Con los ojos llenos de lágrimas y una voz sollozante, Noor, paciente de cáncer de Gaza lamenta la difícil situación en la que se encuentra: “La guerra trastornó nuestras vidas. Nuestra vida se ha convertido en un infierno en absolutamente todos los sentidos”.
Noor sufre fuertes ataques. Todo empezó hace tres años. Con 39 años empezó a sentir dolor en el pecho. En ese momento decidió ir a la clínica más cercana de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, UNRWA, en el campamento de refugiados de Magazi, para un chequeo. Su médico sospechó que tenía un tumor, por lo que le sugirieron ir al hospital para realizarle más pruebas. Unos días después, los resultados fueron positivos. Le diagnosticaron cáncer de mama. La madre de dos hijos fue remitida al hospital Alkhalil en Cisjordania debido a su situación crítica. En ese momento, la franja de Gaza ya sufría la falta de suplementos médicos, especialmente para los pacientes con cáncer, debido al fuerte bloqueo israelí. Pero aún no había llegado lo peor.
“Le dieron muchas sesiones de quimioterapia. Ante la disminución de las esperanzas de controlar el tumor, era imprescindible realizar una mastectomía”, explica su marido. Debido a la demora de la llegada del permiso para cruzar a Cisjordania, el tumor se extendió a los ganglios linfáticos y puso en peligro su vida. “Pasaron más de 8 meses desde que solicitamos el permiso hasta que se otorgó. La fecha fue noviembre de 2023”. Ese noviembre ya es para todos los habitantes de Gaza una mancha borrosa en sus calendarios. Desde el 7 de octubre, Gaza ya no es lo que era.
El campamento de Magazi, situado en la zona media de la franja de Gaza, fue atacado varias veces por las fuerzas israelíes causando cientos de muertes y una enorme destrucción.
“Solía tener una pequeña tienda de comestibles que me permitía cubrir los gastos de mi familia”, explica el marido de Noor. Cuando la guerra azotó Gaza, la familia se vio obligada a huir de un lugar a otro buscando refugio de los continuos bombardeos. Para agravar aún más el sufrimiento de la familia, su hija Hanan, de 5 años, sufrió quemaduras en las piernas y el vientre debido a la explosión de un misil en Deir Al Balah, donde intentaban encontrar refugio cerca del hospital de la ciudad.
Noor y su hija deben lidiar con su intenso dolor sin analgésicos. Hoy en Gaza, las cirugías para salvar vidas se llevan a cabo sin anestesia. Se han suspendido todos los tipos de atención médica en los pocos hospitales y clínicas que todavía funcionan en Gaza, Noor no recibe ningún medicamento. “Necesita alimentos especiales y vitaminas para mantener su salud, pero no hay alimentos ni medicamentos disponibles”.
Desde el 7 de octubre, Israel ha impuesto restricciones a la entrada de medicamentos y suministros terapéuticos básicos a la Franja, ha bombardeado clínicas y hospitales, y ha atacado también a personal sanitario y ambulancias. De hecho, el ejército israelí ha destruido la única sala de oncología pediátrica de Gaza.
Hoy en día, hay pocos hospitales y clínicas que brinden la atención traumatológica que se necesita y no hay tratamiento para otras enfermedades, como las crónicas. Por lo tanto, la gente se enfrenta a la muerte por enfermedades, hambre o ataques israelíes.
Han pasado 200 días y los ataques aéreos y bombardeos no cesan ni un momento afectando a todas y cada una de las 2 millones de personas que sobreviven en Gaza. Más de 30.000 personas han sido asesinadas y más de 77.000 están heridas. Según UNRWA, en la franja de Gaza hay 1,7 millones de personas desplazadas en diferentes zonas. La gente ha perdido sus casas, a sus seres queridos y no tiene esperanzas en el futuro.
Como última esperanza, la familia ha lanzado una campaña de crowdfunding para ayudar a Noor y Hanan a salir y recibir tratamiento fuera de Gaza. “Si no recibe tratamiento, morirá dejando a sus hijos huérfanos”.
