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El aumento en los casos de tosferina no se debe a los antivacunas ni a la pandemia, y tiene solución

Foto de archivo de una vacunación contra la tosferina.

Sergio Ferrer

2 de febrero de 2024 23:09 h

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El brote de tosferina de Guadalajara anunciado esta semana alcanza ya los 137 afectados, la mayoría de entre 5 y 13 años. Ninguno ha requerido hospitalización. El episodio forma parte de un aumento de casos observado en España y Europa desde, al menos, junio de 2023. En nuestro país, los 2.211 casos detectados el año pasado suponen casi diez veces más que los 250 de 2022 y, de hecho, casi doblan la cifra alcanzada durante los tres primeros años de la pandemia juntos (1.158 casos en total entre 2020 y 2022) y solo el brote manchego iniciado en diciembre ya casi supera los 147 casos totales de 2021. ¿A qué se debe este aumento tan grande?

En realidad, comparar las cifras de 2023 con las de los primeros años de la pandemia puede resultar engañoso. Las cifras del año pasado están en consonancia con el período prepandémico, lejos de alcanzar las 3.503 infecciones de 2019, y aún más de rozar las 9.234 de 2015. La anomalía, por lo tanto, se encuentra en el bajo número de casos detectados en 2020, 2021 y 2022.

El pediatra y portavoz de la Asociación Española de Vacunología, Fernando Moraga-Llop, explica a elDiario.es los dos factores tras ese descenso. En primer lugar, “todas las enfermedades infecciosas de transmisión respiratoria, como el VRS y la gripe, disminuyeron” durante la crisis de la covid-19. En segundo lugar, “como no es una enfermedad con una mortalidad elevada, seguro que durante la pandemia hubo muchos más casos de los diagnosticados”.

En ese sentido, el aumento de casos observados en los últimos meses sería una vuelta a las cifras prepandémicas. “En los últimos dos meses se están viendo muchos casos. Como con todas [las enfermedades provocadas por patógenos respiratorios], estamos volviendo a lo que veíamos antes de la pandemia”, aclara Moraga-Llop.

La tosferina es causada por la bacteria Bordetella pertusis y no supone un problema para los pequeños vacunados. Los cuadros que pueden resultar graves o incluso mortales son aquellos que se producen en recién nacidos y menores de tres meses, todavía sin inmunizar. Por este motivo, desde 2016 todas las comunidades autónomas vacunan a las embarazadas: “Así [el bebé] tiene protección hasta que a los dos meses le ponen su dosis”, añade el pediatra.

¿Por qué se producen brotes como el de Guadalajara?

Casi todos los años se producen brotes de tosferina en colegios, sobre todo en niños de entre 10 y 12 años, aunque normalmente estos episodios se limiten a una decena de casos. La explicación se encuentra en la vacuna o, mejor dicho, en la falta de dosis de refuerzo.

“La primovacunación es a los dos y cuatro meses, luego se pone un recuerdo a los 11 meses y otro a los seis años, y ahí se acaba la historia”, resume Moraga-Llop. La cobertura de esta última dosis en España ronda el 90%. Sin embargo, la efectividad cae con el tiempo. “Como la inmunidad de las vacunas actuales decrece de forma importante pasados los cinco años, en cuanto los niños tienen 11 años pueden infectarse”.

La principal explicación tras brotes como el de Guadalajara es la pérdida de inmunidad en estudiantes que llevan más de cinco años vacunados. A la pérdida de inmunidad hay que sumar que la vacuna solo previene eficazmente los cuadros graves, pero no la infección. En otras palabras, el vacunado se puede infectar y transmitir la bacteria.

“No da inmunidad esterilizante porque no produce inmunidad a nivel de las mucosas”, aclara Moraga-Llop. Con ese objetivo se están desarrollando vacunas intranasales que puedan evitar la infección en la puerta de entrada del patógeno.

¿Qué habría que hacer?

Pediatras como Moraga-Llop defienden la necesidad de dar una dosis de refuerzo más, alrededor de los 14 años. “En vez de poner difteria y tétanos, que se ponga también tosferina como se hace con la dosis de los seis años”, comenta. En su opinión, esta podría incluso adelantarse a los 11 o 12 años para encajar con los cinco años de duración que tiene el refuerzo de los seis años.

Esto “no soluciona el problema de la tosferina porque el adolescente perderá la inmunidad a los cinco años y [la bacteria] seguirá circulando, pero protegeremos al adolescente”, afirma. Esto aumentaría el muro inmunitario durante la edad escolar y permitiría reducir los brotes en centros educativos.

Los casos de tosferina pueden darse a cualquier edad, como recuerdan los nueve adultos infectados en el brote de Guadalajara. Por eso, países como Estados Unidos recomiendan dar una dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tosferina cada diez años.

¿Por qué empezaron a aumentar los casos en 2011?

La tosferina nunca ha desaparecido de España ni de Europa, pero hace más de una década tuvo lugar un cambio en su epidemiología. Para encontrar el origen del aumento actual de casos de tosferina no hay que mirar 2023, sino remontarse a 2011.

“A pesar de que la vacuna de la tosferina está disponible desde hace más de 60 años y se han conseguido elevadas coberturas vacunales en España, en los últimos años se ha incrementado tanto el número de casos como el número de brotes de la enfermedad”, explicaban los autores de un estudio publicado en 2013 a raíz de este cambio.

Moraga-Llop considera que uno de los factores tras el aumento fue la mejora en las pruebas diagnósticas. “Yo trabajaba entonces en el Hospital Universitari Vall d’Hebron de Barcelona y [el aumento de casos] lo detectamos antes de 2011, cuando empezamos a usar la PCR”, recuerda.

Aunque la tosferina es una enfermedad de declaración obligatoria, el médico subraya que muchos casos en niños vacunados no son “clínicamente tan manifiestos”, porque el cuadro es “mucho más leve”. Se trata de pacientes que podrían haber pasado bajo el radar en el pasado, pero fáciles de detectar hoy en día mediante la ya famosa PCR. Esto, dice Moraga-Llop, sin descartar otros factores como “cambios genéticos en la bacteria”.

Un informe publicado por el Centro Nacional de Epidemiología en 2022 apoya la percepción del pediatra. Aunque explican que desde 2010 la enfermedad “se encuentra en una situación de epidemia sostenida” en España, también señalan que la disponibilidad de PCR y la concienciación en la práctica clínica “han mejorado el diagnóstico y la notificación de casos”. Por ejemplo, si en 2005 apenas se confirmaban un 25% de las infecciones, en 2011 este porcentaje superaba el 50%, y durante el pico de máxima incidencia de 2015 el porcentaje alcanzó el 84%.

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