Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE
Esta información es un teletipo de la Agencia EFE y se publica en nuestra web de manera automática como parte del servicio que nos ofrece esta agencia de noticias. No ha sido editado ni titulado por un periodista de eldiario.es.
Las mujeres trans y migrantes están más expuestas al VIH pero evitan el circuito sanitario
Madrid, 10 jun (EFE).- La prevalencia de VIH en las mujeres transgénero en España se estima en un 19 % frente a una incidencia entre los hombres trans inferior al 5 %, y es que ser mujer trans y migrante supone más probabilidades de contraer la infección y de tardar en acudir al circuito sanitario.
Estos datos son estimaciones a nivel mundial pero extrapolables a España y ofrecidos por la asociación Apoyo Positivo. En España no existen registros oficiales de este colectivo de riesgo, lo que imposibilita su manejo adecuado y su retención en el sistema de salud.
En declaraciones a EFE, la especialista en enfermedades infecciosas de la Unidad de VIH del hospital Clínic de Barcelona, Lorena de la Mora, coincide en que no hay un sistema de vigilancia epidemiológica ni guías clínicas para este colectivo, “por lo que la retención en el sistema sanitario es muy mala y la adherencia a los antirretrovirales, también”.
Según De la Mora, el 87 % de la población trans con VIH que atiende el Clínic son mujeres latinoamericanas y un 88 % trabajadoras sexuales. Dado que es una población de mucho riesgo se impone ofrecerles un modelo de afirmación de género, contactos para acudir a especialistas como endocrinólogos, expertos en salud mental y de manejo de su transición y trabajadores sociales.
MÁS DEL 50 % LLEGA CON UNA SITUACIÓN INMUNOLÓGICA COMPROMETIDA
Esta especialista en enfermedades infecciosas admite que no se sabe el tiempo que tardan en pedir ayuda, pero “más del 50 % llega con una situación inmunológica comprometida” y la media desde que se les diagnostica el VIH es de siete años.
De la Mora hace autocrítica, admite que la sanidad no tiene planes adecuados para este colectivo y apela a implementar programas para que puedan seguir sus tratamientos antirretrovirales.
Por ejemplo, dice, si es una trabajadora sexual se trata de ofrecer horarios cómodos para el tratamiento y si es una persona en situación migratoria, se contacta con un trabajador social para que ayude con la tarjeta sanitaria o la regularización.
Desde la ONG Apoyo Positivo insisten en la diversidad dentro del paraguas trans, porque no es lo mismo una persona transgénero que ha tenido facilidades y aceptación familiar a otra que ha sufrido transfobia en su entorno.
Y apelan a que se clarifiquen estos colectivos, porque tanto mujeres como hombres trans “están mal censados y se les mete donde no se les tiene que meter”.
PSICÓLOGO TRANS DENUNCIA DISCRIMINACIÓN EN LAS CONSULTAS
David Orión es psicólogo y hombre trans, con formación específica en salud sexual. En una entrevista con Efe, este experto rebate la idea de que el profesional sanitario sea el que decida “quién es suficientemente trans” y afirma que se siguen dando situaciones de discriminación en consultas, “ya sea de Atención Primaria, urgencias, ginecología o urología”.
No obstante, valora que cada día haya más profesionales sanitarios “revisando formas arcaicas de dirigirse a los pacientes, informándose y formándose”.
Pese a ese esfuerzo, Orión sostiene que el miedo y la discriminación hace que muchas personas trans eviten el circuito sanitario y opten por las asociaciones que se tejen a pie de calle “y las ONG con clara posición en favor de los derechos humanos”.
“Hay una mayor desconfianza en las instituciones, y es normal, porque hemos tenido que luchar y lo seguimos haciendo para obtener unos derechos mínimos”.
La aceptación del diagnóstico y la adherencia al tratamiento depende más de los recursos de esa persona que del hecho de ser trans, de si tiene la nacionalidad o si su estabilidad vital le permite compaginar las visitas al médico: “A más violencia y dificultades, peor acceso”, afirma.
Orión insiste en el caso de la mujer migrante que vive del trabajo sexual y tiene que elegir “entre comprar condones o pagar el alquiler”. Eso y vivir en una comunidad en la que el acceso a las pruebas es difícil, demora el diagnóstico y el tratamiento.
0