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Ultracatólicos de todo el mundo redoblan su ataque contra el Papa y le acusan de “hereje” públicamente

El Papa Francisco

Jesús Bastante

Lo sectores más ultracatólicos redoblan el ataque contra el Papa Francisco. Y esta vez lo han hecho uniéndose. Alrededor de un centenar de religiosos y académicos de distintos ámbitos han publicado una carta en la que acusan a Bergoglio de “propagar herejías” y le piden que se retracte de la exhortación que emitió en abril de 2016 y en la que abría la puerta de la Iglesia a los divorciados vueltos a casar y abogaba por “una mayor misericordia” ante personas homosexuales o parejas no casadas por la Iglesia.

Entre los firmantes de la misiva titulada en latín Correctio filialis de haeresibus propagatisUna corrección filial ante la propagación de herejías–, destacan intelectuales como el expresidente del Banco Vaticano, el economista Ettore Gotti Tedeschi, o el líder del movimiento ultraconservador de los lefebvrianos. En ella, los firmantes acusan al Papa de propagar siete posturas heréticas sobre el matrimonio, la moral y los sacramentos en Amoris Laetitia, el documento de Francisco contra el que cargan. No es frecuente que sectores de la Iglesia lancen acusaciones públicas de este tipo contra un Papa y se cree que solo pudo pasar algo similar en el año 1300.

La carta, que según sus autores se ha hecho pública después de que fuera enviada al Papa el pasado 11 de agosto y no obtuvieran respuesta alguna, se divide en tres partes. En la primera, los firmantes justifican su “derecho y deber” de corregir al Papa, como se hace “cuando los pastores de la Iglesia están desviando el rebaño”. En la segunda incluyen los párrafos de la exhortación que, en opinión de los firmantes, “insinúan o alientan posturas heréticas”. Una interpretación que, aseguran, Bergoglio desea que adopten el resto de católicos.

Entre otras lindezas, acusan al Papa de haber “apoyado la creencia de que la obediencia a la Ley de Dios puede ser imposible o indeseable, y que la Iglesia debería, a veces, aceptar el adulterio como un comportamiento compatible con la vida de un católico practicante”. Por último, acusa al modernismo y a Lutero de esta crisis. Así, subrayan como el fraile agustino “tenía ideas sobre el matrimonio, el divorcio, el perdón y la ley divina que se corresponden con aquellas que el papa ha promovido”. La misiva concluye exigiendo al Papa que “condene estas herejías” que “ha sostenido de manera directa o indirecta”.

El Papa responde

Esta vez las acusaciones sí han recibido una respuesta de Francisco, aunque indirecta. La revista de la Compañía de Jesús, La Civiltà Cattolica, ha publicado íntegro el diálogo que mantuvo con un grupo de jesuitas durante su reciente visita a Cartagena de Indias (Colombia). Durante el mismo, Bergoglio se sinceró: “Debo decir una cosa, en justicia y también por caridad, porque escucho muchos comentarios –respetables porque los dicen hijos de Dios, pero equivocados– sobre la Exhortación apostólica postsinodal”.

“Para entender Amoris Laetitia hay que leerla de principio a fin”, solicita el Papa, quien niega con vehemencia que la moral de este documento no sea “una moral católica o, al menos, que no es una moral segura”. Entre la jerarquía, ha sido el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, el que ha llamado a los críticos a la “sensatez”. “Uno debe razonar y encontrar formas de entendernos mutuamente”, ha apuntado.

“Una operación contra Francisco”

Más duro ha sido el teólogo y secretario especial del Sínodo de la Familia, Bruno Forte, quien se ha referido al documento “anti Bergolio” como “una operación contra el Papa y contra la Iglesia”. En opinión la exhortación “responde a una pregunta pastoral –si los divorciados vueltos a casar pueden comulgar– perfectamente legítima y evangélica, basada en la caridad”. Por ello, considera estas acusaciones como un “ataque grave e instrumentalizado”. Aún así, el prelado indica que se trata de “la expresión de un grupo absolutamente minoritario que no ha captado el mensaje de fondo”.

A la unión de los ultracatólicos se une la pugna que los cardenales pertenecientes a este sector mantienen desde hace un año. Fue entonces cuando enviaron un documento, denominado Dubia, en el que los purpurados pedían una serie de aclaraciones a Bergoglio por la exhortación.

Los cuatro purpurados amenazaban que, en caso de que el Papa no les contestase, harían oficial una 'Corrección filial', una suerte de 'moción de censura' contra el Obispo de Roma, sin precedentes en la historia de la Iglesia. Como se esperaba, Francisco dejó sin responder las preguntas de los ultras. Un año después, dos de estos cardenales –Caffarra y Meisner– han muerto, pero Burke y Brandmuller continúan operando entre los sectores más conservadores para frenar lo que consideran una “herejía” que puede llevar a un “cisma” en la Iglesia católica.

A ellos se les ha sumado recientemente quien fuera prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (heredera de la Inquisición), el cardenal Gerhard Müller, quien esta semana ha acusado al Papa Francisco de “actitudes marxistas” y le ha convocado a un “debate público”.

Müller está convencido de que, aunque el Papa merece “un respeto pleno”, los críticos “honestos” también “merecen una respuesta convincente”. El purpurado cree que el debate formal puede ser una manera de promover lo que la Iglesia realmente necesita en esta coyuntura: es decir, “más diálogo y confianza recíproca”, en vez de “polarización y polémica”.

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