Islas Caimán, el paraíso fiscal con los palitos de merluza más caros del mundo
En el último año, la desigualdad global se ha disparado de manera alarmante. La mitad más pobre del planeta cuenta con la misma riqueza que las 62 personas más ricas del mundo, con una cantidad aproximada de 7,6 billones de la fortuna mundial retenida en cuentas no oficiales. Se estima que esta –totalmente legal– evasión de impuestos (a través de varios métodos, no solo en paraísos fiscales) esconde 20.000 millones de libras (unos 26.000 millones de euros) al año de la Hacienda británica. Es la misma cantidad del presupuesto que se obtendrá a través de los recortes en nuestras escuelas, hospitales y otros servicios públicos en los próximos cuatro años.
Las Islas Caimán son el paraíso fiscal más conocido del planeta, pero presume de no tener nada que ocultar. Así que me abrieron sus puertas de par en par. Estas son las diez cosas que aprendí mientras grababa un documental de televisión sobre este territorio de ultramar.
1. Tienen el mismo tamaño que el balneario de Bognor y son más británicas que Gran Bretaña
Las Caimán se sitúan a 4.500 millas (unos 7.200 km) del Reino Unido –a una hora de vuelo desde Miami y Cuba–, pero es como si retrocedieses a la Gran Bretaña de los años 50, con un gobernador que lleva un enorme sombrero mientras preside sus fiestas en el jardín. El día que llegué, la isla entera estaba celebrando el cumpleaños de la reina Isabel –como hace cada año– con un desfile militar completo, seguido por un catering con té y sándwiches, mientras el termómetro marcaba 32º.
2. Los palitos de merluza cuestan 8,50 libras porque nadie paga impuestos
No solo las grandes compañías evaden impuestos aquí. Todos lo hacen. Conocí a una risueña taxista llamada Hyacinth, con un salpicadero lleno de flores y una biblia, que estaba encantada con el sistema: “Somos un paraíso fiscal, cariño”. Entonces, ¿cómo se mantiene la isla por sí misma? Cobrando impuestos sobre todo lo demás. Lo vi en el supermercado. Un paquete de palitos de merluza cuesta 8,50 libras (más de 11 euros), que solo te puedes permitir pagar si eres multimillonario, pero si tienes unos ingresos modestos, esta carga de impuestos indirectos significa que no vives mejor que en el Reino Unido.
3. “No es un paraíso fiscal”
No, en serio. El primer ministro, Alden McLaughlin, me lo dijo. Es un “centro financiero internacional”. Las Caimán se han propuesto limpiar su imagen, que podría ser la razón por la que me han dejado entrar. Las islas se encuentran en una encarnizada competición con otros centros financieros internacionales: Suiza, Hong Kong, Luxemburgo, el Estado de Delaware en EEUU y, por supuesto, la propia ciudad de Londres.
Los paraísos fiscales pudieron salirse con la suya cuando nadie estaba hurgando por ahí persiguiendo casos de corrupción, pero en 2016 eso es ya malo para el negocio. Si las Caimán consiguen derrotar a sus rivales entre los territorios extranjeros dependientes de la Corona británica, y hacer negocios con una corporación global como Facebook, eso les resulta mucho más lucrativo que guardar el dinero de algún capo de la droga colombiano o de un alto cargo corrupto del fútbol.
4. Hay el doble de compañías que de personas
El mayor negocio en estas islas caribeñas no es la pesca o el turismo, sino los servicios financieros. Cientos de contables y abogados se amontonan en grandes edificios de cristal de la capital, George Town. Las gallinas picotean alrededor de sus Ferraris aparcados, a tiro de piedra de la playa de Seven Mile.
Cuando Barack Obama criticó los paraísos fiscales, puso como ejemplo a un edificio de las Caimán en concreto, Ugland House, que aseguró que alberga a “12.000 compañías. O bien eso es el edificio más grande que se recuerde o el mayor fraude fiscal conocido”.
Pero Obama estaba equivocado: hay cerca de 20.000 compañías registradas en ese edificio, y 100.000 en total a lo largo de todas las islas. Algunas están relacionadas –o lo estuvieron en el pasado– con los grupos empresariales británicos más conocidos: Tesco, Sainsbury's, BP, Manchester United, incluso la eléctrica National Grid. En total, las Caimán acogen cerca del doble de compañías que de población local. Lo que no deja de ser curioso, porque cuando fui a buscarlas no había apenas evidencia física de su presencia en las islas. Pero están ahí, aunque sea en el papel.
5. Culpan a Tom Cruise de la mala prensa
En los años 60 y 70, la cercanía de las Caimán con Cuba y Miami convirtió a las islas en un práctico punto de recogida para el blanqueo de dinero. Bolsas enteras de dinero en efectivo eran lanzadas desde los aviones hacia las playas. En consecuencia, las Caimán resultaban la idea cinematográfica perfecta para todo lo sospechoso, simbolizado por el abogado protagonizado por Tom Cruise en la película La tapadera, de Sydney Pollack, en 1993.
Según el primer agente inmobiliario de las islas, el agradable Michael Joseph, quien me mostró las propiedades más lujosas en las Caimán desde su barco, “casi puedes predecir el momento exacto en una película cuando dicen: 'Vamos a transferir los fondos a las Caimán'. Venga, hombre” (pero que el perro de Joseph se llame Pablo en honor a Pablo Escobar, le hace flaco favor a su argumento).
Las Islas Caimán se ponen a la defensiva para proteger su imagen. Jude Scott, portavoz de toda la industria financiera de la zona, sostiene que los ataques están “políticamente motivados” por los competidores. En cierto modo, las Caimán son un saco de boxeo muy útil para desviar la atención de aquellas empresas que mueven sus beneficios a través de una complicada red de filiales en diferentes países.
6. No todo el mundo es rico
El estilo de vida millonario es muy evidente, yo mismo he paseado en Ferraris y yates. Pero muchos en las Caimán viven sumidos en la pobreza. Hell (Infierno) es un pequeño pueblo en el extremo norte de la isla que toma su nombre por una peculiar formación volcánica. Es también donde viven muchos pobres. Los turistas incluso pueden comprar una camiseta que reza ¡Estuve en Hell y sobreviví! Y justo como en Londres, algunas de las personas más necesitadas viven directamente en la sombra de alguna oficina bancaria en el corazón del distrito financiero de George Town.
7. Gran Bretaña puede acabar como las Caimán
Las Islas Caimán no cuentan con el mismo gasto social que nosotros. El Estado supone el 20% de la economía. En el Reino Unido es el 40%. Conocí a Emily, una funcionaria jubilada que vive en una casa llena de humedades y moho. Con una pensión mensual de 1.500 libras, dos veces la media en el Reino Unido, es incapaz de llegar a fin de mes. La conocí cuando estaba a punto de ser desahuciada y confiando en una organización benéfica cristiana para encontrar un sitio donde vivir.
Esto quizá parezca una vuelta a la era victoriana pero con más sol. Pero en Gran Bretaña, George Osborne (ministro de Hacienda) ha prometido una reducción sin precedentes del papel del Estado en la economía para los próximos cinco años, lo que significa que podríamos afrontar un futuro que se parezca a lo que son ahora las Caimán.
8. Convertimos a las Caimán en lo que son para favorecer a los ricos
Nos encontramos en 1960, el imperio ha llegado a su fin y las colonias británicas se enfrentan a una disyuntiva. Muchas, como Jamaica, se independizan. Pero las Islas Caimán eligen permanecer como territorio dependiente de la Corona. Y el Gobierno tiene un plan para ellas.
El funcionario John Cumber fue trasladado al Ministerio de Exteriores, le señalaron un punto en el mapa y le dijeron: “Te vas allí”. En los años 60, se aprobó una serie de leyes diseñadas para fortalecer la posición británica en los servicios financieros que en países como Suiza habían servido a los más ricos durante décadas. El astuto plan era que los beneficios económicos atravesasen el mar hasta llegar al Reino Unido. No salió exactamente como se esperaba.
9. Paraíso fiscal significa más cosas de lo que crees
En terminología empresarial, offshore se refiere a un lugar donde las empresas hacen sus negocios. Es como funciona el capitalismo mundial. Imagina que una compañía japonesa y otra norteamericana quieren cerrar un trato. En Japón o Estados Unidos pagarían impuestos, pero si lo hacen en las Islas Caimán a través de un holding empresarial...¡tachán! ¡No hay impuestos!
Pero hay otro significado para offshore: cuando se habla de quién es el responsable último de las Caimán, eso es offshore también. Las islas dicen que es Londres y Londres dice que son las propias Islas Caimán, lo que es francamente útil cuando alguien como yo aparece preguntando quién manda aquí. Nadie. O quizá es ese pez en la costa.
10. Nosotros, no el Gobierno, podríamos ser los culpables
Las consecuencias de no resolver el problema de los paraísos fiscales podrían ser nefastas, según el analista financiero de Washington, Matt Gardner. “El corazón de nuestro pacto social son los ingresos fiscales. Perjudicando esto, a largo plazo puede que no seamos capaces de ofrecer servicios sociales. Si las democracias desarrolladas se decantan por este modelo, se van a arrepentir muy pronto”.
Como consumidores, estamos implicados. “Es muy fácil para nosotros centrarnos únicamente en el pequeño beneficio que obtenemos al comprar productos baratos online”, explica Garner. “Pero no hay forma de medir el impacto a largo plazo que eso va a tener sobre nuestros servicios, sobre nosotros, sobre nuestra propia carga fiscal, y eso le conviene a las compañías”.
El juego de suma cero no está entre las Islas Caimán y “hacer algo”, sino entre los servicios baratos que disfrutamos como consumidores y cómo financiaremos nuestros colegios y hospitales en el futuro. Alguien tiene que ceder.
Traducción por: Mónica Zas