30% de las mujeres que trabajan en el campo de la astrofísica y las ciencias del espacio se sienten inseguras en su trabajo como resultado del acoso sufrido. En declaraciones al Washington Post, la principal autora del estudio, la antropóloga de la Universidad de Illinois, Kathryn Clancy, aseguró sentirse “triste y sorprendida” por estos resultados, que son “una de las pruebas más sólidas de que algo funciona terriblemente mal”.
El estudio también mostró que más del 10% de las mujeres blancas y casi el 20% de las mujeres negras se habían saltado alguna clase, habían dejado de participar en congresos o reuniones profesionales o habían rechazado una oportunidad de trabajo de campo porque se sentían inseguras.
Acoso en las expediciones y el trabajo de campo
Precisamente el trabajo de campo es uno de los problemas señalados por muchas investigadoras. En el estudio publicado en PLoS ONE, el 71% de las 512 mujeres encuestadas aseguraron haber sido acosadas sexualmente durante el trabajo de campo, siendo el 84% de ellas estudiantes de posgrado.
Bell y Koenig aseguran en el editorial que en el ámbito de la geofísica este problema ha sido “una realidad durante mucho tiempo” y denuncian que “el cambio cultural en nuestros campos parece tan lento como el movimiento de los glaciares que estudiamos”.
Este mismo año, varias mujeres denunciaron por acoso sexual al geólogo y especialista en la Antártida, David Marchant. El supuesto acoso se produjo durante varias expediciones al continente helado hace casi dos décadas, cuando las investigadoras eran estudiantes de posgrado que trabajaban para este profesor de la Universidad de Boston.
Ninguna de las mujeres se atrevió a denunciar en su momento. Según declaraciones recogidas por Science, algunas se toparon con que los representantes del departamento les aconsejaban olvidar el caso. “Me preguntaron si no sería más fácil para mí completar mi carrera e irme. Estaba asombrada, hundida y me marché sin poner la denuncia”, cuenta una víctima que terminó abandonando el mundo académico.
Premiar a los acosadores, castigar a las víctimas
Otras temían que denunciar a un profesor reconocido pudiera suponer un obstáculo en sus carreras y decidieron esperar a tener una plaza para denunciar a Marchant. “Creo que no estaría donde estoy hoy si hubiera dicho algo”, declaró una de las víctimas.
Bell y Koenig denuncian que, mientras “los perpetradores ganan poder y prestigio”, “las víctimas, a menudo estudiantes y postdocs con poco poder, 'eligen' otros caminos”, por lo que piden que se fomente el debate, no solo a nivel individual, sino dentro de las sociedades y asociaciones científicas. Solo así, concluyen “las sociedades dejarán de otorgar honores a los acosadores, mientras sus víctimas se sientan en silencio entre la audiencia”.
El caso Marchant es solo uno de los múltiples casos de acoso que han salido poco a poco a luz en los últimos años. Las autoras del editorial creen que estas denuncias representan una oportunidad para tratar de cambiar la situación en el entorno científico y fomentar una cultura menos permisiva con los acosadores. “Sabemos que el agua producida por un clima cálido puede hacer que los glaciares se muevan más rápido, igual que sabemos que algunos eventos sociales pueden desencadenar cambios rápidos en nuestra comunidad”.