“Sigue existiendo el riesgo —en algunos casos, la realidad—de una posible discriminación ilegal de los alumnos y alumnas que eligen la materia de Religión”. Los obispos españoles, a través de la Comisión de Educación, han valorado la regulación final de la asignatura, después de conocer la ordenación académica regulada por las comunidades autónomas. Una valoración en la que sugieren como “necesaria” la “defensa jurídica del derecho de estos alumnos”. Por primera vez en democracia, en la Lomloe los estudiantes que no elijan la materia no tienen que cursar una asignatura alternativa y se han quedado en una especie de limbo en el que no pueden estudiar contenidos curriculares.
El diagnóstico global de la Iglesia no es catastrófico, pues los obispos constatan “una mejora en la percepción de algunas Administraciones educativas sobre la aportación significativa de la asignatura en la formación integral del alumnado”, así como “mejoras en el tratamiento escolar del alumnado que no elige enseñanzas de la Religión”.
La protesta de la Iglesia se produce en un marco en el que el alumnado de Religión cae año tras año hasta situarse en mínimos históricos: los estudiantes que cursan la materia bajan del 60% con grandes diferencias entre las distintas redes. Son un 48% en la pública, que rozaba el 80% hace dos décadas, y un 90% en la escuela concertada.
Andalucía, Castilla y León, Madrid y Murcia, las 'mejores'
Sin embargo, la nota continúa recriminando al Gobierno estatal el descenso de horas lectivas, aunque esta afirmación no es exacta en cuanto a la normativa, pero sí ha resultado el caso a la hora de su aplicación. Este curso, Religión tendrá como mínimo una hora de clase a la semana, según aparece en el texto de la ley. Este mínimo es ligeramente superior al que había hasta ahora con la Lomce del PP, lo que ha obligado a algunas comunidades a subir su carga horaria ligeramente. En la anterior norma, la Lomce, los populares no fijaron un número de horas anuales de cada materia, pero abrió la puerta a que la Religión no superara los tres cuartos de hora semanales al fijar ese horario para Ceuta y Melilla, territorios en los que tiene las competencias educativas.
De esa manera, algunas comunidades autónomas “han aumentado” el tiempo que impartían hasta ahora, como la Comunitat Valencia y Aragón, que han pasado de tres cuartos de hora a una hora. Los obispos alaban a estas dos regiones, junto a Asturias, Baleares o País Vasco. Las mejor valoradas en general son Andalucía, Castilla y León, Madrid y Murcia –estas dos últimas son las que más horas semanales imparten–, que además han regulado la enseñanza “en el articulado de sus decretos, y no en disposiciones adicionales” y que, en algunos casos, han establecido hora y media o dos horas semanales. Por contra, en Galicia se ha reducido el horario. En Canarias, Cantabria, Cataluña, La Rioja o Navarra, “establecer el mínimo fijado por el Ministerio de una hora semanal ha supuesto un descenso significativo respecto al horario que tenía el área/materia de Religión”.
“Lamentamos que en muchos casos no se haya aprovechado esta regulación para dotar al área/materia de Religión católica de un horario más amplio”, así como “la falta de consideración de la asignatura que implica el descenso significativo de horario en algunas Comunidades Autónomas” constatan los obispos, que critican que “se ha perdido una oportunidad para una mejor consideración académica de la clase de Religión”, que consideran “un ámbito educativo imprescindible para que la educación escolar alcance sus fines propios”.
Sin alternativa ni atención educativa programada
En segundo lugar, los obispos critican “la desaparición de una alternativa” a la Religión, lo cual vulnera “el principio de no discriminación e igualdad del alumnado”. “A pesar de la desaparición de la alternativa en la LOMLOE, como ya ocurriera en la LOE, los Decretos de enseñanzas mínimas exigen, para el alumnado que no elige Religión, una atención educativa programada por los centros como parte de su proyecto educativo”, recuerda la CEE, que lamentan cómo muchas comunidades “no han dotado de un marco normativo para esta atención educativa que la ley pide, explícitamente, que se programe en los centros educativos”.
En los centros, el profesorado responsable se las ingenia para ocupar el tiempo del alumnado que elige no cursar Religión. La Lomloe prohíbe que haya una asignatura espejo (en su día fue Valores), pero también que esos estudiantes avancen con los estudios curriculares para no tener ventaja frente a sus compañeros. Está prohibido enseñar, y en una ley de enfoque genérico todo puede ser considerado una competencia, como explican algunos responsables educativos.
“Genera preocupación la etapa de Bachillerato en aquellas comunidades autónomas en las que se penaliza al alumnado que elige la materia de Religión, que ve incrementada su carga lectiva semanal y que podría encontrarse así en condiciones de discriminación”, añade la nota, que ve “necesaria la defensa jurídica del derecho de estos alumnos”. ¿Una sugerencia para denunciar la normativa?
“Una situación semejante podría darse también en aquellos centros que permitirían —por vía de los horarios u otra– que quienes no eligen la asignatura de Religión tengan de hecho una hora libre o una hora más de estudio”, concluye el escrito. Alude este comentario en lo que refiere a los horarios a la intención inicial –que nunca se trasladó a la ley, pero algunas comunidades autónomas han intentado implementar de manera informal– de que la clase de Religión fuera la primera o última del día para que quien no la curse pueda irse antes o llegar más tarde. Respecto a la hora extra de estudio, la ley no lo permite.
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