Las enfermedades mentales ¿son en realidad enfermedades del metabolismo?

Metabolismo y enfermedades mentales

Darío Pescador

19 de noviembre de 2022 23:02 h

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Dicen que las desgracias nunca vienen solas. Cuando se trata de la salud, hay una relación muy estrecha entre las enfermedades mentales, como la depresión, esquizofrenia o trastorno bipolar, y el llamado síndrome metabólico, una combinación de obesidad, hipertensión y diabetes. Ambos tipos de dolencias se han multiplicado en los últimos años en todo el mundo. 

En España alrededor del 9% de la población tiene una enfermedad mental grave, y se calcula que una de cada cuatro personas sufrirá algún trastorno mental a lo largo de su vida. También en España, el número de personas con síndrome metabólico aumenta en 247 cada día, hasta los 94.000 nuevos casos por año. 

En ciencia, que dos cosas ocurran al mismo tiempo (correlación) no quiere decir necesariamente que una cause la otra (causalidad), pero en general sí que es una indicación de que merece la pena pararse a mirar. La relación entre las enfermedades mentales y los trastornos metabólicos es demasiado clara como para pasarla por alto. La pregunta es: ¿las enfermedades mentales causan el síndrome metabólico? ¿Ocurre al revés, y las personas con síndrome metabólico tienen más posibilidades de sufrir enfermedades mentales? O incluso, ¿las enfermedades mentales y metabólicas son en realidad el mismo tipo de trastorno? Los estudios sugieren que es posible que todo lo anterior sean cierto.

Obesos y deprimidos

Los pacientes con enfermedades mentales graves como la esquizofrenia y el trastorno bipolar sufren una mayor incidencia de sobrepeso y obesidad, hiperglucemia, dislipidemia (colesterol alterado), hipertensión y tabaquismo. Los pacientes con esquizofrenia suelen tener el doble de riesgo de desarrollar síndrome metabólico. También tienen una mortalidad sustancialmente mayor en comparación con la población general. Se calcula que un trastorno mental puede suponer 25 y 30 años menos de vida, principalmente debido a la mortalidad cardiovascular prematura. 

El caso de la depresión es más grave si cabe. Cada vez más estudios han confirmado que la depresión se produce frecuentemente junto con la obesidad, la diabetes tipo 2 y la esclerosis múltiple, enfermedades que tienen en común un estado de inflamación crónica. Al mismo tiempo, al inflamación crónica también es la causa principal de la depresión. Todo indica que todas estas cosas se realimentan en un círculo vicioso. La depresión provoca inflamación, que causa obesidad y diabetes, que aumentan la inflamación, que aumentan la depresión.

La respuesta al estrés parece estar detrás de todo. El organismo responde a una situación estresante mediante el llamado eje Hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA). La señal de alarma parte del cerebro, estimula a la glándula pituitaria para segregar adrenalina y a las suprarrenales para segregar cortisol. Esto a su vez activa el sistema inmunitario y nos inundamos de citoquinas, mensajeros inflamatorios que pueden causar daños en los tejidos, incluyendo el cerebro. Sabiendo esto, se están estudiando nuevos tratamientos contra la depresión que no se basan en los actuales antidepresivos, cuya eficacia está cuestionada, sino en modular la respuesta del eje HPA para que no induzca inflamación.  

¿Es el remedio peor que la enfermedad?

Otro factor importante son los tratamientos con medicamentos antipsicóticos. La explicación más aceptada es que enfermedades como la esquizofrenia y el trastorno bipolar están caracterizadas por una dopamina desregulada. En el caso de la esquizofrenia y en las fases de manía del trastorno bipolar, la transmisión de la dopamina está hiperactiva ciertas regiones del cerebro.

Las drogas antipsicóticas como la clozapina, haloperidol o olanzapina son esencialmente bloqueadores de los receptores de dopamina. Se sabe desde hace tiempo que estos medicamentos producen síndrome metabólico, con resistencia a la insulina, ganancia de peso y aumento del riesgo de infartos, pero solo se ha descubierto hace poco el porqué. 

La dopamina controla a las células beta del páncreas, las únicas que producen insulina, necesaria para bajar los niveles de glucosa en sangre, y las células alfa, que producen glocagon, la hormona que los eleva. Los antipsicóticos, al bloquear la dopamina, causan la producción incontrolada de insulina, lo que conduce a la diabetes y obesidad. Se supone que hay un mecanismo similar en el caso de los tratamientos con antidepresivos del tipo ISRS, que a menudo causan aumento de peso y síndrome metabólico.

Cerebro y salud metabólica, más allá de la enfermedad

La enfermedad mental también implica a menudo circunstancias que aumentan el riesgo de enfermedades cardiometabólicas, como la pobreza, la inseguridad alimentaria, el consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales, y el acceso a cuidados médicos y terapia.

Además, una reciente revisión de 39 estudios ha podido comprobar la estrecha relación entre el estrés y el desarrollo del síndrome metabólico, en especial la diabetes y la hipertensión. 

La buena noticia es que, si las alteraciones en el metabolismo influyen en las enfermedades mentales, hay una forma de evitarlas: la dieta. Los científicos ya están estudiando intervenciones en la dieta como una parte del tratamiento de las enfermedades mentales. En una revisión de 69 ensayos con distintas dietas, se pudo comprobar que en especial las dietas bajas en carbohidratos y las que suplementaban a los pacientes con vitaminas, minerales y omega-3 proporcionaron los mejores resultados al disminuir los síntomas de distintas enfermedades mentales. Parece que comer sardinas y mejillones puede ayudar a poner nuestra pobre cabeza en orden.

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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