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Nadie sabe cómo se contaminó el río que enfermó a medio millar de personas

El río Queiles a su paso por Tarazona.

Sofía Pérez Mendoza

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Lo ocurrido en un pueblo zaragozano de 10.000 habitantes (Tarazona) pasará a formar parte de los anales de la historia epidemiológica en España. Ni en la localidad ni en la comunidad ni siquiera en el país se recordaba algo parecido en las últimas décadas: un brote de gastroenteritis que ha enfermado a medio millar de personas y ha obligado a cortar el agua del grifo a 11.000. Dos meses después de notificarse el inicio de los contagios y con el episodio controlado, nadie sabe cómo se contaminó el río que originó la enfermedad y sobre la mesa de la Fiscalía hay una denuncia de Ecologistas en Acción que pide esclarecer lo que pasó. El Ayuntamiento de Tarazona está valorando sumarse a ella.

En la investigación están involucradas autoridades de todos los niveles: las locales (varios ayuntamientos), las autonómicas (consejerías de Sanidad de Aragón, Navarra y Castilla y León) y las estatales (el Ministerio, la Confederación Hidrográfica del Ebro y la Guardia Civil), que sí han dado con el tipo de parásito detrás del brote, pero no con cómo pudo acabar en un manantial, el río Queiles, que nutre de agua a una ristra de pueblos, desde Vozmediano (Soria) hasta Tudela (Navarra). Todas quieren evitar que la causa del problema esté en su pedazo de tierra.

El microorganismo responsable es un protozoo llamado Cryptosporidium que provoca, en su contacto con el ser humano, síntomas de diarrea, náuseas o calambres abdominales. La criptosporidiosis es una enfermedad considerada emergente y trae de cabeza por el aumento de casos a los sistemas de vigilancia de media Europa, en alerta por la detección del parásito en más de 600 turistas británicos e irlandeses tras pasar sus vacaciones en España, según publicó El País.

El caso de Tarazona, sin embargo, es un brote “inusual y particular”, afirma el catedrático en Microbiología de la Universidad de Salamanca Raúl Rivas. Hay que irse muy atrás, a Suecia en el año 2010, para encontrar un episodio grande. Entonces hubo 27.000 contagios. El mayor notificado en la historia se produjo en 1993 en Milkwaukee (Estados Unidos), donde murieron 67 personas y enfermaron 430.000 por la contaminación del lago Michigan. La mayoría de los casos cursan de manera asintomática –añade Rivas– así que los afectados en Aragón serían muchos más.

“En países desarrollados los brotes se producen sobre todo en áreas recreativas con agua, como jacuzzis, parques acuáticos o piscinas donde se baña mucha gente, pero no tanto en agua para beber”, explica el microbiólogo. De hecho, según los expertos consultados, esta podría ser la causa que explica el contagio de los turistas.

Para que el protozoo afecte a los humanos no se necesita una gran concentración. Basta con una ingesta de 10 a 30 unidades de ooquistes (la forma del parásito que encontramos en el agua). “Para que nos hagamos una idea –dimensiona Rivas–, una vaca infectada puede excretar al día medio millón de ooquistes y también el ser humano”.

La contaminación del río podría deberse a las aguas torrenciales, tras las fuertes lluvias de septiembre. No se ha detectado que haya un foco ni por parte de algún municipio, ni por parte de alguna actividad empresarial

Consejería de Sanidad de Castilla y León

El origen de la contaminación del agua es la gran incógnita. En el pueblo de Tarazona todos miran a una piscifactoría ubicada poco después del nacimiento del río en Vozmediano, un pueblo de 35 habitantes. “La única evidencia que tenemos es que en el nacimiento no había protozoos y unos metros más abajo, sí. Si antes no hay y después se encuentran, quiere decir que se han añadido en el tramo intermedio”, señala Tono Jaray, alcalde del municipio (PP), en conversación con elDiario.es. Al río se aportan, a esta altura, el agua de la instalación para criar peces y las aguas fecales de la pequeña localidad de Soria. Unos kilómetros más abajo está la toma de agua que da de beber a los pueblos afectados.

La empresa encargada de la piscifactoría, Eurotrucha, aseguró que la causa del brote no estaba en su instalación, usando como prueba unos análisis hechos a su petición por la Universidad de Valencia, y denunció el “daño irreparable” a la reputación de la compañía. “No hay evidencia alguna” de que el origen esté en Castilla y León, dijo también la Junta a principios de octubre después de que Aragón hiciera públicos los resultados de los análisis tras dividir el caudal en trozos y muestrear.

El departamento de Sanidad, consultado por este medio, se desentiende de la crisis y asegura que son el Gobierno de Aragón y los ayuntamientos los encargados de la investigación y de la toma de muestras. Tampoco quiere responder la Confederación Hidrográfica del Ebro, pese a que ha participado en las operaciones.

“No se ha podido confirmar el origen. Después de haber analizado varias hipótesis, la que más peso ha cobrado es que la contaminación del río Queiles por el protozoo Cryptosporidum pudiera deberse a las aguas torrenciales, tras las fuertes lluvias que hubo en la zona a principios de septiembre. No se ha detectado que haya un foco ni por parte de algún municipio, ni por parte de alguna actividad empresarial”, responde ahora una portavoz de la Consejería de Sanidad de Aragón tras señalar hace unas semanas que el foco estaba en Soria.

Según los expertos consultados, estos protozoos no están generalmente asociados a los peces, sino al ganado. Las hipótesis que a priori tienen más sentido son las que vinculan la contaminación o bien con una granja o bien con las lluvias torrenciales, como sugiere el Gobierno de Aragón, que arrastran al río excrementos u otras sustancias animales que están en el suelo. Pero en la investigación no se encontraron, tras una inspección visual, ni vertidos ilegales ni escorrentías excepcionales, señala el regidor de Tarazona.

Cuando el sistema amplía unos sectores mucho y no tiene cautelas para que funcione en algún momento explota. Unos te dirán que estamos bebiendo mierda de pez y otros que es sano porque allí trabaja su cuñado

Jesús Samperiz, Ecologistas en Acción

La sensación general es de desconcierto. Ecologistas en Acción puso una denuncia ante la Fiscalía, a la que ha accedido elDiario.es, que pide valorar “los graves daños producidos en la salud colectiva y el elevado número de personas afectadas y lesionadas, además de la repercusión social en las localidades afectadas”. La organización verde solicita al Ministerio Público que se investigue si “puede haber habido decisiones o actuaciones por acción y omisión de los responsables (incluida la de in vigilando), e incluso de las autoridades competentes que han derivado en que se haya producido la contaminación por un agente patógeno cuya erradicación de la red de agua potable es difícil, y mucho más del ecosistema y fauna acuática de toda la cuenca del río Queiles”.

“Cuando el sistema amplía unos sectores mucho –en referencia también a la ganadería– y no tiene cautela para que funcione, no tiene herramientas para evaluarlo periódicamente, en algún momento explota. Unos te dirán que estamos bebiendo mierda de pez y otros que es sano porque allí trabaja su cuñado”, apunta Jesús Samperiz, de Ecologistas en Acción. En la denuncia no se incluye ninguna prueba que confirme a la piscifactoría como el foco. Sí se adjunta una tesis doctoral de la Universidad de Santiago de Compostela que documenta que las truchas arco iris y común pueden ser vectores del protozoo Cryptosporidium. En concreto el Cryptosporidium parvum que se transmite a través de animales.

Llueve sobre mojado

Más allá de la crisis de salud pública, cerrada con 520 afectados –todos en Tarazona salvo ocho en el municipio de Novallas–, el episodio de contaminación del agua ha destaponado un malestar en la comarca por la mala calidad del agua. El Ayuntamiento de Tarazona defiende que su depuradora funcionó –redujo 24 veces la concentración del protozoo, según sus datos–, pero admite “problemas con el agua que hay que resolver”.

Está documentado: hay presiones contaminantes y extractivas que llevan décadas degradando el río. El caudal soporta una intensa carga de actividades industriales, ganaderas y de abastecimiento cuya gestión y supervisión depende de tres comunidades (Castilla y León, Aragón y Navarra) y organismos estatales. Una maraña administrativa de competencias que se ha replicado también en el caso de Tarazona.

Hace un año, la Confederación Hidrográfica del Ebro prohibió el uso del agua del embalse del Val, en el municipio de Los Fayos (afectado por la crisis de salud pública de hace dos meses) y el baño al constatar que el agua estaba contaminada por unas cianobacterias, como recogió el Periódico de Aragón. El episodio obligó a suspender una competición de Triatlón prevista para esas fechas que incluía una prueba de nado.

“El pantano está eutrofizado, no tiene oxígeno”, resuelve Samperiz, de Ecologistas en Acción. Entre las causas del mal estado del agua, la organización señala a una depuradora que depende del Ayuntamiento de Ágreda cuyos vertidos –que proceden de varias empresas de la vecina Ólvega– motivaron una sanción de la Confederación Hidrográfica del Ebro al consistorio. Los vertidos han provocado incluso condenas penales: el responsable de Distiller, una empresa de tratamiento de residuos tóxicos, fue castigado con cinco meses de prisión por permitir que sustancias perjudiciales de su planta acabaran en el arroyo de Ólvega. En el municipio también hay un “polígono industrial megacontaminante”, según Ecologistas en Acción.

En Noviercas (Soria), un pueblo cerca de la intersección entre comunidades, se intentó abrir una macrogranja que sería una de las mayores de Europa, pero el proyecto finalmente fue frenado por un real decreto del Gobierno que impide que las granjas que se abran a partir de ahora tengan más de 850 cabezas de ganado mayor. La de Noviercas, impulsada por la cooperativa navarra Valle de Odieta, tenía previsto alojar más de 24.000 vacas en territorio soriano.

“No es exactamente la misma zona pero esto pone sobre la mesa que las cosas no se están haciendo bien, es una forma de actuar que se reitera”, aseguran desde Ecologistas. “No sé por qué ocurre la contaminación”, despeja Jaray, el alcalde de Tarazona, al ser preguntado por las actividades industriales y ganaderas de la zona.

El Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Tarazona dan por cerrada la crisis y se centran ahora en tomar medidas para que no vuelva a ocurrir. El episodio ha tenido un coste de cerca de medio millón de euros para las arcas aragonesas entre los análisis realizados, la colocación de depósitos de agua para las semanas de corte de suministro y la instalación próxima de tecnología ultravioleta en las plantas potabilizadoras de las cuatro localidades afectadas que “permitirá eliminar los ooquistas del protozoo, que no suprime el cloro”, confirma la Consejería de Sanidad.

El río quedó libre de estos protozoos la cuarta semana de octubre tras aplicar un biocida oxidante para “eliminar cualquier ooquiste que hubiera quedado en las paredes de los depósitos o en las tuberías”. Desde hace unos días, los pueblos afectados pudieron acceder al suministro normal, salvo los colectivos vulnerables (personas mayores, personas inmunodeprimidas y niños menores de seis años), a los que se ha recomendado seguir bebiendo agua embotellada. La última de las localidades, Novallas, dio vía libre a beber agua del grifo de nuevo este jueves.

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