La revuelta de las periodistas demuestra que el Vaticano sigue fallando a las mujeres
Lucetta Scaraffia ha decidido terminar con la revista Donne Chiesa Mondo. En una carta al Papa Francisco que luego hizo pública, anunció que ella y el resto del equipo editorial (compuesto íntegramente por mujeres) dejarán de sacar la revista para mujeres que dirige desde el Vaticano: “Tiramos la toalla porque nos sentimos rodeadas por una atmósfera de desconfianza y desautorización creciente”.
Scaraffia achaca su decisión a las crecientes intromisiones de Andrea Monda, el nuevo director de L'Osservatore Romano (el periódico oficial vaticano que publica Donne Chiesa Mondo). Según Scaraffia, un cambio en la línea editorial ha dejado a su equipo sin autonomía.
“En muchas ocasiones nos sentíamos como mineras, descubriendo las hebras de un metal precioso para sacarlo a la luz y ponerlo a la vista de todos: una auténtica riqueza humana y universal y, en ese sentido, ‘católica’”, escribió en referencia al amplio espectro de la revista, donde colaboran personas de diferentes religiones y hay espacio para la perspectiva histórica, bíblica y teológica.
Como una de las pocas mujeres con voz en el Vaticano, Scaraffia ha sabido mantener un fino equilibrio denunciando temas que consideraba preocupantes sin cuestionar las enseñanzas de la Iglesia. En los últimos años se volvió más audaz y en febrero llegó a escribir un artículo con palabras muy fuertes sobre el abuso sexual que las mujeres, incluidas las religiosas, sufren por parte de los clérigos. Habló de “abortos impuestos”, de “niños no reconocidos por los sacerdotes”, y de la necesidad de hacer “una revisión integral de la cultura católica y de la formación de los futuros sacerdotes”. Poco después del artículo, el Papa Francisco admitió casos de clérigos que habían abusado sexualmente, y hasta esclavizado, a monjas.
La franqueza de Scaraffia descolocó a la jerarquía eclesial. Dentro del círculo de los católicos liberales también la critican por su conservadurismo en temas como la posición de la Iglesia sobre la homosexualidad. Algunas feministas italianas dicen que solo se compromete con los puntos de vista de las mujeres que forman parte de su entorno.
Pero Scaraffia acierta cuando escribe, en su editorial, que dentro del Vaticano la estrategia en lo relativo a las mujeres es dividir para vencer. Los hombres con posiciones de poder nombran a mujeres obedientes y confiables para dejar sin espacio a las que buscan el cambio y están dispuestas a hablar.
Andrea Monda ha desmentido las afirmaciones de Scaraffia. Ha señalado que su objetivo es asegurar la continuidad de Donna Chiesa Mondo y que en ningún momento ha amenazado la libertad editorial de la revista ni ha tratado de imponer una visión clerical.
Académico y periodista, Monda no forma parte de la élite eclesial que se opone a las reformas de Francisco. En diciembre de 2018 el Papa lo nombró editor jefe de L'Osservatore Romano como reemplazo de Giovanni Maria Vian, el hombre que lo dirigía en 2012, cuando Scaraffia comenzó la revista femenina.
Una conocida italiana me dijo que el próximo lunes Monda se reunirá con 35 mujeres, entre ellas algunas de las teólogas feministas más conocidas de Italia, poco clasificables como “obedientes”. Según otro contacto en los medios italianos, Scaraffia está demasiado pegada al ‘antiguo régimen’ y tiene que dar un paso atrás para que haya una auténtica reforma.
En el arcano y enrevesado mundo de la política de los sexos en el Vaticano, es imposible saber qué pensar: en todos esos relatos podría haber algo de verdad. Pero sea lo que sea, lo cierto es que Monda pertenece a una institución donde los clérigos varones intimidan, silencian, controlan y excluyen a las mujeres.
Aunque en el pasado el papa Francisco haya llamado a Scaraffia por teléfono para agradecer su trabajo por las mujeres en la Iglesia, para muchas de nosotras, no es suficiente y llega tarde.
Sitiado por conservadores que añoran el poder del clero y el absolutismo doctrinal de los dos papados anteriores, Francisco no ha entendido que la mejor manera de desmantelar al clericalismo y avanzar hacia esa Iglesia alegre y arriesgada que dice querer es con más mujeres en puestos de liderazgo y con una discusión abierta sobre la ordenación femenina.
Pese a todo, lamento la decisión de Scaraffia. Ojalá prosiga con su trabajo como parte de una red franca y unida de mujeres católicas dispuestas a hablar. Se ha ganado la confianza y el apoyo de muchas. Es muy posible que su posición ayude a otras mujeres a mantenerse firmes en todas esas situaciones en que los hombres tratan de ejercer un régimen de dominación clerical sobre ellas.
Tina Beattie es profesora de estudios sobre el catolicismo en la Roehampton University (Londres).
Traducido por Lucía Balducci