A Apple y Facebook, dos de los gigantes de Silicon Valley, se les ha ocurrido una nueva fórmula para atraer el talento femenino a sus filas: ofrecer a sus empleadas un plus en el seguro médico para que puedan congelar sus óvulos si se deciden (o se ven obligadas, en términos más justos) a retrasar su maternidad por cuestiones laborales.
La medida, en marcha desde enero en la empresa de Zuckerberg y enmarcada en un paquete de políticas de carácter social para favorecer la conciliación laboral y familiar, ha despertado una gran controversia más allá de las fronteras de Estados Unidos. Dentro del debate, una moneda con dos caras: ¿es una opción más a la que hay que dar la bienvenida o una consecuencia de un sistema masculinizado que manipula el reloj biológico de las mujeres que desean ser madres?
En el epicentro de la tecnología mundial la baja tasa de participación de mujeres (30%) es una realidad que preocupa a las empresas. “Para hacer un análisis de estas medidas, la premisa es que partimos de un contexto muy distinto al español. Allí las grandes compañías están haciendo esfuerzos para atraer a mujeres trabajadoras con servicios y ventajas sociales. Es decir, que esta medida concreta se enmarca dentro de un paquete de otras de carácter social. Y, mirándolo desde este prisma, no me parece escandaloso”, argumenta Marisa Soleto, directora de la Fundación Mujeres.
Maternidad y desarrollo profesional, ¿incompatibles?
Si trasladamos la lupa a España, la interpretación puede adoptar otro cariz. Aquí la conciliación laboral y familiar de las mujeres continúa en horas bajas. “El modelo para poder trabajar y ser madre pasa por retrasar la maternidad y reducir el número de hijos e hijas porque no se promueven otros mecanismos para compatibilizar”, apunta Soleto. Desde la política o los programas públicos, agrega, “no se está haciendo nada mínimamente eficaz” y “la desigualdad en el trabajo continúa evidenciándose en los datos”.
Según los cifras del último trimestre de 2013 de la EPA, el número de mujeres empleadas a tiempo parcial es mucho mayor que el de los hombres. Un 26,3% de las mujeres ocupadas lo están en puestos de horario reducido frente a un 8% en el caso de los hombres. Pero lo significativo, más allá de los números, son los motivos que justifican su decisión. El más habitual entre ellas es no haber encontrado trabajo a tiempo completo seguido del “cuidado de niños o de adultos enfermos, incapacitados o mayores”. Para los hombres, las labores de cuidado están a la cola de todos los motivos posibles.
“Lo que necesitamos es que la capacidad organizativa de las empresas esté dentro de unas políticas públicas regidas por la idea de que maternidad y desarrollo profesional no son incompatibles”, expresa la directora de la Fundación Mujeres, que califica la propuesta de las compañías de Silicon Valley como “un apoyo para el sacrificio que hacen las mujeres para poder promocionar profesionalmente” y no como una medida completamente de conciliación que favorezca el bien común. Lo deseable, sentencia Soleto, “sería plantearnos en qué estado están las bases de nuestros programas públicos para que las mujeres, si quieren ser madres, tengan que congelar sus óvulos o quedarse embarazadas a una edad en la que el coste sanitario y personal es más elevado”.
“Como política única no es adecuada”
La vitrificación de óvulos llegó a España hace siete años y se considera uno de los grandes avances de los últimos tiempos en reproducción asistida. En la actualidad, según datos del Instituto Madrileño de Fecundación (IMF), el tratamiento es altamente eficaz (la fecundación se produce en el 80% de los casos) gracias a un proceso de congelación ultrarápido que mantiene el óvulo en condiciones óptimas y evita la formación de cristales de hielo que pueden dañar la célula. Su coste ronda los 2.000 euros, un precio muy inferior a las cifras que se manejan en Estados Unidos, donde un proceso de estas características puede alcanzar los 20.000 dólares.
Marta Barrio, directora de comunicación de IMF, ve la implementación de este plus en Apple y Facebook como “una opción más”. “Todo lo que sean propuestas me parece fantástico, aunque como política única no es adecuado”, afirma. “Más allá de la cuestión concreta –continúa– el debate que está generando es positivo en tanto se está hablando de ello, se está discutiendo sobre ello y, por tanto, se está haciendo visible”. En España, según Barrio, un 20% de parejas heterosexuales tienen problemas para tener hijos porque la fertilidad de las mujeres es reducida –a partir de los 40 cae “de forma vertiginosa”– a causa de un retraso de su maternidad por cuestiones laborales.
“Perpetúa la idea de que el cuidado no es compartido”
Por debajo de la superficie del debate puntual, subyace un problema de fondo de mucho más alcance. “La propuesta perpetúa la idea de que es la mujer la que tiene que asumir el cuidado de los hijos e hijas y, por tanto, lanza un mensaje que, aunque hila fino, es devastador porque refuerza uno de los obstáculos más importantes para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres: la corresponsabilidad”, analiza Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación Mujeres Progresistas.
En lugar de fomentar el reparto de los cuidados –critica Besteiro-, “la solución a los contratiempos para conciliar es que las mujeres no sean madres mientras sean trabajadoras”. “Una vez más, todas las medidas nos contemplan a nosotras como grupo diana al tiempo que los hombres no son apelados para que asuman su parte de obligación”, resume. En este sentido, recuerda que “el que no haya niños o que existan dificultades de tiempo para atenderlos es un problema de la sociedad y no solo de las mujeres”.
La idea de que ser madre y tener una carrera de alto nivel profesional no es compaginable continúa muy anclada en un sistema que no es capaz de promover la maternidad sin que resulte un lastre para la vida laboral. “Se presupone culturalmente que será siempre la madre quien renuncie a su empleo o reduzca sus horas”, apunta Barrio. A propósito de esto, Mónica de Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, reconocía hace unas semanas que prefiere contratar a una mujer mayor de 45 o menor de 25 porque “como se quede embarazada, nos encontramos con el problema”.
En un estudio sobre conciliación laboral y familiar de la Fundación Pfeizer, cuyos resultados se han extraído de la realización de 1.500 entrevistas, el 68,1% de los encuestados opina que las mujeres tienen más problemas para compatibilizar trabajo y familia que los hombres. Además, la brecha salarial entre sexos, acentuada por la crisis, contribuye a que en la mayoría de los casos sea ella la que abandone su puesto de trabajo o acorte su jornada.