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Moreno descarta radicalizar al PP en su feudo de Almería contra la amenaza de Cs y Vox

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Daniel Cela

Juanma Moreno ha estado martes y miércoles haciendo campaña electoral en la única provincia andaluza donde el PP aventaja en votos al PSOE. Históricamente siempre ha sido un feudo de la derecha. En las autonómicas de 2012, Javier Arenas fue candidato a la Presidencia de la Junta y número uno por Almería, donde la mitad de la provincia votó al PP (51,3%). En 2015, ya con Moreno al frente, el ánimo de los populares se había desfondado y perdieron 14 puntos y dos escaños.

El candidato ha llegado a Almería con tres amenazas sobre la cabeza. La primera es la abstención y que siga cundiendo la apatía entre su electorado más fiel, el que nunca se queda en casa cuando llegan las generales y las municipales. “Me podéis ayudar convenciendo a ese nieto un poquito díscolo, que no va a votar porque dice que siempre ganan los mismos”, le dijo Moreno a un grupo de señoras invitadas por el partido a merendar bizcocho y descafeinado al Club Náutico de Roquetas de Mar.

La segunda amenaza es Ciudadanos. En 2015 el partido de Albert Rivera logró un diputado en Almería y ahora aspira a sumar dos más. Moreno intenta polarizar estas elecciones con Susana Díaz, su “única” rival. Pero ni ataca ni contraataca a Cs, aunque las encuestas dibujan un terrible trasvase de votos en su favor.

Moreno no se juega las elecciones del 2 de diciembre en Almería, una circunscripción pequeña con 12 diputados en juego, pero el resultado que obtengan aquí permitirá saber si el “voto estructural” del PP en Andalucía está en peligro. Si los fieles entre los más fieles han perdido la fe en esta derecha y se quedan en casa o llaman a la puerta de otra derecha. “Si perdemos aquí es que para los nuestros ya no somos lo que el PP debe representar”, dice un dirigente provincial.

Trasvase de votos

Moreno no ha sacado aún las garras contra Cs en esta campaña. En la de 2015, llegó a decir que protegería su espacio electoral “a codazos” si hacía falta. El miércoles, un centenar de personas mayores acudió al Club Náutico de Roquetas a escuchar al candidato popular, y algunas tenían dudas de si volver a votar al PP o pasarse a Cs. “Yo me lo estoy pensando. Lo mejor es que ganasen los dos para gobernar juntos”, dice Maria del Carmen S., que ha votado al PP “toda la vida”.

A estas personas, los populares no se arriesgan a convencerlas atacando frontalmente al partido que le disputa la hegemonía del voto conservador, como hicieron en 2015. No vale confrontar, sino explicar. Aunque no todos comparten esta tesis. La número uno por Almería, Maribel Sánchez, fue más dura con la formación naranja: “Ahora vienen partidos de guay, como Ciudadanos, que lleva tres años y medio aplaudiendo a Susana Díaz. ¡Son cómplices! ¿No os dais cuenta?”, dijo. Maribel Sánchez ha sido impuesta por la dirección de Pablo Casado como cabeza de cartel, desplazando a la portavoz parlamentaria de Moreno, la veterana Carmen Crespo, presente también en la sala.

Migrantes trabajadores

La tercera amenaza del PP en Almería es Vox. El último barómetro del CIS, con 5.000 entrevistas, provocó un cierto impacto mediático al otorgar al grupo de extrema derecha un diputado por Almería. Una lectura rápida de este dato dice que, sociológicamente, el lema del “cierre de fronteras” de Vox podría calar en la segunda provincia española con más población inmigrante (18,7%). Juanma Moreno estuvo reunido con empresarios de la Cámara de Comercio de Almería el miércoles por la mañana, y allí dicen que la economía almeriense -dependiente en un 40% del sector hortofrutícola- no se sostendría sin el trabajo de los miles de inmigrantes que trabajan en los invernaderos.

Los dirigentes locales y provinciales del PP creen que “demoscópicamente es imposible que Vox penetre en una circunscripción tan pequeña (con 12 diputados en juego). Hace tres años obtuvieron 900 votos en Almería; ahora, según sus cálculos, necesitarían 20.000 papeletas para lograr un escaño. Por si acaso, Juanma Moreno se ha cuidado mucho de no nombrar a Vox durante los dos días que ha estado en la provincia.

Con este análisis en mente, y bajo la atenta mirada de los empresarios locales, el PP pasó de puntillas por el espinoso asunto de la inmigración. Moreno nunca habló de “efecto llamada” de la inmigración en la campaña electoral de 2015. Ahora sí ha incorporado el argumentario duro de Casado sobre este asunto, aunque tampoco se le llenan los pulmones cuando reclama “una inmigración ordenada y en función de las necesidades laborales de la sociedad andaluza”. Así lo expresó durante una visita a una empresa de transportes de El Ejido. El candidato popular criticó la “política publicitaria de Pedro Sánchez” y que el presidente del Gobierno haya viajado a Marruecos, no para sellar un acuerdo bilateral sobre inmigración, sino para hablar del “pactar un Mundial de fútbol”.

Sin hablar la corrupción

En El Ejido, bajo una intensa lluvia, el candidato popular se enteró por los periodistas que Sánchez acababa de referirse a él durante su réplica a Pablo Casado en el Congreso. El presidente le había dicho al líder de la oposición que el PP estaba haciendo el “ridículo” en la campaña electoral andaluza, con “fotitos con la bandera”, un candidato “con chaleco a lo Bolsonaro” y comidas en restaurantes de “fast food”. “¿A usted quién le asesora electoralmente? Deje de hacer el ridículo, propongan algo, dejen de insultar, desprestigiar y denigrar a Andalucía”, sentenció.

Moreno lo interpretó como un síntoma de debilidad de su rival, la presidenta de la Junta y candidata del PSOE, Susana Díaz. “Si tiene que salir en auxilio de su íntima enemiga, es que saben el batacazo que se van a dar en las elecciones”, dijo. El PP sostiene que el presidente del Gobierno no participa en la campaña electoral andaluza “porque teme el efecto contagio”. “¡Pobre Pedro Sánchez!”, advirtió, “está empeñado en parecerse a Zapatero y al final va a ser otro bobo solemne como él”, dijo, parafraseando la frase que Mariano Rajoy le hizo al ex presidente socialista en 2005.

Los actos de campaña de Juanma Moreno no son multitudinarios, no buscan encuentros masivos con la militancia ni imágenes de pabellones llenos y banderolas del partido como está haciendo Susana Díaz. En Granada y Almería, la lluvia ha acompañado al candidato popular, y no se le ha visto especialmente ajetreado ni hiperactivo, como si le fuera la vida política en esta campaña (que es lo que le dicen todas las encuestas publicadas).

La abstención y la OPA hostil de Cs a su electorado exigen una movilización frenética de los alcaldes y cargos medios del PP. Moreno dice no estar preocupado por el ascenso de la formación naranja, aunque su formación tiene cinco caravanas distribuidas por Andalucía. En una de ellas viaja el líder nacional, Pablo Casado, con una agenda más trepidante y un ritmo más acelerado que el propio candidato. Moreno dice que la sobreexposición de Casado no le eclipsa: “Fui yo quien le pedí que viniera a hacer campaña”.

El miércoles por la noche, el candidato popular volvió a subirse al autobús y la caravana partió de vuelta para Andalucía occidental, con parada en Córdoba. Es llamativo que Moreno se marchara de Almería sin mencionar en ningún momento el tema de la corrupción, que apuntaba como uno de los leit motiv de campaña desde que se apostara a las puertas de un prostíbulo para denunciar el gasto de fondos públicos en club de alternes con tarjetas de crédito de la Junta. Los populares no hablaron ni del caso ERE ni del caso Faffe ni de los cursos de formación. En la provincia de Almería, aún están pendientes de juicio algunos casos que salpican al PP y al presidente de la Diputación, el veterano Gabriel Amat, alcalde de Roquetas y anfitrión de Moreno este miércoles.

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