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Un cuarto de todos los bitcoin está en poder de solo 10.000 megarricos

Bitcoin

Carlos del Castillo

22 de diciembre de 2021 22:21 h

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Detrás de las criptomonedas no solo hay un artefacto digital al que se le ha asignado un valor económico. También una ideología: sus partidarios defienden que son una fuerza de descentralización, ya que no dependen de ningún tipo de regulador estatal o supranacional. El problema es que eso no solo no evita la concentración de la riqueza en muy pocas manos, sino que lo agrava. Un nuevo estudio apunta que el problema de acumulación en torno al bitcoin, la nave nodriza del mundo cripto, es mucho peor que el que ya de por sí sufre el dinero tradicional.

Actualmente hay unos 19 millones de bitcoin en circulación. Un 27% de ellos, unos cinco millones, está en poder de 10.000 megarricos, según un informe publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica de EEUU (NBER, por sus siglas en inglés). Su patrimonio en bitcoin asciende a 215.000 millones de euros al cambio actual, similar al PIB de Finlandia.

En comparación, en España, donde el reparto de la riqueza es muy desigual, ese cuarto de la riqueza total (en dinero fiat) se lo reparten entre el 1% de personas con más patrimonio. En bitcoin el porcentaje es aún más pequeño. Mucho más pequeño. Según los cálculos de The Wall Street Journal, que estima que hay 144 millones de personas que tienen bitcoin, esos 10.000 megarricos que controlan un cuarto de la criptomoneda equivalen al 0,01% de los tenedores.

Pero siempre hay una élite más rica, incluso entre la criptoélite. El 10% más rico entre esos megarricos acumulan más bitcoin que los otros 9.000 juntos. Esos 1.000 magnates del bitcoin suman unos 3 millones, el 15% del total. Equivale a 130.000 millones de euros, superior al PIB de Hungría.

“Pese a la atención que ha recibido bitcoin en los últimos años, su ecosistema sigue dominado por actores grandes y concentrados”, explican los investigadores. “Esta concentración hace que bitcoin sea susceptible al riesgo sistémico y también implica que la mayoría de las ganancias de una mayor adopción probablemente recayeran de forma desproporcionada en un pequeño grupo de participantes”.

La mayoría de las ganancias de una mayor adopción del bitcoin probablemente recayeran de forma desproporcionada en un pequeño grupo de participantes

Desentrañar la distribución de las criptomonedas entre sus poseedores ha sido hasta ahora una misión tremendamente difícil. Las transacciones en bitcoin se registran con una tecnología llamada cadena de bloques (blockchain), que funciona como un libro de contabilidad descentralizado y del que cada poseedor se guarda una copia. Cada intercambio queda anotado en todas ellas y es público. Los nombres de los intervinientes, en cambio, quedan ocultos tras una dirección alfanumérica que sirve de pseudónimo.

Un gran número de transacciones solo se hacen para dificultar el rastreo

No sería difícil asociar esas direcciones a personas concretas si cada inversor tuviera una y la mayoría de las transacciones movieran bitcoin entre personas diferentes. El problema es que en la realidad ocurre todo lo contrario. El estudio de la NBER es el primero en los 13 años de existencia del bitcoin que ha conseguido arrojar luz sobre la madeja que forman los inversores que operan desde decenas, cientos o incluso miles de direcciones a la vez y las innumerables transacciones que se realizan entre sus propias cuentas para dificultar que se sepa a quién pertenecen los fondos.

Muchos usuarios adoptan estrategias para impedir el rastreo de los flujos de bitcoin, moviendo sus fondos a través de cadenas de múltiples direcciones y dividiendo los pagos

“Dado que la cadena de bloques de bitcoin es un libro de contabilidad público, todos los flujos de pago entre direcciones son perfectamente observables. Por lo tanto, muchos usuarios de bitcoin adoptan estrategias diseñadas para impedir el rastreo de los flujos de bitcoin, moviendo sus fondos a través de largas cadenas de múltiples direcciones y dividiendo los pagos entre ellas”, explican los autores del estudio, Antoinette Schoar, profesora de finanzas del MIT; e Igor Makarov, de la London School of Economics.

Según sus resultados, la cantidad de transacciones que tiene como objeto ofuscar el origen y destino de una determinada suma de bitcoins es enorme. Esto supone que el gran coste energético de esta criptomoneda, que ya consume al año tanto como un país como Argentina según el Índice de Consumo Eléctrico del Bitcoin de la Universidad de Cambridge, ni siquiera se emplea por entero en operaciones económicas. Buenas parte de esa energía (y su huella de carbono, o los derechos electrónicos derivados) se dedican a ocultar cuántos bitcoin tienen en total determinados inversores.



Esta situación, no obstante, no se relaciona con un uso masivo del bitcoin para actividades criminales. El informe de la NBER indica que suponen el 3% de las transacciones totales. “Calculamos que hay unos 550 millones de dólares que fluyen hacia direcciones que han sido identificadas como estafas, unos 16 millones en pagos de rescates identificados, y más de 1.600 para pagos de la deep web y servicios de la red oscura”, detallan. La cifra está muy por debajo de la que ofrecían investigaciones anteriores, que situaban el peso de las transacciones delictivas por encima del 40%.

“La mayoría de las transacciones de Bitcoin están relacionadas con la especulación”, revelan.

La concentración de la minería y el temido ataque del 51%

La centralización en torno al bitcoin no solo se da en la posesión de criptomonedas. También ocurre en la minería, lo que entraña riesgos sistémicos muy importantes.

Los mineros de bitcoin son aquellos encargados de escribir nuevas páginas en el libro de contabilidad público, o lo que es lo mismo, de añadir nuevos bloques a la cadena. Para favorecer la presencia de mineros en la red, el sistema les premia con una suma en bitcoin cuando añaden nuevos bloques. Como hay competencia por hacerlo, se disputa una carrera matemática entre todos los mineros. El primero que resuelve el acertijo lógico se lleva las criptomonedas. Pero el puzle se vuelve cada vez más complejo, por lo que se requiere de procesadores muy potentes y grandes cantidades de energía.

La minería de criptomonedas, que al principio podía hacerse con un ordenador de nivel usuario, ha derivado en una industria que requiere muchos recursos e instalaciones complejas, denominadas granjas de minado. Esto ha supuesto que en los últimos cinco años la capacidad de minería se haya ido concentrando, avisa el informe: “El 10% de los mineros más importantes controlan el 90% y sólo el 0,1% (unos 50 mineros) controlan cerca del 50% de la capacidad de minería”.

El 10% de los mineros más importantes controlan el 90% y sólo el 0,1% (unos 50 mineros) controlan cerca del 50% de la capacidad de minería

Esto abre la posibilidad del temido ataque del 51%, una amenaza que la comunidad bitcoin había descartado amenaza (“en teoría es posible, pero se ha vuelto imposible de llevar a la práctica debido a su complejidad técnica y el coste”, aseguran desde la española Bit2Me, por ejemplo) pero el estudio de la NBER la vuelve a poner sobre la mesa.

El ataque del 51% consiste en que la mitad más uno de los mineros se unan para hackear al resto de la comunidad y escribir o reescribir en la cadena operaciones sin necesidad de que el 49% de usuarios las verifique. Aunque todos los usuarios de bitcoin tienen una copia del libro de cuentas y verifican lo que se escribe en él, solo los mineros pueden modificarlo. Un ataque del 51% se podría usar para crear bitcoins de la nada, enviarlos a otra dirección sin ser su poseedor o revertir transacciones ya confirmadas.

El estudio señala que cuando el bitcoin baja de valor el riesgo de un ataque del 51% aumenta considerablemente. El motivo es que con la subida del coste de la energía, minar bitcoin deja de ser rentable para aquellas granjas menos optimizadas, con lo que se desconectan del sistema. “El conjunto de grandes mineros es relativamente estable, y son los pequeños mineros los que entran y salen del negocio minero en función de los precios. Por lo tanto, el riesgo del ataque del 51% aumenta en los momentos en que el precio del Bitcoin cae precipitadamente”, avisan en este estudio.

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