La velocidad de la segunda ola amenaza con poner a los hospitales en situación “muy crítica” a mitad de noviembre
Las alarmas vuelven a encenderse en los hospitales. El goteo constante de nuevos ingresos que desde el verano han vivido con preocupación los sanitarios se ha disparado ahora en varios puntos de España. La segunda ola vive su peor momento y eso se traduce en una escalada de las hospitalizaciones y los pacientes en UCI que está tensionando las capacidades sanitarias. La situación no es como la del pico de la pandemia, pero sí hace que algunos hospitales de los territorios más golpeados superen el 100% de su dotación habitual, reorganicen servicios, cierren plantas, restrinjan las visitas o pospongan intervenciones no urgentes. Sanidad ha advertido de que, de seguir con este ritmo de incremento de casos, la situación será “muy crítica” para los hospitales en tres semanas.
Así lo deslizó el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, este lunes, cuando se mostró preocupado por la velocidad de la curva y las repercusiones que eso tiene en el sistema sanitario, que es ya la última barrera tras el fracaso de la primera línea de contención de la pandemia. Simón afirmó que ya hoy hay centros en situación muy grave y apeló a la efectividad de las medidas puestas en marcha estos días y a la responsabilidad ciudadana para evitar el colapso. “Si la incidencia sigue creciendo en las últimas dos semanas, en la tercera de noviembre estaríamos en una situación muy crítica. No tanto porque no se pueda asumir la carga del coronavirus sino porque se tendrá que reducir toda la actividad programada en los hospitales con la consecuencias que esto acarrea”, aseguró.
La cifra global de hospitalizaciones no ha dejado de multiplicarse hasta alcanzar el pico de esta segunda ola este martes: si hace un mes había 629 hospitalizaciones en los últimos siete días, hoy son 964. También las UCI, donde llegan los pacientes más graves, que han pasado de 51 a 73 en la misma referencia temporal. Según el Ministerio, a día de hoy hay 16.696 personas con coronavirus hospitalizadas en nuestro país, y 2.292 en cuidados intensivos. Esto supone que un 14% de las camas convencionales están ocupadas por estos pacientes, y una de cada cuatro de las segundas. Mucho para una sola patología. “La situación es heterogénea, pero es preocupante porque muchas están muy tensionadas y tenemos poco margen de maniobra. No es como en marzo, pero estamos viendo un aumento”, explica Virginia Fraile, de la Sociedad Española de Medicina Intensiva.
A ese impacto asimétrico apuntan los últimos datos de Sanidad: en algunas comunidades, como Galicia, Cantabria o Baleares, el porcentaje de ocupación fluctúa entre el 5% y el 6%, mientras que en otras ronda el 20%. Es el caso de Castilla y León, que alcanza el 22%, Aragón o Navarra –18%–. En las UCI pasa lo mismo. Las que sufren más presión son estas tres últimas junto a Catalunya, La Rioja, Madrid y Ceuta y Melilla. En todas más de tres de cada diez camas de críticos se usan para pacientes COVID, llegando incluso al 41% en Aragón o al 64% en Ceuta. Los casos siguen en ascenso, así que es previsible que los ingresos continúen al alza al menos durante los próximos 10 o 15 días. Si las medidas que se están implementando ahora tienen el efecto suficiente, la curva de hospitalizaciones también debería estabilizarse pasado este tiempo. Si no, como vaticina Sanidad, el escenario puede complicarse todavía más.
Peligra la actividad para otras patologías
A nivel más micro, la situación es grave en varios puntos de España. En Castilla y León siete hospitales rebasan su volumen habitual de UCI. En Ávila hay diez pacientes, lo que supone el 125% de su dotación de base. En Segovia llega a alcanzar el 140% y hasta el 171% en Palencia, donde hay 24 personas ingresadas y una capacidad inicial de 14 camas que han ampliado. Los hospitales de León, Burgos, Soria y el Clínico de Valladolid también la han sobrepasado ya y se han visto obligados a habilitar más plazas a través de las llamadas 'UCI extendidas'. La semana pasada se suspendieron las visitas y el acompañamiento en los hospitales y centros de salud de la comunidad y hace unos días la Consejera de Sanidad, Verónica Casado, apuntó a que “los riesgos de que el sistema sanitario colapse están ahí; la situación de los hospitales es similar a la del 20 de abril”.
Como el resto de comunidades, Castilla y León espera que con las medidas puestas en marcha estos días se logre aplanar la curva, pero los sanitarios aguardan aún un incremento de ingresos de los casos diagnosticados recientemente. “En los hospitales se ve el efecto pasados unos días. Hay que esperar a ver cómo actúan las restricciones para que no se sature el sistema, pero es preocupante porque la semana hubo una subida generalizada de casos en todas las provincias”, opina Tomás Toranzo, secretario general de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos de la comunidad.
En Aragón, explica Carmen Gómez, delegada del Sindicato de Enfermería SATSE y enfermera en la UCI del Hospital Clínico de Zaragoza, hay un aumento de presión palpable tras mantener “el índice de ocupación más o menos estable durante el verano”. La comunidad es una de las que más incidencia tiene, con 872 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. Esta semana los hospitales han tenido que ampliar las plazas UCI disponibles, incorporando 12 extra que se suman a las diez que se pusieron ya en marcha la semana pasada en otros dos centros. Gómez explica que en el Clínico se ha habilitado una nueva unidad con seis camas más y en el Hospital Miguel Servet, también de Zaragoza, “las UCI están al límite, aún no se han desbordado, pero es cuestión de días”, ha confirmado el gerente a la COPE. Fuera de la capital, el Hospital San Jorge de Huesca se ha visto obligado a derivar pacientes en varias ocasiones y ha tenido que suspender todas las operaciones no urgentes. En Teruel se preparan para habilitar más plazas.
No obstante, la situación no es como la de marzo, recalcan los profesionales. Ahora los ingresos “son más escalonados” y “entonces no hubo capacidad de respuesta, se desbordó”, señala Fraile. A diferencia de lo que pasó entonces, ahora los hospitales cuentan con circuitos diferenciados y la asistencia a pacientes que no tienen coronavirus se mantiene. De hecho, el porcentaje de ocupación está lejos del 55% del total de plazas que se llegaron a cubrir con coronavirus en el pico crítico, en la semana del 29 de marzo. Sin embargo, sí se están poniendo contra las cuerdas varios centros, que deben alterar su actividad habitual, lo que es también una señal de gravedad. Porque la vara de medir no debe ser lo ocurrido al principio de la pandemia, cuando la saturación fue total en muchas zonas de España. “Ahora conocemos más de la enfermedad, los tratamientos son mejores y llegamos antes a los enfermos, se les ingresa antes”, dice Toranzo. No obstante, la situación “crítica” en algunos centros, ha apuntado Simón, está “poniendo en cuestión el sistema rutinario para otras patologías”.
Las alertas se disparan
También se han desprogramado las cirugías no urgentes en Navarra, donde la presión hospitalaria ha subido considerablemente en los últimos días hasta llegar a un nivel “muy preocupante”, en palabras de la consejera de Salud, Santos Indurain, que ha alertado de que “la cifra de 500 casos diarios en la que parece haberse instalado la cadencia de los últimos días no es en modo alguno sostenible a nivel hospitalario”. “Las dos próximas semanas, con los actuales índices de ocupación hospitalaria e incidencia de contagios de COVID-19, van a ser muy complicadas”, ha señalado. La Comunidad Foral, donde el 18% de camas convencionales están ocupadas por coronavirus, ya está derivando pacientes a centros sanitarios de la red privada para descongestionar el hospital público y poder seguir atendiendo otras patologías.
Desde el sindicato SATSE de Navarra, María José Algarra, secretaria autonómica del mismo, advierte de la incidencia acumulada en la comunidad, la más alta de España, con 1.141 casos, y augura “meses por delante muy duros” con “un sistema de salud que ya está muy tensionado”. La enfermera apunta a que hasta ahora, el número de ingresos se compensaba con las altas, pero “ahora esto se ha desestabilizado” y lamenta que desde la Administración no haya un refuerzo de personal y las plantillas estén “cada vez más mermadas”. Es una queja general de los sindicatos: “Aunque se ha incrementado la dotación de material, hay más respiradores y se pueden expandir las camas UCI, hay escasez de profesionales. Sigue siendo un cuello de botella”, remata Toranzo desde Castilla y León.
En Madrid la situación se ha estabilizado en las últimas semanas, con una bajada de los contagios que hace que la mayor parte de las comunidades esté por encima en incidencia acumulada, según los datos del Ministerio de este martes. No obstante, la presión sigue estando ahí y las tasas de ocupación hospitalaria siguen siendo de las más elevadas del país: un 19% de las camas convencionales se usan para enfermos de COVID, que ocupan un 40% de las plazas para críticos. Es más difícil que este último eslabón de la cadena se libere en poco tiempo porque la estancia de estos pacientes graves es más larga. “Hay cierta sensación de que parece estabilizado, pero aún así hay mucha sobrecarga todavía”, resume una enfermera del Hospital del Sureste, que ha tenido que reconvertir el paritorio en UCI ante el exceso de demanda.
En Catalunya, la presión asistencial ha disparado las alarmas de los responsables hospitalarios desde hace unos diez días. Los ingresos se han multiplicado en muy poco tiempo y el desborde ha alcanzado por ahora a los hospitales comarcales de los municipios con mayor incidencia. Es el caso de los de Figueres, Tortosa, Salt, Granollers o Girona, con muy pocas camas de cuidados intensivos y que ya se han visto obligados a reprogramar parte de su actividad normal. Tras ellos vienen centros como el Hospital del Mar o el Sant Pau, ambos de Barcelona, que aseguran que ya están abriendo nuevos dispositivos para COVID-19 y aseguran que deberán alterar su actividad en pocos días. Los más grandes, como Vall d’Hebron o el Clínic, dicen tener un poco más de margen.
Otras comunidades que en datos asistenciales están mejor también han puesto el foco en la presión creciente en los hospitales. Andalucía ha activado este martes un plan de contingencia para soportar el ascenso en el número de ingresos que prevé el ejecutivo autonómico, y en Murcia, el portavoz técnico del Comité de Seguimiento de la COVID-19, ha hablado este martes de “una situación de riesgo de colapso del sistema sanitario”. La preocupación es generalizada en todo el territorio, lo que llevó a Pedro Sánchez el pasado domingo a aprobar un estado de alarma para que los gobiernos puedan aprobar medidas drásticas para frenar la curva con seguridad jurídica. El toque de queda ya es obligatorio en todas, y varias están restringiendo al máximo la vida social y confinándose perimetralmente. En ello confían las autoridades sanitarias para evitar el desborde hospitalario.
Reportaje realizado con información de Pau Rodríguez, Alba Camazón, Rodrigo Saiz y Candela Canales.
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