“Los Premios Nobel de Química 2018 han tomado el control de la evolución y la han utilizado para beneficio de la humanidad”. A las 11:45 de hoy se anunciaba el nombre de los tres ganadores del premio Nobel de Química, que ha ido a parar a las manos de Frances H. Arnold “por la evolución dirigida de las enzimas” y a George P. Smith y Sir Gregory P. Winter “por el despliegue en fagos de péptidos y anticuerpos”.
Los métodos desarrollados por estos investigadores han permitido diferentes avances industriales y farmacéuticos. Las enzimas producidas a través de la evolución dirigida se utilizan para fabricar desde biocombustibles hasta productos farmacéuticos. Los anticuerpos que se desarrollan usando un método llamado despliegue en fagos pueden combatir enfermedades autoinmunes y en algunos casos curar el cáncer metastásico.
Desde que las primeras semillas de vida surgieron hace unos 3.700 millones de años, la vida se ha ido extendiendo por toda la Tierra. La evolución ha permitido que las proteínas, ingredientes químicos fundamentales para la vida, se hayan ido modificando y seleccionando. Los Premios Nobel de Química de este año se han inspirado en el poder de la evolución y han utilizado los mismos principios de cambio y selección genética para desarrollar proteínas que sean útiles para la humanidad.
La mitad del Premio Nobel de Química de este año se otorga a Frances H. Arnold, que, en 1993, llevó a cabo la primera evolución dirigida de enzimas. Desde entonces, ha refinado los métodos que ahora se utilizan rutinariamente para desarrollar nuevos catalizadores y que se utilizan para la fabricación de sustancias químicas más respetuosas con el medio ambiente, productos farmacéuticos o la producción de combustibles renovables.
La otra mitad del premio es compartida por George P. Smith y Sir Gregory P. Winter, que, a mediados de los 80 desarrollaron un método para generar nuevas proteínas a partir de fagos, una técnica conocida como despliegue de fagos o, por su versión en inglés, phage display.
Smith se basó en la utilización de un virus que infecta a las bacterias (llamado bacteriófago), mientras que Winter utilizó los fagos para la evolución dirigida de anticuerpos, con el objetivo de producir nuevos fármacos.
El primer fármaco basado en este método, el adalimumab, fue aprobado en 2002 y se utiliza para la artritis reumatoide, la psoriasis y las enfermedades inflamatorias intestinales. Desde entonces, este método ha servido también para producir anticuerpos que pueden contrarrestar enfermedades autoinmunes y curar el cáncer metastásico.
Solo cinco mujeres lo han conseguido
Frances Arnold se ha convertido en la quinta mujer en la historia en recibir el Nobel de Química, tras los premios recibidos por Marie Curie y su hija, Irène Joliot-Curie, en 1935, Dorothy Crowfoot Hodgkin, en 1964 y Ada E. Yonath, en 2009.
El premio de hoy a Arnold, junto al Nobel de Física concedido ayer a Donna Strickland, el primero en esta categoría para una mujer en más de 50 años, es de especial trascendencia para las mujeres investigadoras, que llevan años exigiendo una mayor representatividad en unos premios en los que han brillado por su ausencia. Quedará por ver si estos dos premios confirman un cambio de tendencia para las próximas décadas.
Frances H. Arnold, nacida en 1956 en Pittsburgh, Estados Unidos. Se doctoró en 1985 en la Universidad de California. Actualmente es Profesora Linus Pauling de Ingeniería Química, Bioingeniería y Bioquímica, en el Instituto Tecnológico de Caltech.
George P. Smith, nacido en 1941 en Norwalk, Estados Unidos. Se doctoró en 1970 en la Universidad de Harvard. Distinguido Profesor Emérito de Ciencias Biológicas de la Universidad de Missouri.
Sir Gregory P. Winter, nacido en 1951 en Leicester, Reino Unido. Se doctoró 1976 en la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Actualmente es líder del MRC Laboratory of Molecular Biology en Cambridge.