La ciudad de Madrid encadena su cuarto año consecutivo incumpliendo la ley sobre calidad del aire. Los niveles de contaminación rebasaron en 2013 los límites legales que están en vigor desde 2010 a pesar de que la capital ve cómo, cada año, menos coches expulsan humo a la atmósfera. Esta nueva vulneración se añade a las que provocaron que la Comisión Europea abriera un expediente a España por saltarse la normativa.
Los datos recogidos por las estaciones medidoras –agregados por la asociación Ecologistas en Acción– revelan que 8 de los 24 puntos de medición superan el umbral para el dióxido de nitrógeno (NO2), establecido en 40 microgramos por metro cúbico de aire. La ley establece que, con que una sola estación lo supere, se incumple la legislación. El valor medio de toda la red de estaciones no es relevante para estas sanciones. En 2012, diez estaciones superaron ese valor. La alcaldesa, Ana Botella, anunció en diciembre de 2013, en la firma de un convenio con Repsol, que “solamente tres estaciones han superado el límite anual”.
El NO2 proviene, según los propios estudios del Ayuntamiento, hasta en un 78% de los tubos de escape de los vehículos que transitan por las calles de la capital. Sin embargo, la intensidad del tráfico en la ciudad no para de descender. Según los informes de Movilidad del Ayuntamiento, desde 2008 la ciudad ha perdido 165.845 desplazamientos en coche al día. De los 2.468.064 de aquel año, el último dato –de 2012– se quedó en 2.302.159. Un 6,7% menos.
El consistorio lo achaca a la “reducción del consumo y del número de empleos asociada a la crisis económica”. El uso del transporte público cayó en 2012 un 4,4%. Aun así, la polución es demasiado alta y sobrepasa las tablas admisibles.
Madrid continúa acumulando polución nociva para la salud por encima de las concentraciones permitidas desde 2010. Pero los índices ya eran altos antes de que llegara esa obligación. De hecho, la normativa otorgó a las ciudades una década para adecuar sus atmósferas. En 2010, simplemente, se activó la limitación impuesta desde la Unión Europea. Madrid se quedó en la ilegalidad. Y solicitó que se le concediese una prórroga de cinco años para cumplir en 2015.
El plan que diseñó Ana Botella como delegada de Medio Ambiente para el entonces alcalde Alberto Ruiz-Gallardón no ha sido suficiente para obtener una ampliación del plazo. El Plan de Calidad del Aire 2011-2015 agrupó 70 medidas, pero no suficientes para que la Comisión Europea considerara demostrado “que se alcanzará el cumplimiento al finalizar el periodo máximo de prórroga”.
Así, en mayo de 2013 la Comisión dictó una resolución en la que “estima que deben formularse objeciones [...], ya que las autoridades españolas no han demostrado que dicho cumplimiento pueda alcanzarse en 2014”. Es decir, que no hay prórroga –aunque Madrid podría ampliar sus alegaciones–.
La denegación implica que el Ayuntamiento de Ana Botella sigue incumpliendo de manera continuada con la ley. Con todo, en el discurso de diciembre, Botella insistía: “La evolución de los últimos datos de calidad del aire nos transmite un mensaje de confianza en las políticas ambientales y de movilidad sostenible”.
Entre las políticas que incluyó en el plan estaban la ampliación del horario del Estacionamiento Regulado (SER), de pago, la creación de areas de prioridad residencial y la peatonalización de 7.000 metros cuadrados. De momento, la medida más aplicada ha sido el encarecimiento del aparcamiento en la zona central de Madrid.
La peatonalización quedó paralizada en 2012 porque, según Botella, “tiene un coste que no nos podemos permitir”. En octubre de 2013 el Ayuntamiento adjudicó a varias contratistas un Contrato Integral de Movilidad para implantar un nuevo sistema de cobro de estacionamiento y un servicio de alquiler de bicicletas municipal.
Un nuevo elemento: ozono troposférico
Y además, la ciudad se ha enfrentado en 2013 a un contaminante que no era relevante hasta ahora en el aire de la ciudad: el ozono troposférico (O3). Este oxidante se produce por las reacciones químicas de la luz del sol sobre otros productos como el dióxido de nitrógeno. Es propio de zonas periféricas y se le puede llamar, según han explicado los ecologistas, una “contaminación invisible aunque muy dañina”, dado que, al contrario que el NO2, no crea boina de polución.
El año pasado, 8 de las 14 estaciones que pueden medir este elemento en la capital tuvieron más de 25 picos superiores al límite de 120 microgramos, que es el número máximo recogido en la ley. Es algo muy inusual, ya que en 2012 ninguna estación alcanzó los 25 picos. En el caso de este contaminante, para iniciar proceso sancionador, el texto establece que se efectúen medias durante tres años, por los que los límites superados en 2013, en sí mismos, no son suficientes para que España se enfrente a otra multa.